El merchandising es esto, Wally
Wally, la morsa aventurera y vagabunda que ha viajado desde el Ártico hasta las costas de Gales (Reino Unido), no se hubiera imaginado nunca que su presencia en el puerto de Tenby, en Penbrokeshire, iba a originar un beneficio económico inesperado a esta pequeña localidad.
Tenby, que cuenta con cuatro kilómetros de playas y muros medievales del siglo XIII, depende en gran parte del turismo, así que es fácil imaginar cómo ha sufrido esta popular ciudad costera los coletazos de la pandemia del covid. Heladerías, tiendas y restaurantes cerrados, ausencia de visitantes, confinamiento… y Wally.
La atracción que ha despertado la morsa ha disparado el ingenio de los comerciantes que la han incluido como reclamo turístico para los que se animan a visitar este precioso pueblo atraídos por atisbar, si hay suerte, a la adolescente más famosa de estas costas.
Lo cuenta con gran sentido del humor el periodista Robert Harries en el diario digital Walles on line.
Es la Wally-manía. Tazas y camisetas de Wally the Walrus (Wally la Morsa) se pueden encontrar en Two Red Dogs, una de las tiendas de la calle principal de la ciudad, cuyo propietario, Alan Kinsey, está convencido de que este mamífero de gran tamaño ha dado un gran impulso a la zona. “Las camisetas infantiles se venden como churros”.
En Ebb & Flow Tenby, otra de las tiendas de High Street, su dueña, Clare Griffiths, vende láminas y pequeños cuadros con la imagen de Wally, creados por artistas locales. En otro establecimiento cercano llamado The Nook, la idea de la mercadotecnia surgió a los dos días de la aparición de la morsa en la costa. Allí venden cojines, tarjetas, corazones, almohadas… Su propietario, John Mather, está encantado con el éxito de sus productos entre los turistas. El merchandising es esto, Wally.
La historia de cómo llegó esta joven morsa atlántica hasta aquí la tienes en “Prohibido molestar a Wally”.
ANA AMADOR