Mar-qué-ting
La gente que estudia artes se divide en dos categorías: los que trabajan en hostelería y los que trabajan en marketing. Yo soy de los segundos, a mi pesar.
Cuando una mañana me oigo a mí misma usando la jerga del oficio me sobresalto: ¿en qué momento empecé a decir cosas como “tasa de conversión”, “KPI” o “tráfico orgánico”? ¿Cuántas páginas de Excel se rellenan al día midiendo todas estas cosas intangibles, sin sentido?
No aguanto ni un minuto más. Me despido de mis compañeros y cierro el ordenador. Necesito oler algo, tocar algo, saborear algo, sentir que el mundo real sigue ahí fuera, que no lo he dejado pasar hipnotizada por las estúpidas casillas de Excel.
Esa noche duermo abrazada a una flor en vez de a mi teléfono.
PAULA