Pombo y Torné, la literatura exigente
UNA LECTURA PARTICULAR DE SUPLEMENTOS LITERARIOS
Se ha dicho de Álvaro Pombo que es uno de los escritores más insólitos de la literatura española del último medio siglo, además de cultísimo y un tanto extravagante. Su anterior novela, Santander 1939, obtuvo el Premio Francisco Umbral al mejor libro de 2023. Llega ahora El exclaustrado (Anagrama), que comenta en una entrevista con Andrés Seoane para La Lectura. Seoane destaca para la portada de la entrevista una frase de Pombo que conmueve: “Vivir sólo a través de los libros es de una tristeza insoportable”. Hay otras reflexiones de Pombo que ahondan en la experiencia de vivir.
La novela narra la historia de un monje con vocación religiosa que, tras un mínimo incidente con unos novicios, sufre una crisis de fe y abandona el monasterio, “para recluirse solo entre montañas de libros de teología en un piso, hasta que el mundo, en forma de un sobrino inocente, un antiguo rival que lo odia y una mujer sencilla atrapada en una relación con ambos, irrumpen en su silenciosa realidad”, según resume Seoane. Explica Pombo que su protagonista, cuando avanza la historia, “se da cuenta de aquello que expresó tan bellamente Antonio Machado: ‘El rostro que ves no es rostro porque tú lo veas, es rostro porque te ve”. Y esa es la clave, dice: no somos nada sin la mirada del otro. Y aunque la relación con los otros puede a veces ser dura, y hasta “un conocimiento mortífero que obliga a enfrentar quiénes somos realmente, ahí está la gracia de vivir”. Pombo es un escritor que ha profundizado en su novelística en los problemas morales y en la religión, a la que define en esta novela –la fe, el perdón, la culpa y todos esos elementos del cristianismo– como una gran ficción. Y concluye, advirtiendo a los lectores, volviendo a la frase inicial, que estar fuera de la vida es lo peor que hay, “yo me resisto con todas mis fuerzas”; y espera, a sus 85 años, seguir escribiendo una novela por año, por lo que aún le quedan, calcula, “cinco todavía. Luego ya se verá”.
En Babelia, Domingo Ródenas de Moya cita a Álvaro Pombo (y también a Javier Marías) como escritores con los que tendría un parentesco Gonzalo Torné a la hora de “fabricar conciencias” en sus personajes, para lo que serían sus maestros supremos Henry James, Iris Murdoch o Saul Bellow. Torné acaba de publicar Brujería, una novela en la que se “retratan las relaciones de pareja (cómo mueren y cómo persisten, con qué excusas y arreglos) como un misterioso sortilegio…”, según la nota de publicación de la editorial.
En la reseña, Ródenas de Moya nos advierte a los lectores que “novelas como esta de Gonzalo Torné deberían llevar una vitola que evitara confundirlas con las novelas de aluvión. Algo tan desprejuiciado como ‘alta literatura’ que alertara esencialmente de que los protocolos de la lectura ordinaria no funcionan”. La exigencia al lector viene determinada por “las condiciones de partida que se impone el autor”, de las que destaca: “la creación de un sistema de dispositivos narrativos destinado a penetrar en la conciencia de los personajes, la prosa vigorosa y alérgica a rutinas y, en fin, la densidad y capacidad movilizadora de las ideas que atraviesan el relato”. A ello suma la destreza de Torné para “radiografiar grupúsculos humanos unidos por lazos de amistad o familiares en los que se reflejan, como círculos concéntricos, comunidades más amplias (cierta burguesía catalana, en esta ocasión) y, mediante sinécdoque, ciertos aspectos de la naturaleza humana”.
La trama se desarrolla a través una serie de conversaciones entre el narrador, Diego Castella y los Pons, a los que conoce durante el verano en Poblet, pueblo costero donde su familia tiene segunda residencia y que se parece mucho geográfica y socialmente a Cadaqués. El eje central de las conversaciones entre el protagonista y la familia con la que se relaciona giran en torno a cierto arreglo erótico-sentimental aunque pronto se intuye que las tensiones subyacentes son de otro orden y apuntan más a la clase socioeconómica: Mientras unos son beneficiarios del clasismo del dinero, los hermanos Pons vienen de una historia familiar con bastantes fracturas. Y termina la reseña el crítico señalando cómo “la universalidad de lo representado, junto con la excelencia del tratamiento formal y estilístico, hace de la novela una experiencia intensa no solo estética, sino cognoscitivamente”.
Editor independiente, profesión de riesgo
En un momento de la entrevista dice Pombo que la novela la terminó hace dos años, y se lamenta de la tardanza de la edición, que le impide tenerla ya muy presente. Y es que la edición tiene sus tiempos, sus circunstancias. Y sus objetivos.
Viene bien para entrar en el mundo de la edición lo que decía el editor Kurt Wolff, que dio a conocer a autores como Robert Walser y Franz Kafka, Karl Kraus, Georg Trakl o Heinrich Mann, que diferenciaba entre dos tipos de editores. Por un lado, aquellos que editan los libros que merecían ser leídos y, por otro, los que editan los libros que la gente quiere leer. Los de la segunda categoría respondían a los gustos del público, mientras los primeros trataban de crear un público. Wolff desdeñaba a los de la segunda categoría.
Traemos esto a cuento al leer en El Cultural que ¡hasta 10 nuevas editoriales independientes se han puesto en marcha en el último año! Luchan por abrirse paso, encontrar su espacio entre los grandes grupos, apostando por la calidad, “por voces nuevas y planteamientos inéditos, mimando las traducciones, el diseño y la originalidad”. Lo ha recopilado Nuria Azancot, que firma el reportaje. Resumiendo, se observan características afines: ilusión, apuesta por la calidad y oferta literaria diferenciada. También las cifras se mueven en una franja común: un capital inicial modesto para echar a andar, entre 20.000 y 60.000 euros, intención de publicar al año de 10 a 15 títulos, y tiradas que varían entre los 500 y los 2.000 ejemplares. Un buen dato, según uno de los editores, sería vender el 60 por ciento de ejemplares de la tirada.
Los campos de interés son diversos: En Plasson E Bartleboom pretenden publicar lo que gustaría leer “si no tuviéramos prisa. Narrativa y ensayo, aunque nos gustan los libros híbridos, difíciles de encasillar”. Su primer lanzamiento ha sido Mapas y perros, de Unai Elorriaga.
En OMEN, en búsqueda de “profundidad, autenticidad y relevancia”, apuestan para empezar por la literatura rumana inédita en español, “porque tenemos conocimiento de los tesoros que esconde”, dice su responsable. El hombre nuevo, de Grigore Dumitrescu es uno de sus primeros lanzamientos.
Pimienta Ediciones nació con el objetivo de difundir “la décima y las artes orales en España y Latinoamérica”, y preservar la tradición y dar a conocer su evolución”. Una muestra será la publicación del primer decimario del trovador cubano Silvio Rodríguez. Y Plankton Press publicará ensayos “que se lean como una novela, memorias que atrapen o divulgación que no descuide la literatura”. Y todos tratando de, como dice José Alcaraz, de La Pipa de Kif, publicar buenos libros y hacerlo de manera asequible. En Sonámbulos unen en el proyecto la imagen y la palabra. Editarán libros de fotografía y poesía, e ilustración, “sin olvidar obras genuinamente fotográficas”. Itsumustain ya cuenta con una colección de Infantil, otra para narrativa de autores noveles, además de libros de divulgación y ensayo, y, más modesta, Burro Lector (pretende publicar un par de títulos al año solamente) se centra en el mundo infantil, “aunque atractivo para todas las edades, mientras que Cielo Santo busca explorar el pensamiento actual.
Cierra el reportaje Azancot con Los Reyes del Mambo, orientada hacia el humor y “a todo lo que sea un poco underground”, según cuenta Pablo Villaverde, su impulsor.
New Directions, la apuesta permanente por la calidad
Hace unos días se celebró en el Palmeral de Marrakech la ceremonia de entrega del premio Formentor de las Letras al escritor húngaro László Krasznahorkai, un evento acompañado de las habituales jornadas literarias con escritores, críticos y editores, y en las que no podía faltar alguna que otra polémica. Antes de ocuparnos de la que se lió sobre cuál debe ser la función del periodista en estos tiempos de la cultura del entretenimiento, y al hilo de lo que comentamos sobre editores arriesgados, cuenta Antonio Iturbe, en Cultura/s, su encuentro con la editora norteamericana Barbara Epler, que publica en Estados Unidos al premiado de este año. Escribe Iturbe que “en el país donde reina la cultura del espectáculo, ella lleva décadas en el empeño de publicar únicamente a poetas y escritores extranjeros traducidos tan profundos como Neruda, Borges, Mishima, Pessoa, Sebald, Javier Marías o Vila-Matas”. En la charla que mantuvo con Iturbe, éste le preguntó sobre qué ha cambiado en el panorama desde que entró en la editorial, allá por 1984, y el presente, a lo que una Eple optimista le comentó que “el teléfono suena menos, pero los correos electrónicos son enjambres de mosquitos”. En Estados Unidos ahora hay más pequeñas editoriales interesadas en la traducción que en las décadas de 1980 y 1990, “por lo que debemos ser más rápidos que entonces”. No son malas noticias, parece. Y le dio algunos ejemplos: El premio Booker de Jenny Erpenbeck, “que ha generado muchos lectores nuevos”, o las nuevas traducciones de Pessoa, que han sido bien recibidas: “Nuestro Libro del desasosiego en tapa dura ha vendido más de 40.000 ejemplares”. Respecto al soporte, Epler ve que “los libros electrónicos se han estancado. ¡Los libros impresos están de moda!”, y los audiolibros aumentan en la proporción del total del negocio.
¡No disparen al periodista cultural! O sí
En las jornadas literarias que citamos, que acompañan a la fiesta del Premio Formentor, en uno de los salones del hotel marrakechí de la cadena Barceló, habilitado para la ocasión, se le ocurrió al novelista Juan Manuel de Prada preguntarse en voz alta si debe el periodismo cultural ocuparse de ciertos fenómenos de masas, de calidad discutida, o limitar su trabajo a descubrir y difundir aquellas figuras consideradas incontestables desde el punto de vista de la “buena” cultura. Da cuenta de la intervención en su columna semanal el director de Cultura/s Sergio Vila-Sanjuán, e informa de que se citaron como ejemplos la cantante Taylor Swift y el novelista Dan Brown “esgrimidos como sucesos pop de tremendo éxito respecto a los cuales sería mejor mantenerse a distancia, para no teñirse de los componentes de marketing y abaratamiento creativo que caracterizaría su despegue”. Le parece a Vila-Sanjuán que vale la pena volver a los orígenes de este debate, especialmente por lo que respecta al tratamiento mediático de la literatura, y se retrae a principios de los años 80, cuando la información cultural española “seria”, en secciones, suplementos y revistas, tendía a desdeñar el tratamiento de los libros superventas, considerados inferiores a la buena literatura. Hablamos de los llamados best seller. Con el tiempo esto ha cambiado, sostiene, y hoy resulta habitual, dado que hay distintos niveles literarios, que el periodista cultural atienda, con buen criterio, a todos: “Tenemos el nivel de la literatura más exigente con el lector, la comprometida con la innovación creativa y la excelencia de la prosa, lo que podríamos llamar un `canon exquisito´, muy bien representado, por cierto, en el palmarés de los premios Formentor”, entre los que cita a Borges y Beckett, o al último, Krasznahorkai, y a Bellow, Gombrowicz, Marías, Calasso, etc. Pero existen también los integrantes del “canon popular” (así lo denomina el articulista), aquellos autores leídos por millones de personas: Verne, Rowling, Mitchell o Grisham, donde prima el tema sobre la forma. Además, las fronteras son elásticas, dice: “Dickens o García Márquez figuran en ambas categorías. Y el éxito genera a veces curiosas reacciones contrarias”, y arremete contra los, diríamos, puristas: “algunos guardianes de la supuesta pureza “altoliteraria” han reprochado al añorado Carlos Ruiz Zafón, autor de la novela española más difundida después de El Quijote, o a Arturo Pérez-Reverte, actualmente el escritor español más traducido en el mundo, que el suyo sea deudor de la mercadotecnia”.
Hablando de Pérez-Reverte, tiene nueva novela y en el suplemento que coordina Vila-Sanjuán la han recibido con una elogiosa crítica firmada por Emilio Lara. Dice, en un recuadro de fondo amarillo, que el escritor de Cartagena ha evolucionado “de Dumas a Víctor Hugo”. De esta nueva novela de Pérez-Reverte, que lleva por título La isla de la mujer dormida, se puede leer gratis, si es de su interés, un avance en el suplemento La Lectura. Paga Alfaguara.
Mientras Vila-Sanjuan cerraba la polémica con un “no, el éxito popular no es criterio para ningunear a un autor (o cantante) desde el periodismo especializado, sino para acercarse a su obra con curiosidad desprejuiciada y voluntad analítica”, en ABC Cultural, Rebeca Argudo escribe, al hilo de la intervención de Juan Manuel de Prada sobre cultura y gusto popular que la pregunta que subyace en todo esto sería “si es deber de la cultura adaptarse al público a toda costa, aunque eso signifique rebajar su calidad, con el fin de ser accesible a todos, o si, por el contrario, ese deber de facilitar el acceso debería darse sin detrimento de esta (…) Creo que una mala interpretación de lo que debería ser la democratización de la cultura puede llevar a operar en detrimento, precisamente, de la cultura”.
Y concluye en coincidir con De Prada en que “el único periodismo cultural digno de tal nombre –y, a la postre, el único viable– será el que haga un esfuerzo de discernimiento, denunciando la falsificación de la cultura y su conversión en una fábrica de pacotillas”. Lo demás, sentencian, no será periodismo sino propaganda: “Publicidad subvencionada (o interesada) de confites y galguearías, poco nutritivas, pero de fácil digestión”.
Al hilo de estas reflexiones, y sin abandonar la “órbita ABC”, el que fuera su director “auténtico”, Luis María Anson, acude, aquí en calidad de periodista cultural, a su cita obligada para reseñar cada novela de Isabel San Sebastián. Le dedica su artículo en El Cultural en el que dice de ella que “ha triunfado en el periódico impreso, en el periódico hablado, en el periódico audiovisual, instalándose en la alta popularidad y en la fama de la seriedad y la cultura [y ahora] parece que aspira a cerrar su vida intelectual no en el periodismo sino en la novela y, aunque no son pocos los defectos de sus relatos (¡ojo al periodista cultural!) habrá que concluir que la autora ocupa ya lugar destacado en la República de las Letras, con éxito creciente entre los lectores”. (Lo de los defectos no se lo perdonará). Y después de contar los avatares de Doña Urraca, que de eso va la novela de San Sebastián, cierra Anson su artículo afirmando que no se arrepentirá el lector que se adentre en ella porque esta escritora “construye la novela histórica como muy pocos han sido capaces de hacerlo” (sic). Escribe también Anson esta semana en otro suplemento, en ABC Cultural, como académico de la RAE, sobre la unidad del español y la lucha de Lázaro Carreter para conseguirla. A la RAE ingresará en noviembre como nuevo miembro Javier Cercas, motivo por el que es entrevistado en Abril. En la entrevista que le hace Elena Pita elogia El Quijote. Y se rebela contra la imagen de escritor enfadado que se tiene de él. Y eso…
E. Huilson
Gran trabajo de síntesis y muy bien hilado
Dile a Pombo, cuando le veas por Arguelles, que Machado no escribió «el rostro que ves», sino el ojo que ves. Eso de tener 89 años…