Relatos con música

El verano de los negros

George Gershwin hizo un viaje a Charleston, en Carolina del Sur, allá por 1931. En el suburbio de Catfish Row pudo percibir cómo vivía la población negra: juego, delincuencia, tráfico de drogas… La forma de vida le impresionó. Lejos quedaba aquel estereotipo lánguido del negro inocente, casi infantil, dominado por el blanco que asumía con cabeza baja lo que el destino y quienes lo dirigían, quería depararle. 

Gershwin

De regreso a Nueva York le daba vueltas, junto a su hermana Ira y el matrimonio Heyward (sus letristas de cabecera), al argumento de una ópera. Y pensó plasmar la experiencia de Carolina del Sur en el escenario de Broadway. En 1935 compuso la ópera Porgy y Bess. El argumento era dramático: la relación amorosa entre un lisiado y una mujer de vida licenciosa. Todos los personajes del elenco eran negros y como tales, jugadores, tramposos, delincuentes, traficantes de drogas…. Sólo dos blancos en el escenario, policías que, además, no cantaban, sólo hablaban.

Gershwin compuso una canción que, en principio, era una más del repertorio de la ópera. Una nana que Clara, uno de los personajes, canta a su bebé en el acto I. Después, la misma Clara vuelve a interpretar esa canción de cuna como contrapunto a una escena en la que un grupo de negros juega a los dados, con el consiguiente enfrentamiento denunciando trampas, impago de deudas pendientes y otras cuestiones que fomentan el guirigay que el personaje trata de aplacar con su canción moderada. Y en el último acto, es Bess quien le canta la nana al hijo de Clara.

La canción, aún no lo hemos dicho, es Summertime, un clásico en el mundo del jazz. Pero la partitura no quedó sólo encuadrada en ese género.

Porgy y Bess no pudo ser estrenada en 1935 en el Metropolitan neoyorquino. El empresario consideraba que la trama no era real. Unos negros no podían cantar con técnicas de cantantes de ópera blancos. Y, además, decía, fomentaba la delincuencia. Hubo que trasladar el estreno hasta Boston, concretamente al Colonial Theatre.

Y a partir del estreno, el éxito, pero fuera de los Estados Unidos: Londres, Leningrado, Milán, París…. El director de cine Otto Preminger hizo una versión para el cine de la obra que llevaba el mismo título y cuyos protagonistas eran Sidney Poitier y Dorothy Dandridge. El Summertime se escuchó a través de la pantalla en el mundo entero y ganó un Oscar a la mejor banda sonora. Pero seguía vetado su estreno en Nueva York. No fue hasta 1985 -parece mentira- cuando los actores pudieron subirse al escenario del Metropolitan para dar vida a Porgy y Bess.

Aunque la representación teatral fue escasa, el éxito de su canción más emblemática no se hizo esperar. Al ser una melodía simple, el compositor deja mucho espacio para la improvisación, la entrada y salida de voces y las variaciones tonales. Y eso es lo que hicieron, por ejemplo, Billie Holiday en 1936, elevando Summertime  a la categoría de éxitos más vendidos en los Estados Unidos. Le siguió el álbum de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, la versión góspel de Mahaila Jackson, el reggae del jamaicano B.B. Seaton o la versión instrumental de Milles Davis. Y así hasta las 38.000 versiones registradas de este clásico del jazz, inspirado en la música afroamericana, tan de moda en la década de los 30 en los Estados Unidos, que intentaba plasmar la vida de los lumpen de color, que fue objeto de vetos y censuras y que, precisamente los negros, la elevaron a la categoría que merece. Gershwin no vivió para verlo.

Gabriel Sánchez

Una de las últimas versiones de Summertime, en esta ocasión en la voz de Lana del Rey:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *