Artistas

Gabriele Münter, expresionismo femenino en el Museo Thyssen

Mujer pensativa. Retrato de Gertrude Holz. Obra de Gabriele Münter de 1917

Gabriele Münter (1877-1962) a pesar de ser una de las pintoras más destacadas del primer expresionismo alemán, presente en todos los movimientos de la época, quedó en su tiempo en un segundo plano, apenas reconocida como artista entre los colectivos artísticos destacados de su tiempo, como El Jinete Azul, pero ahí estaba.

Ahora, el museo Thyssen Bornemisza celebra la primera retrospectiva de Münter en España con una exposición que recorre su trayectoria artística y vital.

Tras el recorrido por la muestra (a la que pudimos asistir en su inauguración), nos serviremos de sus cuadros para acercarnos a la trayectoria artística y vital de la artista.

Del reconocimiento de su obra baste decir que la primera muestra de ‘la documenta’ (así en minúscula) de Kassel, una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo, comparable con la Bienal de Venecia, que se celebra cada cinco años desde 1955 en la ciudad alemana, en aquella primera muestra decimos, Münter fue una de las siete mujeres artistas -de un total de 148-  presente en la muestra.

Autorretrato (hacia 1901)

Dibujante

Münter era una excelente dibujante como se puede observar en el autorretrato al carboncillo que se hizo a los 21 años. A finales del siglo XIX no había muchas oportunidades para que las mujeres pudieran estudiar arte y sus comienzos fueron los propios de una autodidacta. No tenía modelo, pero quería pintar por lo que se pintaba a sí misma, como prueban los muchos autorretratos; a lápiz, y más tarde al óleo. De sus dibujos se han conservado centenares de cuadernos, donde la figura femenina, fuerte y desinhibida, está muy presente.

Münter fotografía a ‘Tres mujeres vestidas de domingo’ en la Juneteenth el 19 de junio de 1900

Fotógrafa

La artista se quedó huérfana de padres a los veinte años y, junto a su hermana, viaja a Estados Unidos, país en el que sus padres se habían conocido antes de emigrar a Alemania. Nada más llegar, compra una cámara Kodak. Con la fotografía descubre una forma diferente de enmarcar el mundo que le será muy útil en su pintura. Fotografía momentos de su viaje, pero también instantáneas de actualidad, como esta fotografía (1900) donde tres mujeres, elegantemente vestidas, celebran el Juneteenth, la conmemoración de la abolición de la esclavitud en Texas. De ese viaje dejan constancia más de 400 fotos (de la época, en película, téngase en cuenta que no estaban a un clic de la cámara de un móvil).

Kandinsky, profesor y amor

Paseo en barco, con la figura de Kandinski en el centro y la propia autora, de espaldas

De vuelta a Alemania, en 1902, Münter se instala en Munich y acude a la progresista Escuela Phalanx, un centro privado que admite a mujeres, fundado por el pintor Vasili Kandinski. Münster aprende a pintar al óleo… y se enamora de ese profesor ruso, un hombre casado que le promete matrimonio para cuando pueda obtener el divorcio, promesa que nunca se cumplirá.

Es una época muy prolífica para la artista, que se plasma en cuadros llenos de color y con una técnica cada vez más elaborada. Y aprende también la técnica del linograbado.

Calle del pueblo en azul (1911)

El caballo azul

En 1909, Münter ayudó a fundar en Múnich el grupo vanguardista Neue Künstlervereinigung (Asociación de Nuevos Artistas); en 1911, ella, Kandinsky y artistas como Franz Marc o Paul Klee abandonaron dicho grupo para formar Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), un destacado grupo expresionista que proponía el arte como algo transnacional, sugiriendo un arte igualitario de las distintas manifestaciones artísticas. El movimiento apenas se mantuvo tres años, pero llegó a desarrollar su teoría publicada en un Almanaque donde queda constancia de la participación activa de Gabriele Münter. La amazona azul era el nombre que daban a las escasas mujeres del grupo. En esa época Münter aprende también la pintura sobre vidrio.

Casa de Gabriele Münter en Murnau (1931)

Murnau, amor a primera vista

Gabriele Münter en su bicicleta hacia 1901 (autor desconocido)

Nuestra artista es una mujer deportista y vital. Entusiasta de la bicicleta, como se puede ver en esta imagen tomada por un autor desconocido. En una de sus excursiones, hacia 1908, descubre y se enamora del pueblo de Murnau. Allí conseguirá una casa, que ella pinta años más tarde. Los paisajes de los Alpes bávaros le atraen y el color va ganando protagonismo con obras de gran contraste cromático. La casa es lugar de encuentro de otros artistas.

Allí se almacenan decenas de obras, tanto suyas como de Kandinski -cerca de cien- y de otros miembros del movimiento El jinete azul. Comienza la Primera Guerra Mundial y Kandinski se ve obligado a volver a Rusia; Münter le promete custodiar su obra. Cuando Kandinski regresa a Alemania está casado de nuevo, pero con otra mujer. La promesa de matrimonio se ha roto. Reclama sus 80 cuadros a Münter. Ella le lleva a juicio y gana el pleito. Kandinski nunca volvió a ver sus cuadros. Gabriele los protegió en su casa de Murnau entonces, y después, en los siniestros años del fascismo. Escondió los cuadros del que es considerado precursor del arte abstracto y del expresionismo, así como otros del grupo pictórico al que pertenecía, en el sótano de la casa. Los sucesivos registros que al parecer se produjeron, fueron en balde.

Detalle del Retrato de Marianne von Werefkin (1909)

Mujeres independientes

Los retratos siempre interesaron a Münter. La artista pinta a la mujer. Y la pinta independiente, sola, emancipada, progresista. Son figuras que sobresalen tras los fondos neutros. Mujeres conocidas, como Anna Roslund, o amigas que le sirvieron de modelo como la sueca de origen judío Gertrude Holz. Figuras imponentes como la de Werefkina «segura de sí misma, autoritaria, opulentamente vestida», como la describió la propia Münter

También le interesó mucho, a ella y a Kandinski, la pintura infantil. Estudiaban atentamente los dibujos de niños como parte de un desaprendizaje de la visión académica que habían recibido. En las pinturas de los más pequeños encontraban la verdadera creatividad.

Münter tituló esta obra ‘Escuchando’ (retrato de Jawlwnsky)

En ocasiones pinta a amigos. En el cuadro titulado Escuchando, Münter retrata al pintor expresionista ruso, y amigo, Jawlensky, escuchando atentamente alguna conversación, en el que consigue captar la ironía con la que el ruso atiende a sus amigos intelectuales de la época. El cuadro data de 1909.

El lago azul (1954)

Su legado y su generosidad

Tras la Primera Guerra Mundial,  Gabriele Münter vivió un período de diez años de vida nómada, Estocolmo, Berlín, París, viajando y pintando muy poco, pero dibujando mucho.

Vuelve con energía en los años 30 y regresa a su casa de Murnau, donde convive con el historiador de arte Johannes Eichner. Más tarde volverá al expresionismo: las calles, los paisajes y los colores intensos son protagonistas en sus lienzos. Los nazis le prohíben exponer. Se retira de la vida pública. Después de la Segunda Guerra Mundial, se empieza a reivindicar su figura, y en el año 49 se organiza la primera exposición monográfica de Münter.

En 1957 Gabriele Münter, con 81 años, dona toda su obra, las pinturas de Kandinski, las decenas de obras de los artistas del Jinete Azul y su colección de arte, en total más de mil piezas, a la ciudad de Múnich.

Ana Amador

Las imágenes están fotografiadas de la exposición que el Museo Thyssen de Madrid ha dedicado a la artista y que permanecerá abierta hasta el 9 de febrero de 2025.

2 comentarios en «Gabriele Münter, expresionismo femenino en el Museo Thyssen»

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