Jazz en la URSS (1)
– El maestro le recibirá enseguida. Tome asiento, por favor.
Aquella habitación era realmente majestuosa: sillones de cuero , cuadros de los más insignes representantes de la pintura rusa de época, alfombras orientales con motivos folklóricos de los países donde se habían tejido y un piano de cola en un rincón de la estancia, justo al lado de la ventana que daba al jardín, bastante empobrecido ahora en invierno.
A Nikolai Malko le gustaba visitar al maestro Dimitri Shostakóvich. Hombre reflexivo, muy metódico, maniaco de la estética, culto y gran conversador, mientras no se le llevara la contraria. El director de orquesta llevaba bajo el brazo un paquete que depositó sobre una mesa velador. Cuando el dueño de la casa abrió la puerta del salón, Malko se acercó hacia él y se fundieron en un abrazo,
-¿Qué tal tu viaje por América?, le preguntó el compositor.
Y durante un buen rato los dos músicos hablaron y hablaron de modas, estilos, estéticas musicales más allá del puro concierto, protagonizado por una orquesta en un escenario… Nikolai Malko se volvió y tomó del velador el paquete que había depositado antes de la llegada del dueño de la casa.
-Mira lo que se escucha en los escenarios de Nueva York, le dijo. Y le alargó un disco. Era la banda sonora del musical No,no, Nanette.
Shostakóvich abrió la funda, se dirigió al fonógrafo que estaba junto al piano, dio cuerda a la caja y comenzó a sonar una tonadilla que el compositor, Vicent Youmans había titulado “Tea for two”. El maestro escuchó en silencio. Cuando la aguja terminó de recorrer el surco, la hizo rodar de nuevo. Y así hasta tres veces. Al final hizo público su diagnóstico.
-¿A esta basura se le llama música en Norteamérica? Una mezcla de sonidos, sin ningún orden, carentes por completo de ritmo pautado y de una muy desagradable estética.
-Los americanos están propagando por todo el mundo un nuevo estilo, el jazz. Hace furor en salas de fiesta y teatros. Hay cientos de bandas interpretando piezas de jazz y el público baila a un ritmo y con una alegría que te sorprendería.
-¿Bandas? Son piezas sin orquestar.
-Lo dices porque tú no eres capaz de evolucionar así y te has quedado en la estética de los cuartetos.
-Soy capaz de orquestar esta absurda pieza en una hora. Te apuesto 100 rublos.
Nikolai Milko no tuvo más remedio que aceptar la apuesta, con la condición de que la partitura que saliera de la mente de Shostakóvich, después de la apuesta, sería dirigida por él en primer lugar. Después de estrecharse la mano, el compositor salió de la habitación.
A los 45 minutos, DimitrI Shostakóvich llegó con unas cuantas cuartillas pautadas en la mano.
-Toma. Aquí lo tienes. Y le entregó, nada más y nada menos, que la composición de una de las piezas más emblemáticas de la incursión del compositor ruso en el mundo de jazz: la famosa Tahiti Trot.
Corría el año 1927. Dos años después, Shostakóvich incluiría esta pieza, que fue compuesta al tun tun, como consecuencia de una apuesta y como demostración de la inconsistencia de la música foránea que llegaba de los Estados Unidos y que allí se llamaba jazz, en su ballet La edad de Oro, que compuso y estrenó sin mucho éxito en 1930. Años después, en 1982, con variación del libreto y coreografía de Yuri Grigorovich, el ballet se estrenaría de nuevo con excelente acogida por parte de público y crítica en el teatro Bolshói de Moscú.
Pero volvamos a los años treinta. Como el jazz hacía furor en el mundo entero, la URSS no quería perder ese tren que le llevaría en modas y estilos musicales hasta Occidente. En 1934, la Banda de Ballet de Leningrado quería una suite de jazz con el fin de llevar este nuevo género, pero con sello propio y revolucionario, a todos los rincones del vasto imperio. Shostakóvich fue designado por las autoridades culturales soviéticas para desarrollar este encargo.
El compositor tenía recuerdos del folklore judío y gitano que su padre cantaba en casa con cierta frecuencia. Basándose en esos sonidos que le eran familiares, compuso en 1934 la Suite de jazz conocida como número 1. Dura 8 minutos y está compuesta por tres movimientos: un vals, una polka y un foxtrot, por cierto todos ellos malísimos a juzgar por los críticos. Pero eso lo contaremos en la próxima entrega.
(Continuará)
Gabriel Sánchez
El cuerpo de baile del Bolshoi interpreta Tahiti Trot, en una escena del ballet La Edad de Oro: