Cultivar verduras en casa
Tras dar a luz mis ganas de consagrarme a un huertecito en mi humilde piso sin jardín, me llegaron noticias de que, en el huerto, hay que ser más paciente.
Con consejos varios, un calendario y mucha esperanza, riego la tierra con cuidado, veo pasar los días y espero con expectación a que crezca un tomate.
Parece ser que están tímidos este año…
PAULA
Lo maravilloso de un huerto como el tuyo es que todos los días lo miras. Que esperas pillar a la abeja polinizadora, medirle los centímetros que crecen, ponerle la caña guía para que se sujete, atar con cuidado la planta a la caña. Unos polvos para los enemigos de las tomateras, que los tiene. Regar, pero metiendo el dedo en la tierra previamente para saber si necesita agua o no. Orientarla al sol directo para que coja sabor, podar un poquito con tijeras normales y contemplar pausadamente como se desarrolla.
Y todo ello a la espera de que vaya saliendo un botón verde de cada flor y que luego crezca y se vaya coloreando hasta alcanzar el rojo. Y que siga «in crescendo» hasta llegar a la madurez. Lo cosechas con tus propias manos, lo lavas, lo cortas, le añades sal y aceite, y comerás el mejor tomate de tu vida. Sigue vigilando porque esa planta te volverá a regalar varios más de sus frutos.
Ah! y no olvides untar con pan!
Todo lo grande comienza pequeño.
Dichoso el que sabe escuchar el lenguaje de la flor y de las cosas calladas, decía Baudelaire. La lentitud de escuchar y comprender… bonito.
La agricultura siempre presentó sus dificultades.
Según mis recuerdos, el cultivo del tomate precisaba de cantidad de rayos solares. No sé, si esta idea tan mediterránea pueda servir de algo. El intento es estupendo.Y la siguiente cosecha saldrá mejor, seguro.