Curtido en bronce, aguarda en el andén…

SONETOS
Curtido en bronce, aguarda en el andén,
ataviado con ropa de soldado,
un ser palpablemente fatigado
que hace de estatua por lo que le den.
Se gana en una plaza su sostén
subido a una peana, congelado,
con fe en que algún turista despistado
pase por su lado y se apiade de él.
Cuando llega el final de su jornada,
cobra vida de nuevo y se descuelga
de su altar de cartones y hojalata.
Salta dentro del tren y vuelve a casa,
preso aún de la dulce catalepsia,
sintiéndose inmortal en su carcasa.
Guillermo Sánchez Amador

Brillante retrato como siempre!