Relatos con música

La que reinó con nobleza… y el que compuso en silencio

En una noche primaveral de finales de mayo, en el jardín de una casa rural del oriente asturiano, al anfitrión anuncia a  sus invitados:

-Antes de finalizar la velada, quiero que escuchéis la versión que ha hecho Barenboim del poema sinfónico “Aquella que reinó y es noble”. 

Y los presentes se miraron unos a otros sin saber qué decir. Entonces, comenzaron a sonar los primeros acordes del arpa y entró ese violín tenso, limpio. Los invitados se relajaron en sus sillas de mimbre. Estaban escuchando Serezade.

La composición de Rimsky Kórsakov, obra que escribió en 1888, inmediatamente después de su Capricho español, y la última de su repertorio, a excepción de algunas óperas menores que sólo se representaron en Rusia, ha ensombrecido a su propio autor. Todo el mundo conoce Serezade, pero no todos saben el nombre de quien consiguió plasmar en el pentagrama una obra tan fabulosa, original, atrevida y versátil.

Retrato de Rimsky-Kórsakov por Repin (Archivo Rimsky-Korsakov)

Reconoce el autor que la historia de Serezade y el sultán Shariar le interesó desde siempre y el libro Las mil y una noches estuvo en la mesilla de su dormitorio durante años. Había que profundizar en los escenarios de los cuentos, dar vida a los personajes de las distintas tramas, ennoblecer a través de la música el valor de aquella joven que había sido llamada una noche al harén del sultán para ser decapitada al día siguiente, tal y como era costumbre del rey árabe, después de haber hecho pasar a cuchillo a tres mil esposas en venganza por el adulterio de su primera mujer. Serezade estuvo mil y una noches contándole historias tan fantásticas que el sultán no pudo deshacerse de ella, pues supondría dejar de escuchar narraciones maravillosas. 

Pero al mismo tiempo, el autor ruso no quería señalar con instrumentos o notas determinadas las características de los protagonistas de las historias, tal y como sucede, por ejemplo, en Pedro y el Lobo, de Sêrgei Prokófiev. Es más, ni siquiera dio nombre a los cuatro movimientos de los que se compone la obra. Simplemente los señaló como Preludio, Balada, Adagio y Final. En la partitura original sólo hay meras indicaciones de los tempos en los que debían ejecutarse: largo e maestoso, andantino, andantino quasi allegretto….

Posteriormente, los estudiosos de la obra de Kórsakov les dieron nombre propio a cada uno de los movimientos del poema, como merecen. El primero de ellos es “El mar y el barco de Simbad”; el segundo, “La historia del Príncipe Kalendar”; el tercero, “El joven príncipe y la joven princesa”, y el cuarto, “Festival en Bagdad. El mar. El barco se estrella contra un acantilado coronado por un jinete de bronce”.

Joven Kórsakov

El espíritu marinero flota en todos y cada uno de los movimientos. Y es que Kórsakov amaba el mar: perteneciente a una familia de la pequeña nobleza rusa de tradición marinera, Nikolai Rimsky Kórsakov había nacido en la pequeña localidad de Tigvin, en la región de Nóvgorodov en 1844. A los doce años entró en la Academia Naval de San Petesburgo. En sus memorias reconoce que la pasión por el mar le vino por las lecturas de libros de aventuras y por las historias que contaba su hermano mayor, también marino. El compositor desarrolló parte de su carrera en la Armada, combinando la navegación con su formación como músico. Al final, unió las dos aficiones, pues fue nombrado inspector de las Bandas Militares de la marina rusa. Esta dedicación le facilitó el conocimiento técnico de los instrumentos de viento, madera y metal que desconocía hasta el momento y la orquestación de partituras, algo que  plasmó de forma extraordinaria en su Serezade. 

Kórsakov supo traducir al pentagrama las características e intenciones esenciales de Las mil y una noches, la unión de las distintas historias que se narran y las características de los anónimos personajes que surgen de las notas musicales sin ser reconocidos a primera vista, tal y como deseaba el autor y como dejó escrito: “Las semblanzas de los leitmotiv son sólo materiales puramente musicales, motivos del desarrollo sinfónico que pasan y se derraman a través de todas las partes de la obra, continuándose y entrelazándose”. Tan anónimos quiso el autor que pasaran sus protagonistas que hasta él mismo pasa desapercibido cuando escuchamos su poema. Prevalece el nombre de Serezade antes que el de su autor…

GABRIEL SÁNCHEZ

Valery Gergiev dirige a la Orquesta Filarmónica de Viena, interpretando la obra «Serezade» del compositor ruso Kórsavov, en el Festival de Salzburgo 2005:

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