No oía el rumor del río
El compromiso era consigo mismo: le debía a su patria, la checa Bohemia, entonces integrada en el imperio austro-húngaro, una obra potente, que recogiera toda la gloria y la dignidad de una región que parecía no tener vida por sí sola, engullida por las bravatas imperiales. No. Los checos tenían su historia, su cultura, su tradición, su paisaje, su paisanaje. Se había propuesto dignificar sus ancestros con un poema sinfónico que recogiera las características propias de aquella zona de Europa. Su estancia en Suecia no le había hecho olvidar costumbres y tradiciones. Y se puso manos a la obra.
En un principio, el poema se llamaría Mi Patria y estaría dividido en cinco o seis capítulos. El primero de ellos se llamaría Vysehrad, el segundo, Moldava, el tercero Sarka, el cuarto… Bueno, comencemos por los dos primeros y luego ya veremos.
La composición del poema comenzó en 1874. El primer episodio en ver la luz llevaba por título Vysehrad (El alto castillo). Le siguió Moldava, en reconocimiento al río que baña la capital, Praga y, seguramente, el más famoso de todo el poema y en el que nos vamos a centrar.
Smetana tardó algo menos de 20 días, desde el 20 de noviembre hasta el 8 de diciembre de 1874, en componer este poema que intenta describir el paso del río por los distintos parajes por los que discurre y en los que se pueden encontrar desde aldeas habitadas por campesinos danzantes, que celebran fiestas populares a regios castillos, cargados de historias. El río también tiene que sufrir el rigor de saltos voraces que transforman sus mansas aguas en rápidos vertiginosos. El autor describía así, en una revista de la época, el espíritu de su obra: “El tema cuenta sobre el flujo del Moldava, comenzando en sus primeras dos fuentes, una fría y otra caliente, la confluencia de ambos arroyuelos en una corriente; luego el flujo del Moldava por entre bosquetes y praderas, por un paisaje donde se están celebrando festines alegres; por la noche un baile de ninfas de agua bajo el brillo nocturno de la luna; mientras que en las rocas adyacentes se alzan orgullosamente castillos y palacios; el Moldava remolinea en los Rápidos de San Juan; su amplia corriente fluye hacia Praga, pasa al lado de Vyšehrad para desembocar finalmente en la majestuosa corriente del Elba”.
Cuando finalizó la partitura, añadió una nota final: “Escrita por un sordo absoluto”. Y es que el compositor checo se había quedado completamente sordo mientras ejecutaba la composición del poema sinfónico, Ya durante el estreno del primer capítulo, Vysehrad, le había comentado a un amigo: “Vyšehrad, mi poema sinfónico se estrenó hoy en un concierto filarmónico; tuvo que repetirse. A pesar de escucharlo en la galería, no he oído nada” . El Moldava se estrenó unas semanas después, el 4 de abril de 1875. Meses antes había tenido que abandonar la dirección del Teatro Temporal de Praga, un recinto que albergaba de forma provisional a la orquesta nacional, hasta la construcción definitiva del teatro estatal.
El tercer poema, Sarka, nombre de una guerrera amazona que forma parte de la leyenda checa La guerra de las doncellas, también compuesto en 1875, se estrenó dos años más tarde.
A pesar de su sordera, Smetana cumplió su compromiso, ése que había adquirido consigo mismo, y terminó el poema, componiendo a partir de 1875 los capítulos a los que se había comprometido.
El cuarto episodio llevaba por título De los bosques y prados de Bohemia y fue compuesto a finales de 1875, estrenándose tres años más tarde.
El quinto se titula Tabor, como la ciudad situada al sur de Bohemia. Fue compuesto en 1878 y estrenado en 1880. Durante la ocupación de Checoslovaquia en 1968 por los ejércitos de los países del Pacto de Varsovia, en las emisoras de radio checas sonaron los primeros compases de esta composición, como prueba de patriotismo checo y de rechazo por la invasión y como inyección de moral para la población. Los soviéticos se apresuraron a cerrar todas las emisoras de radio.
El sexto y último poema lleva por título Blanik, en referencia a la montaña del mismo nombre que, según la leyenda, alberga en su interior a un poderoso ejército de caballeros, guiados por San Venceslao, preparados para atacar a los que intenten asolar el país. Fue compuesto en 1879 y estrenado en 1880.
Pues San Venceslao y su poderoso ejército, oculto en la montaña, ya podía haberse despertado en 1968 a los acordes de Tabor y haber despachado a los ocupantes soviéticos de un puntapié….
Gabriel Sánchez
El Moldava, interpretado en el Festival Primavera de Praga de 1990 por la Filarmónica checa, bajo la batuta del director checo Rafael Kubelík: