Relatos con música

Un plagio consentido

Hay bullicio en el Paraíso. Parece el nombre de un bar, pero no; hablamos del genuino paraíso. En la gran pantalla de plasma de última generación (si no está en el paraíso, dónde iba a estar) se transmite un emocionante partido de fútbol en el que dos rivales eternos pugnarán por la victoria y el pase a la siguiente fase. Aquel hombrecillo encorvado, vestido con su atuendo habitual (casaca de raso en tonos verdosos, camisa con chorreras, puños con blancas puntillas caladas, jubón, medias y zapatos con gruesa hebilla dorada) se detiene en la puerta. Todos pendientes de las alineaciones, los comentarios, la salida de los jugadores… En el centro del campo, una fila india tricolor escucha con devoción los compases de un himno que  comienza a sonar. Nuestro personaje hace un extraño gesto, se lleva la mano izquierda a la cabeza (la derecha reposa sobre un bastón con empuñadura de marfil), piensa un momento… No da crédito a lo que está oyendo. Inmediatamente se dirige a la puerta de salida del paraíso. Pide permiso, se lo conceden y en un momento se planta en las inmediaciones de Westminster, el edificio más emblemático de todo Londres. Pregunta a un transeúnte: “¿Los juzgados?” “Aquí, a la izquierda”, le responde presuroso su interlocutor.

–Señoría –dice nuestro hombre, que todavía no sale de su asombro– quiero poner una denuncia por plagio a una institución llamada UEFA. No sé lo que significa, pero he oído ese nombre hace un rato. Y a un compositor, cuyo nombre es Tony Britten.

El juez de guardia cree que el denunciante es un viejo estrafalario que se ha escapado de alguna casa de reposo convertida en manicomio. Sonríe y le sigue la corriente:

–¿Ah, sí? ¿Y qué le ha hecho ese señor y la empresa que quiere denunciar?

–Me han copiado; mejor dicho, me han plagiado un himno. 

La denuncia se admitió a trámite, pues el juez considero que el denunciante, Friedrich Händel, tenía toda la razón. 

El himno de la UEFA, el que suena al comienzo y al final de cada uno de los partidos de la denominada UEFA Champions Leage (antes Copa de Europa), es una transcripción del famoso Himno de la Coronación, que Händel compuso en el año 1727 para conmemorar la coronación del Rey Jorge II de Inglaterra. Se trata, en concreto, del himno llamado Zadok the priest (Zadok, el sumo sacerdote), basado en textos de la Biblia del Rey Jacobo, utilizada por la iglesia desde 1611. 

Händel era muy amigo del Rey Jorge I, oriundo también de la Alemania natal del compositor. Y acordaron en componer un himno que debía interpretarse en la coronación del sucesor del monarca. A la muerte de éste, le sucedió su hijo Jorge II, que fue coronado el 4 de octubre de 1727. A partir de esa fecha, el himno Zadok the priest ha sido interpretado en las coronaciones de todos los reyes británicos, ocho en total, hasta la reina Isabel II, el 2 de junio de 1953.

Estadio de la Ceramica 2017

En el año 1992, la UEFA decidió modificar algunos aspectos de la Liga de Campeones. Entre las novedades se encontraba la de dotar a la competición de un himno propio. El encargo recayó en el compositor Tony Briten, del Royal College of Music británico. Tomó como referencia la partitura original de Händel e hizo algunas modificaciones, transformando la obra del barroco en el himno que escuchamos en la actualidad y que las cadenas de televisión que emiten los partidos de fútbol tienen la obligación de emitir en versión reducida al comienzo y al final de cada uno de los encuentros.

La Orquesta Filarmónica de Londres y el coro de la Academia de Saint Martin in the Fields fueron los encargados de grabar la versión original en el año 1992.

Es muy extraño encontrar en un programa de concierto esta obra de Händel, que se ha hecho tremendamente popular desde que entró con paso firme en el mundo del fútbol. Tal es así, que es costumbre que reconocidos cantantes interpreten el himno en ocasiones extraordinarias. Han prestado su voz, entre otros, Juan Diego Flores, Jonas Kaufmann, David Garrett, All Angels y la cantante portuguesa Mariza.

Con la satisfacción del deber cumplido, nuestro hombrecillo volvió a su paraíso, se puso en la primera fila de la sala donde atronaba el televisor y tarareó el himno, como si lo conociera de toda la vida. 

GABRIEL SÁNCHEZ

La introducción al Himno Oficial de la UEFA y, a continuación, Zadok the Priest, de Händel

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