El silencio de Vargas Llosa
UNA LECTURA PARTICULAR DE SUPLEMENTOS LITERARIOS
Mario Vargas Llosa ha comentado ante la prensa, con motivo de la presentación de su última novela, Le dedico mi silencio, que esta es la última, aunque seguirá escribiendo “mientras pueda hacerlo”, pero no ya ficción, y adelantaba que ahora está pensando en un ensayo sobre Jean Paul Sartre, a quien considera su maestro de juventud. “Será lo último que escribiré”, sentenció. Ante tal declaración, el crítico J.A. Masoliver Ródenas en CULTURA/S, donde firma la reseña de esta última novela, escribe: “Yo a Sartre no lo necesito, pero a Vargas Llosa sí, y mucho”. Y en términos parecidos se lamenta Rafael Narbona en EL CULTURAL: “Me resisto a decir que esta novela es la despedida de Vargas Llosa. Prefiero aventurar que es su penúltimo libro. Quizás peque de utópico…”
Estas opiniones expresan un sentimiento generalizado, pues Vargas Llosa es uno de los novelistas en lengua española más admirado por los lectores, de los mejor valorados entre ese ramillete en el que no caben más de cuatro o cinco. La calidad de su generosa producción literaria, veinte novelas y varios ensayos, no se pone en duda, aunque su perfil público y las opiniones políticas expresadas en los últimos años le hayan mermado alguna estima.
Precisamente se cumplen ahora sesenta años de la publicación de aquella primera novela, y una de sus obras maestras, La ciudad y los perros. Seis décadas después asistimos a una despedida anunciada, y en cierto modo irremediable, a sus 87 años.
Como ocurre en varias de sus novelas, Le dedico mi silencio transcurre en Lima, algo nada extraño, pues otras del escritor también lo han hecho. “Que sea muy diferente a aquellas otras, marca, sin embargo, una singularidad. La diferencia es de estilo, pero sobre todo de fisonomía e intención. Le dedico mi silencio es una novela-ensayo configurada como una declaración de amor al Perú hecha desde un idealismo que no disimula un cierto carácter naif”, comenta en ABC CULTURAL el crítico J. M. Pozuelo Yvancos. Explica sus afirmaciones en función de la estructura de la novela, que “fluctúa entre capítulos de trama novelesca y otros alternantes en que va desarrollando una tesis muy documentada y valientemente crítica sobre la historia de Perú, pero especialmente sobre los géneros musicales de la población criolla en quien basa la tesis de que el amor por esa música alcance a ser el vehículo que pueda armar la unidad y la reconciliación de una sociedad quebrada en bandos irreconciliables muchas veces fratricidas”. De ahí el carácter naif que le achaca el crítico.
Este estar a medio camino del libro, entre la ficción y el ensayo, lo señala también en su reseña Ricardo Baixeras en ABRIL. La novela cuenta la historia de Lalo Molfino, un guitarrista cuyo virtuosismo deslumbra al erudito en música criolla Toño Azpilcueta, un alter ego del autor, que decide dedicar su esfuerzo a dar a conocer a ese personaje “muerto en el olvido” y sobre la música peruana con el que hacer “un homenaje póstumo al guitarrista y un aporte para solucionar los grandes problemas nacionales”. Y comenta Baixeras: “Es como si Vargas Llosa quisiera regresar a la emblemática cuestión catedralicia (`¿En qué momento se jodió el Perú?´) y tratara de aunar todas sus fuerzas en la historia de un hombre que es emblema de un país que sigue roto y marcado por Sendero Luminoso”. La tesis utópica del libro, concluye, es que no serán las fuerzas marxistas las que unirán al país, sino “los compositores y cantantes de valses y de marineras”.
Posiblemente no será esta novela de Vargas Llosa de las que más lectores consiga de entre las suyas, de las cuales un puñado son obras magistrales. Puede que muchos lectores se acerquen a ella por ser ¿la última? El tiempo y las listas de los más vendidos nos lo dirán. Desde luego, por falta de elogios de la crítica no va a ser. Transcribimos a continuación algunos de los que hemos leído en los últimos suplementos literarios:
“Con su sentido del ritmo narrativo intacto (…) con la destreza de unos diálogos sin alambiques y con la precisión de escribir un libro que señala con exactitud su doble condición genérica…” (Baixeras).
“Los 87 años del peruano no han logrado eclipsar su talento (…) su destreza como narrador”. (Narbona).
“Y es aquí donde encontramos al Mario Vargas Llosa en estado puro, con la ligereza que podamos leer en Pantaleón y las visitadoras o en La tía Julia y el escribidor”. (Masoliver Ródenas).
“Nos invitan estos capítulos ensayísticos a un festín de vocablos que han pervivido en tales géneros musicales, y un gusto por la sonoridad del español que el lector admira por vez primera muchas veces”. (Pozuelo Yvancos).
Ciencia y ficción
El escritor Benjamín Labatut aparece en la portada del último número de BABELIA, donde es entrevistado por Rocío Montes, coincidiendo con la publicación en España de su última novela, MANIAC. Labatut alcanzó el éxito con Un verdor terrible, su tercera novela, traducida a una veintena de idiomas. Un éxito al que ayudó, según recuerda Montes, que el libro fuera “recomendado por Barack Obama y catalogado (su autor) —como lo hizo The Telegraph— como un hombre que se está perfilando rápidamente como el escritor sudamericano más importante desde Borges” (sic).
MANIAC, que salió a la venta en español el pasado miércoles, es una ficción basada en hechos reales, que tiene como protagonista a John von Neumann, “el excepcional matemático húngaro nacionalizado en Estados Unidos que sentó las bases de la computación, fue pieza fundamental del proyecto Manhattan, estuvo considerado uno de los hombres más inteligentes del siglo XX, un hombre que parió el siglo XXI y se anticipó a sus preguntas fundamentales”, según leemos en la entrevista.
Labatut vive en Chile desde los 14 años (ahora tiene 43) y MANIAC la escribió en inglés, por lo que la pregunta era obligada: ¿por qué lo hizo? Y él lo explica: “el inglés es como mi lengua madre. Soy bilingüe desde los siete años. Me fui a vivir a Holanda cuando tenía siete y no hablé español hasta los 14, cuando regresé a Chile. Cuando hablo conmigo mismo, hablo en inglés. Todas mis lecturas son en inglés. Para mí es mucho más natural. Borges lo dijo: es un mejor idioma”. La entrevistadora muestra su extrañeza ante tal aseveración: “¿Usted creee?”, y el chileno se reafirma: “Es una realidad. Está infectado de otras muchas lenguas. Tiene una plasticidad mucho mayor (…) y no tiene los problemas de las rimas. Escribir prosa limpia es casi imposible en español, porque todo topa con todo. En MANIAC, además, no puedo hacer un acento yidis de un matemático húngaro en español”. Al protagonista de su novela, Von Neumann, lo define como “un monstruo que está metido en todas partes. Es imposible estudiar la ciencia del siglo XX y que no aparezca en todos lados, porque lo tocó todo. Es una figura titánica”.
Al personaje se le describe como el hombre que parió el siglo XXI, aunque vivió la primera mitad del XX, de ahí su interés en el presente: “La cabeza de Von Neumann era como un computador antes de que existieran los computadores. Tenía una aptitud para un cierto tipo de pensamiento lógico que lo separaba del resto de la humanidad” –explica Labatut en la entrevista–. “Y para mí esa es una obsesión particular: los monstruos y los delirios de la lógica son, fundamentalmente, lo que me ocupa. El hecho de que hoy estemos teniendo que lidiar con eso en nuestras vidas cotidianas, con entidades que han nacido de ese tipo de razonamiento, es la razón por la cual escribo el libro”.
Las respuestas de Labatut sobre los límites de la razón, las matemáticas o los misterios que surgen desde la conciencia invitan a la reflexión, por su diferencia, por su originalidad frente a las que estamos acostumbrados a escuchar. Indaga en los estados exaltados de la conciencia. A través de la ciencia se introduce en sus misterios y en el misticismo, algo que para él no es contradictorio: “las matemáticas son un mundo ilimitado, invisible, que no está atado a ninguna versión de la realidad. El universo de las matemáticas es algo que no cabe en la cabeza del ser humano. Para mí, las matemáticas son el camino con que me acerco a los misterios a los que otra persona puede llegar a través de las religiones, el misticismo, el chamanismo. Es el ámbito de lo invisible. Las matemáticas son algo con lo que solo podemos interactuar a través del ejercicio de la mente. En ese sentido, es algo muy misterioso, porque sus efectos prácticos nos rodean a todos”. Y no menos curiosa es su visión de la literatura: “creo que la literatura es, posiblemente, la última arte oscura. Esencialmente, el corazón de la literatura es el delirio. Su objeto es lo invisible. La perspectiva que nos da la literatura sobre la realidad tiene que ver con los juegos del inconsciente. Los libros escritos solo con la parte delantera de la cabeza están muertos. No incorporan nuestros aspectos más esenciales. Y la literatura tiene la capacidad de considerarlo todo. La literatura es un arte irracional y, por lo mismo, peligrosa”.
Al científico protagonista de su novela lo ve profundamente misterioso, como lo es que existan personas como él. Y esto ocurre en todo ámbito, dice. Y cuando se le pide un ejemplo no duda en citar a Messi: “que pueda jugar como lo hace es incomprensible incluso para sus compañeros de equipo. Los escuchas hablar y dicen: `Es imposible. Estamos en entrenamiento y el tipo tira 40 tiros libres y son 40 tiros libres al ángulo´. Entonces, hay toda una serie de fenómenos humanos y no humanos que nos exceden y que por un segundo nos muestran el mundo en su verdadera riqueza”.
¡Y qué razón tiene!, le oímos exclamar a un vecino desde el fondo del Patio, al escuchar lo que dice el chileno sobre el mago argentino.
Y también nos llamó la atención…
La reseña que firma en BABELIA Marta Sanz de Maldeniña, de la escritora colombiana Lorena Salazar Masso, un título que Sanz no acaba de saber a qué responde: “Puede que “maldeniña” sean los primeros calambres de la menstruación, el desprendimiento del óvulo desde el ovario, la punzada, la extrañeza ampliada por la falta de explicaciones sobre lo que vendrá; complejo de Electra; abuso; dañina precocidad; la invisibilidad de un cuerpo que necesita ser arropado;…” No se termina de tener una explicación clara en un tiempo en el que, se lamenta la reseñista, se exige a la literatura “el cabo atado y bien atado, la masticación de las ideas, no me hagas perder el tiempo y llévame hasta el final sin sentir, descúbreme la verdad escamoteada –no oculta– desde lo alto del tobogán. What a surprise!”.
Lo que sí deja claro la autora es que la niña de Maldeniña “visita los bares y no va a la escuela. Trabaja partiéndose el pecho, aunque las niñas no deberían trabajar, se acurruca a dormir al lado de otras mujeres y percibe, sin compasión, más bien con cierto cansancio, la soledad de su tía. (…) En este libro no se habla solo de la soledad o el abandono. Se habla de la supervivencia feroz de una niña. De la necesidad que las niñas tienen de sus padres. Y de lo difícil que es la vida de casi todas las mujeres”, nos resume en su reseña Marta Sanz.
Y hablando de títulos desconcertantes, no nos pasó desapercibido el de Los de Bilbao nacen donde quieren, que es el que luce en portada la novela escrita por María Larrea ¡en francés!, porque la autora, hija de inmigrantes españoles, “es, en realidad, francesa”, según aclara, en la crítica que firma en EL CULTURAL, Lourdes Ventura. La novela ha triunfado en Francia, donde ha obtenido varios premios, y para explicarlo Ventura ofrece algunas hipótesis: Un cierto exotismo, pues cuenta una historia española en un francés bajo el que laten sus raíces hispanas. Y con la traducción al castellano (realizada no por la autora sino por una traductora profesional) ocurre lo contrario: estamos ante una historia española con algunos rasgos semánticos franceses. El título elegido, un viejo dicho vasco, que viene al pelo para escribir sobre identidad y los orígenes. Y el tercer ingrediente, apunta la reseñista, “remite al culebrón, aunque el relato es la biografía auténtica de María Larrea. Novela pues autobiográfica de una hija de la emigración en París, que descubre a los veintisiete años que ha sido adoptada, o más bien comprada por sus padres en el postfranquismo”. De la investigación sobre su origen, una vez que se entera de manera rocambolesca que no es hija de sus actuales padres, va esta novela, y también de lo “secretos oscuros de las familias, del instinto maternal, el desclasamiento y la ambición de no ser quien se es”. Y todo ello, escrito con “una voz sin pretensiones y sin artificios”, desde el humor negro y evitando el tono trágico, con un lenguaje conciso, coloquial y por momentos “encallecido”.
E. Huilson
La novela, el escritor y el personaje no tienen porqué interferirse, sobre Vargas y/otros