El melocotonazo de la semana #10
Stray Kids – LALALALA
En menos de un mes, la boy-band surcoreana Stray Kids ha conseguido más de 60 MILLONES de reproducciones del videoclip de su single LALALALA, un adelanto de su nuevo EP. Subido al canal de JYP Entertainment, siguiendo la tónica fantasiosa común en los contenidos audiovisuales de las bandas de ese heterogéneo género llamado K-Pop, el vídeo presenta a los bailongos miembros de Stray Kids como personajes casi de cómic en decorados de lo más variopinto, creados con la ayuda de efectos especiales.
Hay un ingrediente claramente teatral en los distintos escenarios donde los surcoreanos despliegan sus contagiosas coreografías: un barco pirata, un salón con un autobús escolar estadounidense incrustado o el morro de un camión rockero a lo Mad Max con pirotecnia incluida sirven de “sala de baile” para los imberbes ídolos en el pomposo acompañamiento visual de una canción cuyo inicio es carne de TikTok. El estilo es difícil de definir ya que utilizan diversas herramientas del amalgamado pop actual, que van desde el rock a la electrónica pasando por el rap, pero varios artículos en la red lo tildan de drift phonk, un subgénero de un subgénero del hip-hop de Memphis, nacido en los 90 y que poco tiene que ver ya con su hijo bastardo, popularizado en Internet desde Rusia a principios de esta década.
La globalización es un buen abono para el sincretismo musical, sobre todo en el ámbito del pop, donde las tendencias vienen y van con facilidad y “picar” de otros géneros más underground se hace imprescindible para la supervivencia de productos estético-sonoros rentables a corto plazo. Stray Kids es un grupo nacido de un reality-show creado en 2017 por JYP Entertainment, el sello fundado en 1997 por J.Y. Park, un cantautor, productor y juez de programas musicales de televisión nacido en Seúl.
Primer capítulo del reality-show “Stray Kids”, del que nació el grupo:
El éxito mundial del que, desde hace unos años, vienen gozando algunas boy-bands surcoreanas es una muestra de la potencia económica de la esfera cultural asiática para exportar su pathos al mundo, como hicieron los anglosajones desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Además, hoy en día, la industria musical cuenta con infinidad de herramientas para hacer llegar sus propuestas al público más susceptible y rentable. Adolescentes obnubilados por la imagen casi anime de sus pop-stars asiáticas favoritas, llegan a convencer a sus padres para que paguen entradas VIP de hasta 600€ en los conciertos, con las que acceden a sentarse a ver comer a los miembros de determinada agrupación o a saludarles sin tocarles.
El vídeo que aparece a continuación fue publicado en el canal de Stray Kids y es una muestra de la coreografía de la canción, para que la base de fans pueda imitar sus movimientos y crear su propio contenido, catapultando así el impacto del producto con publicidad extra (y gratis) en redes como TikTok, la empresa china con domicilio fiscal en las Islas Caimán. Tiene pinta de que, en las beatlemanías de nuestro siglo, al fan no sólo se le exige convertirse en cliente sino también hacer algo de voluntariado promocional.
Escrito por William Hear