Semanario Cultural

Javier Cercas entra en la RAE… pero no en las listas de top-venta

Javier Cercas es desde ayer miembro de la Real Academia Española. Por la mañana, en El País, horas antes de la ceremonia, leíamos estas palabras de Jordi Amat: “la docta casa incorpora al escritor de las letras españolas con mayor prestigio global. Cercas ha sido reconocido como un autor internacional por los lectores de los principales sistemas literarios occidentales (no baja de los 30.000 ejemplares en francés, por ejemplo) y a través de la concesión de todo tipo de premios (la lista es interminable, muchos más fuera de España que en España). Pero también por los colegas de profesión, muchos de ellos grandes figuras de la no ficción literaria europea”.

Sin embargo, en España, a pesar de tan prestigioso currículum, los lectores no lo consideran lo suficiente para que figure entre los 10 escritores más relevantes del siglo XXI. Así se desprende de la encuesta publicada por Babelia (El País), con la que han tratado de hacer lo que llaman la “radiografía del lector español del siglo XXI”, aunque a la vista de los resultados nos da un poco la impresión de que el paciente se les ha movido demasiado mientras hacían la placa sin que se dieran cuenta. 

Autores elegidos por los encuestados de El País como escritores españoles más relevantes del siglo XXI, asombroso, pero cierto

No lo decimos porque los encuestados (2.000) hayan elegido como el escritor más relevante a Arturo Pérez-Reverte (las ventas y la actualidad de la última publicación mandan), sino por lo dispar de las opiniones, que hasta las hay ridículas, o divertidas, como las califican los autores del reportaje: “Es divertido comprobar que en esta lista se cuelan respuestas de lectores despistados, como los que señalan a Miguel de Cervantes (5%) como el escritor español más relevante de este siglo, o los que eligen a Isabel Allende (3%) o a Gabriel García Márquez (3%), que no tienen esa nacionalidad”. En esa lista de los diez más relevantes están Carlos Ruiz Zafón, Almudena Grandes, María Dueñas, Javier Castillo, Julia Navarro y Santiago Posteguillo. Por cierto, en la lista del top 10 de relevancia también aparece ¡Camilo José Cela!, el único con el que se hubiera divertido comentando la broma don Miguel de Cervantes. 

De otros datos de la encuesta, como que el 55% de los españoles dice que lee libros habitualmente, aunque solo un 25% lee a diario y otro 30% lo hace todas las semanas, o que el 18% de las personas confiesa que no lee nunca o casi nunca, saquen ustedes sus propias conclusiones. Ah, y que las mujeres leen más (el 60% lo hacen) que los hombres (el 50%), ya era sabido.

Para la encuesta se hicieron preguntas curiosas, como qué libro le ha cambiado la vida, a la que hasta 14 personas dijeron que El Quijote, encabezando el ranking, seguido de Dime quién soy, de Julia Navarro (6 personas) ¿Cómo les cambiaría la vida? ¿No les pica la curiosidad?

También se pregunta por el libro que tienen en la mesilla, y ahí no hay competencia: Las hijas de la criada, de Sonsoles Ónega, premio Planeta del pasado año ocupa ese lugar íntimo. Tal cual.

Cercas, maestro de la “novela híbrida”

Javier Cercas (Fuente. RTVE)

Cuando se publicó Soldados de Salamina, la novela que dio a conocer a Cercas más allá del ámbito nacional, Roberto Bolaño escribió un artículo en el que elevaba al escritor al  “reducido grupo de cabeza de la narrativa española. Su novela juega con el hibridaje, con el ´relato real` (que el mismo Cercas ha inventado), con la novela histórica, con la narrativa hiperobjetiva, sin importarle traicionar cada vez que le conviene estos mismo presupuestos genéricos para deslizarse sin ningún rubor hacia la poesía, hacia la épica, hacia donde sea, pero siempre hacia delante”.  

Volviendo al perfil que publicaba ayer Jordi Amat, recuerda la importancia de que Cercas fuera incorporado a la edición catalana de El País como cronista, pues “del contacto entre ficción e historia o presente surge la innovadora fórmula de la no ficción literaria que ya es un clásico contemporáneo”. 

Cuando publicó Soldados de Salamina recibió elogios de “dos de los mandarines del siglo XX: Susan Sontag y George Steiner, que sugirió invitarle a impartir el ciclo de conferencias Weidenfeld en Oxford”. Un prestigio, dice Amat, que le ha llevado a relacionarse con destacados escritores internacionales, y hasta que el Papa Francisco lo eligiera para acompañarle en un viaje a Mongolia y dejarle entrar en las cuevas del Vaticano. De esta invitación habla Cercas en la entrevista que le ha hecho para El Cultural Nuria Azancot. Explica que él es “ateo de religión, pero cristiano de cultura –como casi todos los europeos– y llevaba años preguntándome qué hacemos con nuestra herencia cristiana y qué significa ahora que vivimos en una Europa laica y que, en todo Occidente, el cristianismo se bate en retirada”. Pues bien, un día el Vaticano le ofrece la posibilidad de escribir un libro que ningún escritor ha tenido la posibilidad de escribir, “porque a ninguno le han abierto las puertas del Vaticano para que hable con quien quiera –desde los prefectos hasta los cardenales, los intelectuales del papa o el propio papa–, y para que acompañe al papa en un viaje a Mongolia, of all places”. De ahí surge el libro, una auténtica locura, explica, “un experimento inédito, un libro quizá imposible y por eso irresistiblemente atractivo”. 

El loco de Dios en Mongolia es el título del libro, que se publicará en la primavera del próximo año, y aborda, según Cercas, de “una interpretación del personaje, un tipo muchísimo más complejo que el que aparece en los medios, pero no es una biografía”. Y estará en la línea de otros libros suyos, “una novela sin ficción, un thriller que participa de diversos géneros (el ensayo, la crónica, la historia, la autobiografía) en cuyo centro se hallan Bergoglio y el mayor enigma del que tengo noticia: la resurrección de la carne y la vida eterna”. 

“¿Le preocupa la trascendencia y la muerte?”, le pregunta Azancot. “¿A usted no?”, le responde, irónico, Cercas. 

Además de su preocupación por la resurrección de la carne, a Cercas le sigue obsesionando la crítica. En su discurso de ayer volvió sobre ello. Leemos en la crónica de El País: En las revistas y suplementos literarios actuales ha situado Cercas uno más de los “malentendidos, este fruto de la ignorancia”: el que consiste en que, para parte de la crítica, la buena literatura es “con escasas excepciones, minoritaria, secreta”, y que la que goza de lectores numerosos “está incapacitada” para ser buena. Si estamos de acuerdo con esto, ha proseguido, el Quijote “implicaría alguna forma de derrota artística”. Dostoievski y Tolstói fueron “ídolos de masas”, García Márquez o Vargas Llosa “atraían centenares de miles de lectores” y la Academia Sueca “no se equivocó cuando concedió el Nobel de Literatura a Bob Dylan en 2016”, ha defendido. Estos prejuicios contra la popularidad de la literatura no significa que solo las novelas con éxito sean buenas. Entonces, ¿cuál es el criterio literario fiable sobre qué es un buen libro? “El tiempo”, ha dicho.

Es ese tiempo, gran escultor, que decía Marguerite Yourcenar, el que en la misma tumba de polvo enterrará a … ¿quién sabe nadie?

Margaret Atwood te cuenta “tu futuro”

Margaret Atwood

Como estos resúmenes llevan el adjetivo “particular”, nos permite evitar ser exhaustivos, por lo que, tras el largo espacio dedicado a Cercas, cerraremos con dos reseñas de novedades (o no tanto) que nos llamaron la atención.

“Hay escritores a los que recurrimos porque, inexplicablemente, pueden predecir nuestro futuro; hay otros a los que necesitamos por su hábil diagnóstico de nuestro presente; y están esos a los que amamos porque pueden explicar nuestro pasado. Y luego están los atípicos: los que nos regalan otras líneas temporales distintas de aquella en la que estamos atrapados, realidades lejos de casa”. Pues bien, para la crítica del suplementos de libros del New York Times, Rebecca Makkai, la novelista (y cuentista) Margaret Atwood puede figurar en las cuatro categorías. En esa reseña, que reproduce El Cultural, Makkai explica como los cuentos o relatos breves de Atwood, al igual que ocurre con las novelas, tienen las mismas posibilidades de estar ambientados en el más lejano pasado, el mundo de la Antigüedad, que, en el inmediato, el Toronto de los años 30 o en una Tierra posapocalíptica. 

Se acaba de publicar en España un nueva colección de sus relatos breves bajo el título Perdidas en el bosque. Atwood ha cumplido ya los 84 años, por lo que la mayoría de sus lectores son más jóvenes, lo que da la impresión –anota la reseña– que lo que producen muchos de los relatos es sabiduría transmitida: “No son misivas desde un futuro hipotético, sino desde uno al que todos nos dirigimos, si tenemos la suerte de sobrevivir. Es un nuevo tipo de futurismo por parte de Atwood: una llamada desde lo alto del camino para avisarnos de lo que nos espera”. 

Veamos algunos asuntos que se tratan en los relatos: “Una madre cree que es una bruja; el alma de un caracol se funde con la de un representante del servicio de atención al cliente; Hipatia de Alejandría relata a un público moderno cómo la asesinaron con una concha; un alienígena, contratado para entretener a los terrícolas en cuarentena durante una pandemia, convierte la leyenda de “La impaciente Griselda” en una desternillante historia de venganza, aunque no fuera esa la intención (del alienígena)”, y así varios más. 

Las invocaciones a la Covid parecen improvisadas –ahí reside la única nota negativa que le pone Makkai– “y es en sus poco convincentes intentos de actualidad donde estas historias intermedias fallan tantas veces como aciertan”. Pero eso no le impide salvar el conjunto. “¿Quién ha amado alguna vez a Margaret Atwood por su prudente moderación?”, pregunta. Y ella misma responde mostrando toda su admiración por la autora de El cuento de la criada: “no deja pasar ninguna bola, y a veces falla. En realidad, me sentiría más tentada a profundizar en el rompecabezas que plantea este popurrí de historias intermedias intercaladas entre relatos enlazados, realistas, virtuosos y elegíacos si la explicación no pareciese tan sencilla: esto es Atwood. Esta es nuestra Jano de cuatro caras, que tiene una cara vuelta hacia el pasado, otra hacia el presente, otra hacia el futuro y la cuarta dentro de una nave espacial, contando historias sobre comer caballos. Que su reinado sea largo”. 

El regreso de Carrie

Stephen King (F: Kevin Payravi)

Lástima que de los 2.000 entrevistados por la encuesta de Babelia ninguno contestara que (tal como otros lo hacían con Cervantes, Sonsoles Ónega o Pérez Reverte) Stephen King fuera su mejor autor “español” de este siglo y que Carrie le cambió la vida, y que quince años después seguía en su mesilla, la de noche, que es la que más miedo da. Hubiera sido un giro irónico propio de un gran lector-escritor.

Ha pasado medio siglo desde que se publicara Carrie “sin que su protagonista haya dejado de ser, desde su nacimiento, una de las adolescentes más arquetípicas y paradigmáticas de las letras norteamericanas (…) hasta consagrarse como auténtico icono planetario”. Y ese aniversario bien merecía una reedición. Llega a las librerías en una edición “potenciada por portada flamígera y un prólogo reflexivo de Margaret Atwood y un prefacio explicativo del propio King evocando el origen del asunto y como su esposa, al igual que la de Vladimir Nabokov con el manuscrito de otra chica complicada, Lolita, lo salvó de la incineración”. Reseña esta reedición Rodrigo Fresán en Abc Cultural, y apunta que no es exagerado decir que “en términos de influencia y permanencia dentro del atemporal imaginario juvenil y más o menos disfuncional, Carrie White está a la altura del Holden Caulfield de J. D. Salinger en El guardián entre el centeno. Sólo que Holden apenas desea acabar con todos los falsos que lo rodean y atormentan con su hipocresía; mientras que Carrie –algo así como La verduga en el gimnasio– arrasa con todo y todos en ese pueblo chico, infierno grande que le ha hecho la vida imposible».

Después de cincuenta años, avisa Fresán, se nota el paso del tiempo (a un lector novato le extrañará la ausencia de teléfonos móviles y, por suerte para Carrie, redes sociales). Pero, aún así, “se impone con creces su condición, aquí y ahora, de casi embrujado cuento de hadas clásico y atemporal”.

Y recuerda que Carrie fue también el estallido de una gran racha a la que siguieron la vampírica El misterio de Salem’s Lot; la fantasmal El resplandor; o la epidémica La danza de la muerte/Apocalipsis.

Por cierto, a día de hoy es uno de los libros más censurados en las bibliotecas de los institutos secundarios de EEUU. Lo que es un incomprensible despropósito, según Fresán, porque Carrie, con sus tampones y sangre de cerdo, “es un libro muy didáctico en cuanto a cómo no hay que comportarse en aulas y patios y vestuarios. Un virtual y virtuoso manual enseñando con lujo de detalles que a todo ‘bully’ le llega la hora de la expulsión (o más bien de la eyección) de la peor pero más que merecida manera posible”. 

Y es que a veces un best seller alberga enseñanzas, no desesperemos. 

                                                                                                                   E. Huilson

Posdata: Podría ser útil para completar la lectura de este resumen donde se mezclan récords de ventas y calidad literaria releer un antiguo artículo publicado en este Patio sobre una controversia en la que intervino Cercas arremetiendo contra la crítica. Lo pueden encontrar aquí.

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