Semanario Cultural

Ana Blandiana, un premio a la resistencia

El próximo viernes se entregan los Premios Princesa de Asturias 2024. Ya hablamos de ello en Patio sin red con motivo del reportaje-perfil sobre la historietista iraní Marjane Satrapi, creadora de Persépolis, una obra que ha devenido en icono de denuncia del integrismo islamista. Junto a Satrapi, otra mujer, que tuvo que enfrentarse también a un régimen dictatorial, la Rumanía comunista, Ana Blandiana, escritora, poeta, novelista y ensayista, la acompañará en el estrado de premiados. (El periodista y escritor Michael Ignatieff, el cantautor Joan Manuel Serrat y la agencia Magnun Photos completan el elenco de galardonados en esta edición).

Recuerda Nuria Azancot en El Cultural que Bandiana fue hija de un “enemigo del pueblo” encarcelado por el régimen comunista rumano. El nombre real de Blandiana es Otilia Valeria Coman, de la que el jurado del premio valoró que, en su poesía, “plantea preguntas fundamentales sobre la existencia del ser humano, en soledad y sociedad, ante la naturaleza y la historia”. 

Ana Blandiana (Colprensa/El Colombiano)

Blandiana nació en la ciudad rumana de Timisoara en 1942. Pagó con su expulsión de la universidad, donde apenas acababa de ingresar, allá por 1959, la militancia de oposición al régimen de su padre. Conoce bien, por ello, las prácticas de la dictadura, ante las que “el escritor no puede hacer otra cosa que escribir. La cuestión es hasta qué punto su escritura, siempre subjetiva, tiene repercusión en la realidad objetiva”, se pregunta durante la entrevista. De la  repercusión de la literatura distingue que “mientras en una sociedad democrática es casi inexistente, en una dictadura las cosas son diferentes no solo porque la gente está siempre en busca de la libertad, que ya no existe y cuyos últimos vestigios encuentra y respira en los libros, sino también porque –a diferencia de los dirigentes políticos democráticos, indiferentes a la cultura– los dictadores temen la perennidad de la cultura que intentan subyugar para perpetuar su imagen y, por tanto, su poder. Los escritores que se niegan, sea cual sea el precio que paguen por ello, se convierten en los árbitros del futuro tanto por el miedo a desenmascarar su culpa como por la esperanza que inventan”. 

Le pregunta Azancot sobre los peligros del populismo actual, y cita como ejemplos a Putin y Trump, pero la escritora rumana diferencia al uno del otro: “Putin es un producto poscomunista, que se beneficia de la enorme experiencia de represión y manipulación de la Unión Soviética. De forma aterradora, la resistencia y el coraje de la intelectualidad rusa, antaño tan heroicos, han desaparecido. Trump es un representante del conservadurismo estadounidense exacerbado por el miedo a los excesos del progresismo. Su irresponsabilidad tiene más que ver con la psicología que con la historia, pero su falta de cultura política pone en peligro no sólo a Estados Unidos, sino también al mundo que, al perder su centro de gravedad democrático, está dando paso al nuevo orden mundial de las dictaduras. El populismo utilizado por los dos se basa, aunque en diferentes registros, en mentiras, y un escritor es un profesional especializado en combatirlas”. 

Ahora que disfruta de reconocimientos y premios, Blandiana recuerda cuando la entrevistan a su padre. Ya lo dejó escrito en una escena de uno de sus relatos, donde le muestra llorando mientras saca libros de su biblioteca y arranca y tira al fuego páginas que podrían serle incriminatorias. “Es una escena”, comenta, “que presencié de niña y que me ha perseguido toda la vida por la angustia y la humillación que contenía. Creo que se alegraría al saber que los libros han sido vengados, es más, que mediante ellos se ha llevado a cabo la venganza”. 

La editorial de poesía Visor, coincidiendo con el premio, publica ahora El tercer sacramento, su tercer libro de poemas, que vio la luz en Rumanía cuando ella tenía 27 años, en un momento en que Rumanía atravesaba un breve periodo de semilibertad, entre el final del proletcultismo estalinista y el comienzo de la dictadura de Ceausescu. “Este es probablemente el primer libro en el que mi voz, ahora personal y reconocible, ya no es la de la adolescencia, sino la de un misterio más profundo, casi religioso». 

En la entrevista de ABC Cultural se recuerda la actividad cívica y política de Blandiana. Fundó, tras la caída del régimen, la Alianza Cívica, una organización que luchó por la democracia e hizo posible la entrada de Rumanía en la Unión Europea. En conversación con Bruno Pardo Porto ahonda en su poética, en la que los sueños, y las pesadillas, están presentes: “Hay sueños hermosos y sueños feos, sueños exultantes y sueños deprimentes, las pesadillas también son sueños, que se desarrollan en otro plano, en otro estado de agregación. Pero todos los sueños contienen experiencias y acontecimientos que esperan, pero no consiguen, hacerse realidad”. Entre las pesadillas, recuerda la persecución de su padre. “Ciertamente, todo esto se volcó también en la poesía, pero esta última siempre ha tenido –al menos en mi caso– la capacidad de defenderse de la épica, de cribar la escoria y preservar sólo lo que había de misterioso e indecible en el sufrimiento”. 

Pero no toda su experiencia negativa tuvo que ver con la represión, pues uno de los momentos más trascendentales de su vida no lo marcó la política, sino la Tierra. En 1977, el edificio en el que vivía en el centro de Bucarest se derrumbó dejando sepultado a su marido varios días. La experiencia vino dada, le cuenta Blandiana al entrevistador, “por la impresión de que deberíamos de haber perecido, de que nos habíamos salvado contra toda lógica y de que, de no haber intervenido el milagro, habríamos dejado atrás sólo dos libritos anticuados que ya no nos representaban. Cambiamos nuestras vidas, en las que la escritura había ocupado sólo una parte, por una vida en la que nada más importaba fuera de ella: dejamos la ciudad, abandonamos nuestra vida en las redacciones, en el mundo literario con su ajetreo cultural, y nos trasladamos al campo, donde podíamos contemplar todo mucho mejor y donde, más allá del estruendo de la historia, podíamos oír el tic-tac del tiempo”.

Libros para entender a EEUU en víspera electoral

Si El Cultural apuesta esta semana por los perfiles de los premiados con los Princesa de Asturias, Babelia lo hace por las elecciones de Estados Unidos, cuyo resultado tiene en vilo al mundo entero. Recomiendan un buen número de libros para entender la actualidad de los USA, de los que nos quedaremos con una de las novelas recomendadas, pues la ficción también ayuda al (re)conocimiento del extraño presente que vivimos. 

Justin Torres (F: JJ Geiger/Purchase College)

El suplemento da un lugar destacado (“libro de la semana”) a Blackouts, de Justin Torres, del que ya tuvimos noticia en enero por haber ganado en “National Book Award” con esta novela. Blackouts, informa Álex Vicente, llega más de 10 años después de Nosotros los animales, “relato de raíz autobiográfica sobre cómo el descubrimiento de su homosexualidad supuso la expulsión simbólica del autor de su familia puertorriqueña, ingreso en un hospital psiquiátrico incluido”. Una novela distinta, pues a pesar de que en las primeras páginas de este libro la acción transcurre en otra de esas “instituciones especializadas” a las que todavía se manda a los antiguos vagos y maleantes sugiere que podría ser una secuela oficiosa de aquel primer intento, brillante pero algo convencional –escribe Vicente–,no es así porque la narración apuesta por lo  experimental, de modo que no es de lectura fácil ni cómoda, y “desprende, con sus defectos y digresiones, su opacidad y sus delirios de grandeza, una ambición descomunal, una sensación de peligro que igualan pocos títulos recientes, afirma el crítico y sentencia: “Blackouts es una novela queer en el fondo y en la forma”, con lo que ello quiera significar. 

A modo de resumen, se cuenta la historia de Juan y Nene que vuelven a encontrarse en un psiquiátrico después de haber coincidido en otra clínica. Juan es un homosexual “viejo, sabio y agonizante”. Nene, “un veinteañero descarriado con los ojos de color whisky, un artista y chapero que sufre apagones mentales durante los que se nubla su conciencia”. Juan le pide que termine, cuando él muera, su gran proyecto inconcluso, una investigación sobre desviaciones sexuales, un volumen científico que existió en la realidad —Torres dio con él cuando trabajaba en una librería de San Francisco— sobre los patrones de conducta de 40 hombres y 40 mujeres homosexuales y bisexuales. Se publicó en 1941, años antes de las pesquisas del famoso Alfred Kinsey. Lo que seguirá es una larga conversación entre ambos personajes en ese lecho de muerte, “casi un diálogo socrático, tan postizo como iluminador”, a juicio del reseñista. 

Zadie Smith escribe sobre el impostor Roger Tichborne (¿y de Trump?)

De La impostura, la última novela de Zadie Smith, ya habíamos visto algunas reseñas semanas atrás. Nos llega ahora la que se publicó en The New York Time Books Review, y que reproduce esta semana El Cultural. La firma Karan Mahajan y comienza la crítica rendido a los pies de Smith: “Cuando empecé a publicar siendo veinteañero pude apreciar el prodigio que era Smith, y a lo largo de mi carrera ha seguido siendo un faro asombroso (y desesperante) de lo que un escritor puede lograr a una edad temprana. Era una estudiante universitaria cuando se embarcó en Dientes blancos y aún no había cumplido los 30 cuando publicó su –en mi opinión– obra maestra, Sobre la belleza, un libro sabio, triste y desternillante sobre las relaciones raciales en Estados Unidos que habría sido calificado merecidamente de gran novela social estadounidense si el panorama literario de aquel entonces hubiera estado más sensibilizado con el tema de la raza”.

Zadie Smith (Sala BBK)

Con esta declaración de principios uno solo espera elogios para La impostura, una novela histórica sobre Londres y la campiña inglesa, y las controversias sociales de una época (la de 1860) en un puñado de personajes. Los impostores son varios, pero sobre todo lo es un estafador que afirma ser sir Roger Tichborne, heredero del título y de una gran fortuna que fue dado por muerto en el mar. Aunque se sospecha que se trata de un carnicero que ha estado viviendo en Australia para escapar de sus deudas, a la hora de reclamar consigue convocar a un enjambre de admiradores dispuesto a llegar hasta la muerte para demostrar que es sir Roger. “La única razón por la que se le niega lo que le corresponde, afirman sus seguidores, es que la élite, la alta burguesía, la prensa, los papistas se han confabulado contra él”. 

Suena a trumpismo, nos dice el crítico, y es seguramente por ello que “Smith se sintió atraída por este juicio, que fue una causa célebre en la Inglaterra de la época y un pozo sin fondo de chifladura populista. La variopinta multitud de partidarios del Reclamante, escribe Smith, estaba formada por “oficinistas y maestros de escuela, disidentes de todas las tendencias, comerciantes y capataces, cocineras e institutrices”. 

El Reclamante era “un hombre del pueblo, amante de la diversión” que “iba adonde le llevaba el viento”. ¿Qué mejor forma de escribir sobre Trump y el trumpismo que evitar halagar a Trump con otro retrato de Trump?, escribe Mahajan. Y señala que lo que hace de La impostura un libro de Zadie Smith y no una transcripción del juicio es que los personajes centrales no son ni el jurado ni el juzgado, sino una viuda escocesa sesentona llamada Eliza Touchet y un anciano exesclavo jamaicano, Andrew Bogle, testigo del Reclamante. De la primera, dice el crítico, “es el personaje más inteligente que Smith ha escrito: una persona quisquillosa, inquieta, alerta y atormentada por la muerte, que resulta divertida sin ser cómica”. Y cuando describe al jamaicano recuerda “a un narrador de Naipaul”. En fin, al crítico le ha gustado mucho la novela, pues declara, para terminar, que “como siempre, es un placer estar en la mente de Zadie Smith, que, a medida que pasa el tiempo, se va haciendo contigua a la propia Londres. Puede que Dickens esté muerto, pero Smith, afortunadamente, sigue viva”. 

Belli, poeta, novelista, exiliada

Gioconda Belli (F: Daniel Mordzinski/Schavelzon.Graham)

Gioconda Belli se mostró ante el público lector primero como poeta. Tuvo el favor de la crítica y de los lectores su libro Sobre la grama. Corría el año 1972. Una década después también se da a conocer como novelista con La mujer habitada, “en la que aparecen los temas más representativos de su producción –la mujer, las relaciones amorosas y la Revolución nicaragüense– observados desde una mirada de poeta”, apunta en El Cultural Ascensión Rivas

Llega ahora a las librerías Un silencio lleno de murmullos, novela en la que Belli sigue indagando en los asuntos que le interesan y desde su prosa poética. Cuenta la historia de Valeria, “una revolucionaria que contribuyó a los cambios políticos de Nicaragua, murió en Madrid”. Su hija viajará a España para hacerse cargo de la casa y de los bienes que su madre dejó al fallecer, pero la pandemia por la Covid la mantiene confinada en la capital, lo que le dará tiempo para descubrir facetas desconocidas de su madre que la ayudarán a comprender las dificultades de su vida “y la acercarán a una mujer a la que, desde que era una niña había reprochado su falta de atención”. Y a partir de esta trama, la novela nos habla de la maternidad y del trauma de la madre ausente, del placer femenino y también de la revolución sandinista… y del caudillismo de Ortega en Nicaragua en una degeneración de aquella revolución por la que se sacrificó. 

Una de espías de despedida

Mick Herron (F: Jo Howard / BookPage)

Por el suplemento Abril nos enteramos (lo que nunca le agradeceremos lo suficiente) que se ha publicado una nueva novela de Herrón sobre los torpes espías, o no tanto como aparentan, para los que, según escribe José Luis G. Gómez, el optimismo no es un rasgo propio, por espías, pero “parece probable que pocos sean más pesimistas que los creados por Mick Herron”. Vuelven ahora En el país de los espías estos personajes desamparados y desahuciados, que “además tienen que moverse por un Reino Unido sumido en la peor resaca desde el final de la Segunda Guerra Mundial: la fiesta del Brexit ha dejado a la otrora orgullosa nación expuesta al reflejo del espejo del desastre, uno que muestra sus miserias y le augura un futuro poco honorable y nada esperanzador”.

Es la sexta entrega de una saga que ha convertido a Herron en el favorito de los aficionados al género del espionaje, pero, “lejos de acomodarse, el escritor británico ha apretado el acelerador en este thriller modélico”, leemos en la reseña. En la nueva entrega se respetan los rasgos propios de “esos espías cutres y marginados que el MI5 ha exilado en la Casa de la Ciénaga, limbo infernal en el que penan una pandilla de inadaptados a las órdenes de Jack Lamb, maestro del espionaje en las antípodas del George Smiley de John le Carré”. Lamb fue un gran agente en la Guerra Fría venido a menos, “escondido en kilos de grasa y suciedad, y con unas maneras más propias de un hooligan que adorna con flatulencias, mal humor y peor olor”. No está mal la descripción.

(Aviso: recomendable para adictos a la novela de espionaje, o si su apellido es Huilson).

                                                                                                              E. Huilson

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