Relatos con música

Un adagio barroco del siglo XX

Remo Giazotto

Cuando se destruyen pruebas, la demostración de un hecho parece, en principio, bastante difícil. Y si esa destrucción es provocada por una guerra, la tristeza, el pesar y la rabia pueden compensar la falta de verificación y dar los hechos por buenos, simplemente porque han sufrido los rigores de una contienda. Abundamos: y si esa contienda es nada menos que la II Guerra Mundial, parece que todo está justificado.

Es lo que debió pensar el musicólogo italiano Remo Giazotto y un editor de partituras amiguete, dueño de la editorial Casa Ricordi.

Giazotto fue un reputado biógrafo y catalogador de la obra del músico veneciano Tomaso Albinoni, autor de más de 50 óperas, personaje admirado por Johan Sebastian Bach y que vivió entre 1671 y 1751. Fue uno de los compositores barrocos más reputados y su música instrumental era interpretada en todos los escenarios de la época. Vivía a la sombra del cardenal, también veneciano, Pietro Ottoboni, sobrino nieto del papa Alejandro VIII y por la sede cardenalicia –el prelado era amante del arte en todas sus manifestaciones y convocaba reuniones artísticas con mucha frecuencia en su palacio- pasaron figuras como Corelli, Scarlati y Haendel, con las que Albinoni se codeaba.

En 1958 Remo Giazotto dio la gran noticia: entre las ruinas de la biblioteca del Estado de Sajonia, en Dresde, había encontrado un manuscrito, breve, de un apunte que Albinoni había compuesto para una sonata a trío (dos violines y un órgano). Conocedor de la obra del veneciano, había decidido seguir la pauta del maestro y compuso lo que se conoce como el Adagio de Albinoni. Hasta ese año, 1958, nadie había oído hablar de esa partitura ni se conocía la obra. La destrucción de parte de la biblioteca de Dresde a causa de los bombardeos a los que fue sometida la ciudad alemana por parte de la aviación británica, descartaba la posibilidad de que hubiera más fragmentos de la obra o textos relacionados con ella. 

Comenzaron las sospechas de fraude al mismo tiempo que Casa Ricordi no daba abasto a vender partituras. El Adagio se escuchaba en la radio, los tríos lo incluían en su repertorio y la obra se hizo mundialmente famosa. Ricordi no cabía en gozo.

¿Era realmente Albinoni el autor del Adagio? Se demostró que no. La biblioteca de Dresde desmintió que entre sus fondos constara la pieza que, según Giazotto había compuesto el músico veneciano hacia 1708. Otros especialistas se dieron cuenta de que la cadencia de la obra, aunque tenía todas las características de las piezas del barroco, no era propia de Albinoni. Es más, había partituras que se asemejaban, por ejemplo, el Trio en si bemol para piano, violín y violonchelo, de Louise Farrenc, o los primeros compases del Concierto para dos trompas, violonchelo y continuo de Antonio Vivaldi o el inicio del aria “Es ist vollbracht” de La pasión según San Mateo, de Bach.

Al final se deshizo el entuerto. Remo Giazotto confesó: había compuesto él solito el Adagio en 1945. Albinoni no había participado absolutamente en nada, entre otras cosas, porque llevaba casi 200 años muerto.

Pero, ¿quién iba a comprar un Adagio de Giazotto, teniendo a mano otro de Albinoni? El editor lo tuvo claro desde el principio. Y la caja registradora no paraba de sonar, no tan bien como el Adagio, pero sonaba. ¡Vaya que si sonaba…!

Gabriel Sánchez

El chelista croata Stjepan Hauser interpreta Adagio de Albinoni con la Orquesta Filarmónica de Zagreb (Octubre 2017):

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