Relatos con música

Una malagueña en Cuba

Isaac Albéniz

El catalán afincado en Madrid Isaac Albéniz tenía ganas de conocer Andalucía. Los ritmos, los bailes, las canciones que escuchaba en los cafés conciertos de la capital eran un verdadero foco de inspiración. Pero quería ver in situ el ambiente folklórico andaluz. Al final, su sueño se convirtió en realidad y en 1882 comienza una gira por las provincias andaluzas. Recala en Málaga. Y allí escucha los ritmos que introdujera Juan Breva –de quien Lorca había escrito que tenía cuerpo de gigante y voz de niña-, un palo conocido como la Malagueña. Entre 1882 y 1889, Albéniz compone su Suite Española que más tarde, entre 1905 y 1909 (año de su muerte) incorpora a su Suite Iberia, compuesta por cuatro cuadernos en los que se puede reconocer los cantes y los bailes populares de la Andalucía que encandilaron al compositor: el Puerto de Santa María, El Corpus Christi sevillano, Triana, el Albaicín, Ronda, Almería…. Pero de entre todas las piezas que componen la última obra de Albéniz, hay que fijarse en la Malagueña, una pieza de extraordinaria dificultad rítmica que va aumentando a medida que avanza la partitura. Toda la Suite Iberia está compuesta para piano, instrumento en el que Albéniz era un virtuoso extraordinario. Pues bien, ¿qué nos queda de esta obra tan emblemática del maestro de Campodron, formado en los más prestigiosos conservatorios de Bélgica, Francia y España? Pues el reconocimiento, la valía de la composición, la materialización del romanticismo español en la obra, el espíritu nacionalista de un compositor que supo sacarle al folklore de su país todo su jugo para componer música que se escuchara en los más distinguidos auditorios… Todo un legado. ¿Y la popularidad? Para eso, hay que ir un poco más allá, atravesando el Atlántico, incluso.

Ernesto Lecuona (Radio Cadena Habana)

Los aires de la Malagueña de Albéniz llegaron hasta Cuba. Un músico isleño, Ernesto Lecuona, hijo de un periodista español afincado en la isla, comenzaba a despuntar como compositor, siendo capaz de mezclar los aires caribeños con los ritmos de la época: el pop, el jazz,  incluso las bandas militares. Y tomó como referencia para uno de sus éxitos la obra de Albéniz.

La Malagueña de Lecuona es la versión más popular, extendida, interpretada y reconocida en el mundo entero. Conserva  bien  la  esencia  de  la  malagueña  folklórica, inmortalizada en el canon de la  música clásica por Isaac Albéniz. Está claro que Lecuona conocía y fue influido por la obra para piano del compositor español. Forma parte de la Suite Andalucía, compuesta por el cubano en 1932. La canción alcanzó fama mundial en 1961, cuando Bill Holman, un arreglista estadounidense de jazz, decidió arreglar la partitura para que la orquesta Stan Kenton la interpretara al ritmo de una big band. A partir de ahí, las versiones de la partitura del cubano son múltiples.

Cuando se dice Malagueña todo el mundo asocia la composición a Lecuona. Y el pobre Albéniz muriéndose de un cólico nefrítico en los Pirineos franceses… ¡Vivir para ver!

Gabriel Sánchez

La orquesta de Stan Kenton interpreta Malagueña (Estados Unidos 1962):

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