Relatos con música

Música en la Universidad

Universidad de Breslau (Breslavia)

Johannes Brahms nunca fue a la universidad. Había estudiado música en Heide, ciudad situada en la región de Holstein, y había estado dando tumbos en Hamburgo para ganarse la vida, primero como trompetista en una banda militar y posteriormente como contrabajista en la ópera de esa ciudad.

Sin embargo, ya entrado en años, y sin necesidad de procesos selectivos, exámenes de ingreso o memorias de aspirantes, el compositor tuvo tres contactos con prestigiosas universidades. El primero de ellos fue una invitación para asistir a unos cursos de historia y filosofía que se impartían en la Universidad de Götingen. A la vez, en ese verano de 1853, Eduardo Remélyi, violinista húngaro, y Brahms, recibieron una invitación de Franz Liszt para pasar una temporada en su residencia de Weimar. Las fechas de las dos invitaciones coincidían y el compositor alemán se decantó por la vida universitaria. No soportaba al maestro Liszt y sus teorías sobre la nueva escuela alemana. En la universidad asistió a cursos, seminarios, charlas y debates sobre filosofía e historia, entabló amistad con algunos estudiantes con los que compartió largos paseos, discusiones y noches en las cervecerías. Disfrutó de la estancia.

En 1876, otra invitación, pero esta vez con premio: la Universidad de Cambridge le distinguía con un doctorado honoris causa en Música. Condición sine qua non para recibir el galardón era asistir en persona. Brahms tenía pánico al mar y se negó a tomar un barco para cruzar el Canal de la Mancha. Rechazó el galardón. 

Johannes Brahms

Tres años más tarde, en 1879, la Facultad de Filosofía de la Universidad de Breslau le concedió también el doctorado honoris causa. El centro acogía en sus aulas a los más prestigiosos filósofos, historiadores, médicos y expertos en leyes de la época y se había convertido en el centro germano-parlante de referencia en toda Europa. Hasta la II Guerra Mundial, la ciudad pertenecía a Alemania. Tras la caída del régimen nazi, Breslau pasó a formar parte del mapa de Polonia. Una anécdota antes de que se me olvide: en 1912, el jefe del departamento de psiquiatría de la facultad de Medicina era el doctor Alois Alzheimer.

Brahms aceptó el nombramiento. En una carta enviada a Bernhard  Scholz, promotor de la idea y amigo del compositor, le manifestaba su agradecimiento y se comprometía a asistir al acto. No había que subirse a ningún barco para viajar hasta Breslau. A vuelta de correo recibió otra misiva del profesor universitario: sería de agradecer que el maestro regalara a la institución algún presente en forma de partitura como muestra de gratitud. Dicho y hecho. Tomando como referencia la Universidad y su himno por excelencia, el Gaudeamus Igitur, el compositor alemán regaló a la Universidad de Breslau el Festival Académico, una pieza de diez minutos de duración, que combina  danzas y canciones estudiantiles; mezcla elementos serios y ligeros de irrefrenable diversión. Hace hincapié más en el concepto festival que en el académico, por utilizar las dos palabras que componen el título de la obra. Y una carga orquestal nunca vista en una obra de Brahms, ni siquiera en sus cuatro sinfonías. Para el final de este Festival Académico, Brahms introduce una versión alborotada del Gaudeamus Igitur, una conclusión entusiasta y muy festiva del célebre himno con profusión de instrumentos, la orquesta en estado puro ejecutando un tutti verdaderamente emocionante, que es interpretado como una expresión de la fuerza y vitalidad que tiene la universidad en su concepción más pura y tradicional.

 Gaudeamus Igitur es un himno de autor desconocido. Comenzó llamándose De Brevitate Vitae (Sobre la brevedad de la vida) y la música pasó por diferentes fases: se cree que fue Johan Christian Günther quien en 1717 compuso la primera versión que cantaban los estudiantes alemanes. La partitura fue reescrita en 1781 por Christian Wilhelm Kindleben, un teólogo evangélico germano. Es esta versión la que ha llegado hasta nuestros días. La autoría de la letra, sin embargo, es una verdadera incógnita. Parece ser que el texto puede tener referencias de un manuscrito en latín, datado en 1287, que se encontró en la Biblioteca Nacional de París. Lo que sí es seguro es que los estudiantes lo comenzaron a popularizar a principios de 1700 en los centros de estudios alemanes. Con el paso de los años, se ha convertido en el himno académico por excelencia de todas las universidades europeas. Alegrémonos pues. 

GABRIEL SÁNCHEZ

Obertura del Festival Académico, con la Orquesta Filarmónica de Viena bajo dirigido por la batuta de Leonard Bernstein.

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