Música militar de la otra
En honor a la verdad, no hay constancia de quién fue el verdadero autor de la atrevida idea que dio resultado. La historia señala a Eduardo Sotillos, director de Radio Nacional de España en aquella época. Pero tal vez la iniciativa partiera de Alfredo Salvador, realizador del turno de tarde y el encargado de bajar al archivo sonoro, situado entonces en el primer sótano de la Casa de la Radio. Salvador, hombre culto, serio y muy profesional fue el que programó los discos desde el estudio de continuidad durante el tiempo que duró la invasión.
Aquella tarde del 23 de febrero de 1981 pasará a la historia por todos los motivos que se conocen de sobra, entre ellos, el asalto a las instalaciones de Radio Televisión Española, en Prado del Rey, por parte de una compañía del Regimiento Villaviciosa 14, a las órdenes de un capitán, creo que de apellido Merlo, que tenía orden de tomar las instalaciones de la radiotelevisión pública en caso de asonada. Conocida es la petición del capitán a los directivos de RNE: Que suene música militar.
¿Qué es la música militar? La respuesta, así, a bote pronto, puede ser aquella que se escucha en los cuarteles, la que sirve para marcar el paso de la tropa en los desfiles, la que exalta los valores patrios, como si fueran patrimonio único de los militares, la que sirve para dar órdenes a las huestes en el campo de batalla…. También puede ser música militar la que se escucha en casa, sin necesidad de reivindicaciones patrióticas o heroicas, sin que medien desfiles, uniformes, medallas, banderas, gallardetes, órdenes de combate o llamadas de atención durante la jornada castrense.
O puede ser también la que se escucha en una sala de conciertos o en un parque público cuando una banda, ya sea compuesta por militares o civiles, quiere amenizar una jornada, cumplir el programa de un concierto o simplemente deleitar a la audiencia.
La música militar tiene su origen en las milicias romanas. A través de los siglos, tanto las partituras como los instrumentos han ido evolucionando y los grandes autores no han hecho ascos a acercarse a los parámetros mínimos de las marchas militares para crear grandes composiciones.
Beethoven compuso una marcha militar para homenajear a los soldados austriacos y bávaros heridos en la batalla de Hanau contra las tropas francesas de Napoleón en 1813. La marcha, triste porque las heridas de guerra son siempre tristes, la incorporó como segundo movimiento a su Séptima Sinfonía. ¿Es música militar? Sí. ¿Es una marcha militar al uso de esas que identificamos inmediatamente con banderas, pasos marciales y formaciones perfectamente estructuradas? No.
Boccherini compuso su famosa Música nocturna de la ciudad de Madrid, en la que se incluye la conocida Ritirata notturna di Madrid, un toque militar (la retreta) que ha pasado a la historia de la música del siglo XVIII. Pues lo que hizo Boccherini no fue más que copiar una composición que formaba parte del Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan nuevamente en la infantería de España. Ahí está la Ritirata de Boccherini, sacada de una partitura original de Manuel Espinosa de los Monteros, organista de la capilla real, compuesta en 1761. Por cierto, en el mismo libro también está la Marcha de Granaderos, atribuida a Federico el Grande de Prusia, quien se la regaló al rey Carlos III de España en 1762 y ha terminado convirtiéndose en el himno nacional.
Franz Schubert compuso en 1826 tres Marchas Militares. La primera de ellas, catalogada como la número 1 es la más famosa. En un principio fue compuesta para ser interpretada al piano por cuatro manos, pero a lo largo de los años se han hecho multitud de versiones y orquestaciones, pues su calidad, el ritmo que imprimió a la partitura y la belleza de los destellos propios del autor vienés hacen de esta marcha todo un ejemplo de una composición romántica, sea el que sea el espíritu que anima a la obra.
Así pues, nuestro protagonista, aquella tarde del 23 de febrero de 1981 subió del archivo sonoro de RNE música miliar, tal y como se le había ordenado. Y a través de las ondas, sonó Beethoven, Boccherini, Schubert… , música militar, a fin de cuentas, pero de la otra, de la que no suena en los cuarteles y, por tanto, no tiene el olor que el autor de la orden quería que impregnase a toda la comunidad.
Dicen, yo no lo oí porque estaba recluido en la redacción y no podía salir, que el miliar le decía al realizador : “De esa no, de la otra”. Y el profesional le contestaba : ¿De cuál?, haciéndose el tonto, a la espera de que pasara el chaparrón. Váyase lo uno por lo otro. Después de los tiros, tuvimos minutos musicales de los buenos. El que no se consuela es porque no quiere….
Gabriel Sánchez
Así suena la Marcha Militar nº1 de Franz Schubert: