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El premio que nunca querrías

Los premios Darwin son historias macabras que nos hacen reír mientras nos instruyen en las leyes del sentido común.

Ralph Davies

Mientras realizaba una investigación sobre biología en la Universidad de Stanford en 1993, la estadounidense Wendy Northcutt comenzó a recopilar historias de individuos que habían acabado con su vida de la forma más absurda y tonta posible. Para Northcutt, estas historias, que van de lo sublimemente irónico a lo patéticamente estúpido, muestran ejemplos de ensayo y error (fatal) que ilustran vívidamente la evolución en toda su gloria selectiva. Ese año decidió crear los Premios Darwin.

En honor, por supuesto, a Charles Darwin, el padre de la evolución, estos galardones premian a aquellos que mejoran nuestro acervo genético, eliminándose de él de la forma más idiota posible, mejorando de esta forma la evolución humana.

Los requisitos para participar en estos premios son serios y se rigen por los siguientes criterios: el premiado debe estar en su sano juicio y aun así, provocar su propia desaparición de forma absurda. El hecho debe ser verdadero.

Son todos ellos ejemplos de los peligros inherentes a la falta de sentido común. En otras palabras, se trata de cuentos con moraleja sobre personas que se suicidan de un modo insólito llevando a cabo planes desastrosos que cualquier preadolescente sabría que son el resultado de una idea realmente mala.

Ejemplos: El terrorista que envía una carta bomba con un franqueo insuficiente merece ganar un premio Darwin cuando recibe el paquete de vuelta y lo abre. O los surfistas que celebran un huracán organizando una fiesta frente a la playa y son arrastrados por el mar. O el individuo que buscando hacer fotos del salto en paracaídas de sus amigos olvida ponerse el suyo. Irónicas historias (reales) de desventuras fatales que ilustran algunas de las lecciones más importantes de la vida.

En 2020 el Premio Darwin lo consiguió un hombre en Colorado, Michael Wayne Sexson, de 53 años, quien leyó un libro sobre un tesoro escondido por un excéntrico comerciante llamado Forrest Fenn en algún lugar de las Montañas Rocosas. El tesoro podía tener un valor de 2 millones de dólares y las claves para encontrarlo se encontraban en un poema de este libro, escrito por el propio Fenn.

Montañas Rocosas donde se perdió Sexson

Sexson convenció a un amigo para ir en busca del tesoro en unas condiciones nada adecuadas para la aventura. Era el mes de febrero de 2020 y acabaron desorientados y salvados cuando estaban a punto de morir de frío. Unas semanas después, volvieron a intentarlo con motos de nieve que cargaron en su furgoneta. Al no regresar, se dio la voz de alarma. Les encontraron casi en el mismo lugar del rescate anterior. Sexson ya había muerto. Su amigo sobrevivió.

Por si a alguno se le ocurre semejante idea, solo decir que meses después de este hecho, en junio 2020, el propio Fenn aseguró que alguien había encontrado su tesoro y cuando le preguntaron al octogenario por qué decidió esconderlo en las Montañas Rocosas, su respuesta fue: “Para que la gente se levante de sus sofás”. Fenn murió en septiembre del 2020.

VIRUMBRALES

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