Concierto en la intimidad del cementerio
Mañana calurosa aquella del 7 de agosto de 1958 en Moling, la localidad del sur de Francia, próxima a Prada de Conflent, donde todos los veranos se celebraba el Festival de Música de Prades. Ese año, entre los artistas invitados, el violinista israelí Yehudi Menuhim, el pianista suizo Karl Engel y el violonchelista español, Pau Casals.
El Citroën conducido por Vicent Touron, esposo de una sobrina de Casals, se detiene en la puerta del Grand Hotel de Moling. A los pocos minutos, un anciano, bajito, calvo y rechoncho hace su aparición en la puerta. Consigo lleva un violonchelo, equipaje demasiado pesado para su maltrecho cuerpecillo. Touron se acerca, coge la funda, da la mano a su portador y le conduce hasta el coche. Abre el maletero y deposita el instrumento junto a una silla plegable y un atril que están en el interior.
En silencio, recorren la distancia que separa Moling de Colliure. Cuando llegan a la localidad costera, buscan el cementerio. Y en su interior, la tumba del poeta, siempre florecida, siempre alegre, siempre viva. El anciano se baja del coche con cierta dificultad. Touron le acompaña, portando la funda del violonchelo, la silla plegable y el atril. Frente a la lápida de Antonio Machado y Ana Ruiz, Casals se dispone a ejecutar tal vez el concierto más sentido, más esperado, más sincero. La música se convierte en palabra y en ese diálogo entre el poeta y el músico brota la emoción, una emoción contenida nada menos que durante diecinueve años. Con su arco acariciando las cuerdas, Pau Casals interpreta el Cant del ocells, homenaje póstumo al poeta exiliado y a todos los españoles que descansan bajo tierra extraña. Marta, la joven esposa de Casals, es la única espectadora viva que asiste al recital. Y como tiene vida, llora.
Cuando Antonio Machado murió, sus restos fueron enterrados en un nicho propiedad de María Deboher, amiga de madame Paulina Quintana, propietaria de la pensión Quintana, donde la familia Machado se había instalado tras salir de España. En 1957, la señora Deboher necesitó el nicho donde descansaban los restos del poeta y de su madre, Ana Ruiz, fallecida tres días después de la muerte de su hijo. ¿Dónde enterrar los restos? La noticia corrió entre la colonia española instalada en el sur de Francia. Y llegó hasta los Estados Unidos. Pau Casals, residente en Puerto Rico, se ofreció para costear una tumba para el poeta y su madre. Pero Josep María Corredor, poeta en el exilio y amigo de Casals le persuadió de la idea. Mejor abrir una suscripción popular para que todo el que quisiera participara en el proyecto de dar a Machado una sepultura digna. Corredor escribió un artículo en Le Figaro el 12 de octubre de 1957, solicitando ayuda para la obra. Se recaudaron más de 38.000 francos. Todo el mundo aportó, André Marlaux o Albert Camus, también.
En un acto solemne, los restos de Machado y su madre recibieron sepultura en la tumba comprada por suscripción popular el 16 de julio de 1958. Para evitar protagonismo, Casals decidió no asistir. Además, cumplía así con el deseo de José, hermano de Antonio, quien desde su exilio en Chile había pedido que el acto fuera austero. Pero el compromiso con el poeta muerto en circunstancias tan adversas, su condición de exiliado y la defensa de los valores que ambos defendían, le llevó a los pies de Machado tres semanas después, en silencio, sin protagonismo.
El Cant dels ocells, en castellano Canto de los pájaros, es una canción tradicional de autor desconocido. Pau Casals la popularizó pues fue interpretada por el músico español en la toma de posesión del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y posteriormente se escuchó, también en la versión arreglada por Casals, en la sede de Naciones Unidas el 24 de octubre de 1971. Se canta sobre todo en Cataluña, tanto en las fechas navideñas, a modo de villancico, o como himno para despedir a personajes ilustres que han fallecido. Aunque de ritmo lento, que asemeja a una canción de cuna, la letra contiene una gran vitalidad: Todo árbol reverdece/Toda planta florece/ como si siempre fuera primavera. Como la tumba de Machado.
Gabriel Sánchez
El cant dels ocells, con Paula Casals:
Muy emotivo
Muchas gracias por traer este recuerdo y esta música.