Semanario Cultural

El año de ‘Montevideo’

UNA LECTURA PARTICULAR DE SUPLEMENTOS LITERARIOS.

Atrás dejamos 2022 y con él las celebraciones de efemérides por el nacimiento (o la muerte) de clásicos recientes (Proust, Baroja, Saramago); o por el aniversario de la publicación de algún libro emblemático (el Ulises, de Joyce, por ejemplo); y atrás quedaron así mismo las muchas páginas que los suplementos culturales de diciembre dedicaron a recomendar los mejores libros del año. El más rezagado fue LA LECTURA, que esperó a su última entrega para hacer público el dictamen de sus críticos. Y su veredicto: que el mejor libro de 2022 fue Montevideo, la novela de Enrique Vila-Matas, autor al que entrevista Andrés Seoane y escribe un perfil de su obra Anna Mª Iglesia, autora de un libro de conversaciones con el escritor barcelonés publicado con el vilamatiano título de Ese famoso abismo. (También en las correspondientes listas de otros suplementos sobre los mejores libros del año aparecía Montevideo, aunque no en un puesto tan destacado).  

En la entrevista, Vila-Matas cuenta que al empezar a escribir la novela lo único que decidió fue “hacer lo que me diera la gana. Se podría objetar que lo he hecho siempre, pero en ocasiones se está pendiente de lo que dicen unos y otros… Con Montevideo decidí que sería libre al máximo y que, si fracasaba, al menos podría decir que había apostado todo. Hablo de esa libertad de ir construyendo sin prisa y sin meta algo totalmente mío. Y creo que lo he conseguido.”

Enrique Vila-Matas y su último libro, Montevideo

Vila-Matas ha vuelto con esta su última novela a un territorio que le es propio y nos atreveríamos a decir único en el panorama literario nacional: ese espacio donde se funden los límites entre la realidad y la ficción y desaparece la línea divisoria entre vida y literatura. En la entrevista, Vila-Matas aborda este asunto, harto ya de algunas incomprensiones o de que le cuelguen etiquetas como la de ser un escritor de autoficción: “Siempre he defendido que en la realidad está la ficción. Todos sabemos que cualquier hecho que presencian 20 personas, va a producir 20 relatos distintos. Incluso la literatura realista, que se me acusa injustamente de denostar, sabía eso. Flaubert, que me encanta, era consciente de que lo que hacía era reconstruir una realidad, nunca reflejarla de modo exacto, como se dice, con el espejo. Ese es para mí el tema de El Quijote, tan sencillo: alguien que quiere vivir lo que ha leído y que no consigue vivirlo porque se choca con el espejo que es la realidad. (…) A mí me interesan los autores de ficción que intentan ensanchar los límites de la ficción. Por eso el término autoficción, tan de moda, es una redundancia”.

Anna M. Iglesia incide en esta idea del escritor barcelonés: “la literatura imita la vida, porque la vida es, de por sí, literatura”. Desde que escribiera París no se acaba nunca “la etiqueta de autoficción le ha perseguido. Pero hablar de autoficción en Vila-Matas (y quizá siempre) es una mera reiteración, porque no hay mayor ficción que la identidad”.

A vueltas con la identidad: la extimidad

Viene muy a cuento de todo ello lo que escribe en EL CULTURAL el filósofo Manuel Cruz que afirma que uno de los ámbitos donde hay una mayor resistencia a aceptar la realidad en los últimos tiempos es el de la identidad personal. Trae a colación lo que algunos sociólogos denominan extimidad, una intimidad hacia fuera que estaría generalizándose en nuestras sociedades como consecuencia de la expansión de las redes sociales: “El fenómeno de que cualquiera podría estar al tanto de todo cuanto los sujetos hacen y cómo, precisamente en la medida en que son ellos mismos los que lo hacen público en sus cuentas, acredita, con escaso margen de error, la forma en la que desearían ser considerados. Y si en filosofía se suele hablar de falacia naturalista para designar la confusión entre el ‘es’ y el ‘debe’ o, lo que es lo mismo, el intento de hace pasar algo por norma por el hecho de que sea (sin buscar otra fundamentación para lo bueno), tal vez podríamos hablar de falacia personalista para referirnos al empeño de tantos sujetos, a la hora de presentarse ante los demás, en hacer pasar por efectiva realidad aquello que les gustaría ser”.

Siguiendo el razonamiento de Cruz, y volviendo a la literatura, ¿no estaremos leyendo en tanta autoficción (¡con perdón!) que nos inunda mucho de esa falacia personalista? Pero dejaremos a los teóricos y a la academia, si es que les interesa, que indaguen en ello.

Voces con identidad 

Coinciden dos suplementos en llevar a su portada el rostro de sendos escritores: ABRIL a Luis Landero y EL CULTURAL a Félix de Azúa, dos autores muy diferentes y con voz propia. 

Landero, Premio Nacional de las Letras españolas 2022, en la entrevista que firma Juan Cruz, se muestra pesimista por el estado de las letras españolas: “Hoy la escritura se ha abaratado: el escritor, en su mundo interno, ya no piensa en la literatura, en la escritura, en ese sueño. Ahora solo se piensa en la inmediatez y en el éxito: hay que hacer algo rápido, dejarse llevar por las modas y vender. Si la moda es la novela histórica, pues hagamos novela histórica. Pues, oye, falta el orgullo de ser escritor y decir: yo escribo lo que considero y si me leen bien, si no… allá ellos. Falta eso. Ahora hay demasiados escritores que escriben para el mercado y escriben en el lenguaje que pide el mercado. Y, en parte, es un estilo dictado por las redes sociales: frases cortas, temas sencillos, digeribles, no complejos…”

Luis Landero y Félix de Azúa

Tal es el cabreo de Landero que impele al entrevistador con estas palabras: “¡Dime una novela compleja reciente! Parece que no hay. Los autores consagrados sí, sí hacen cosas más elaboradas. Los nuevos… parece que solo quieren adaptarse al mercado. Y eso es un torpedo hacia la esencia de la escritura”.

Por la entrevista a Félix de Azúa en EL CULTURAL, que firma Alberto Ojeda, nos enteramos de que el escritor ha pasado cinco meses postrado en casa a causa de una rotura de fémur por una caída. En 2022, Azúa publicó El arte del futuro, una recopilación de sus artículos sobre música, una pasión que le ha permitido sobrellevar el reposo, dice, y considera un arte superior. También se lamenta del actual estado de cosas en el mundo de la artes y para ello se apoya en los vaticinios que ya hiciera el filósofo y crítico George Steiner. “Se dio cuenta de que íbamos a una época tiranizada por la imagen. Hoy su totalitarismo es brutal”, sentencia Azúa, y argumenta que mientras las imagen “da un conocimiento, pero superficial, es apariencia, la música es conocimiento profundo, de lo invisible, aunque a la gente le cueste creer que es como la filosofía: un modo muy abstracto de acercarse a la verdad del mundo”. Y a pregunta del entrevistador, sigue su argumento considerando que la música tiene incluso más futuro que la literatura, pues esta solo se le acerca por medio de unos pocos poetas: “Están Sófocles, Shakespeare, Hölderlin… cuatro gatos”.

Pero no todo está perdido, dice, y mantiene la esperanza de que las nuevas generaciones “regresen a la literatura por aborrecimiento de la imagen; por aburrimiento de las series, que a la postre son superficiales…”. 

Es una larga entrevista, como larga ha debido hacérsele la convalecencia por la rotura de fémur, que le permite ahondar en sus fantasmas. Además de hablar de arte, Azúa se explaya sobre el mal estado de la enseñanza, que compara con la del franquismo por su sesgo de adiestramiento, la corrupción universitaria de la que culpa a los políticos, el independentismo catalán, el independentismo vasco, el socialismo como responsable de todo ello… Nada nuevo, en todo caso, para aquellos que siguen puntualmente sus artículos en prensa. Como tampoco les sorprenderá sus encendidos elogios a Madrid. A pesar de llevar tiempo sin salir de casa por lo del fémur (es broma), ve Madrid, al contrario que a su Barcelona natal, que “es una ruina”, dice, como la mejor ciudad europea. Y la explicación, a su juicio, no sería otra que tener «un régimen municipal racional, que cree en los técnicos, no sectario”. No entra a discernir si esto es de ahora, con Almeida como alcalde, o ya venía de atrás, con Carmena. Juzguen ustedes.

… y una posdata

El año 2022 nos deparó la aparición de dos nuevos suplementos culturales, de los que venimos haciendo algunas menciones en esta lectura particular de suplementos literarios. En enero apareció LA LECTURA, el suplemento con el que el diario El Mundo sustituyó a EL CULTURAL, que a su vez cerró alianza con El Español. Este nuevo suplemento, según su directora Maite Rico, “además de contribuir a difundir la cultura, ha asumido un compromiso con el pensamiento libre, la razón, el sentido crítico y el intercambio enriquecedor”. Por su parte, Prensa Ibérica, editora de El Periódico de España y El Periódico de Cataluña, puso en circulación el suplemento ABRIL. Su director, Álex Sàlmon, se felicita en el último número del año por el reconocimiento obtenido a su diseño con el European Newspaper Award a una página sobre Sherlock Holmes con ilustración de Pablo García; y augura para 2023 un año de retos para los libreros, las editoriales pequeñas, para la venta de libros, en definitiva, porque puede que descienda. Lo que no lo hará, dice, será “la imaginación de nuestros creadores”. Que así sea. Nosotros deseamos desde el Patio un feliz 2023 de libros para todos y larga vida a estos dos nuevos suplementos.

                                                                                               E. Huilson

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