El cristal como instrumento
Se identifican los instrumentos por el material con el que están construidos y por el modo que posibilita el sonido. Viento madera, los que tienen como base este componente y que producen sonido a base de viento, es decir, soplando. Instrumentos de viento madera son, por ejemplo, el clarinete, el oboe, el fagot. La flauta también es viento madera, aunque haya instrumentos que estén realzados a base de metal. Los orígenes de la flauta la sitúan en esta cuerda. Lo mismo ocurre con el saxofón. Su fabricación, ideada por el belga Adolphe Sax en 1840, es de metal, pero la boquilla, en un principio, fue de madera. Y por este motivo, el saxofón forma parte de los instrumentos de viento madera. En el viento metal encontramos los que están fabricados únicamente con distintas aleaciones metálicas. La trompeta, el trombón, la trompa, la tuba, el fliscorno… Luego están los instrumentos de cuerda, obvio es nombrarlos, y los de percusión, que todo el mundo conoce.
Pero hay instrumentos que no están fabricados con ninguno de los materiales que se utilizan habitualmente y que rara vez forman parte de una orquesta o son requeridos para que interpreten una pieza solista. Hay que referirse en este caso al cristal.
Benjamin Franklin, polifacético ciudadano norteamericano, cuyos logros los encontramos en el mundo de la política, la ciencia, la inventiva e incluso en la economía –su efigie aparece en los billetes de 100 dólares, con un parecido extraordinario a Chiquito de la Calzada-, realizó en 1762 un viaje a Cambridge, en el Reino Unido. Allí asistió a un concierto a cargo de un virtuoso de un instrumento para él completamente desconocido. Se trataba de Edward Delaval, quien se presentaba en el escenario delante de una caja llena de copas de cristal que contenían distintas medidas de un refresco. Mojando suavemente los dedos y haciéndolos pasar por el borde de las copas, creaba un sonido verdaderamente angelical. De regreso a los Estados Unidos ideó una forma mucho más sofisticada de hacer que el cristal sonara. Decidió inventar un instrumento compuesto por platos, tarros o vasos semiesféricos de distintos tamaños, superpuestos horizontalmente, a travesados todos ellos por un eje conectado a una correa que derivaba en un pedal. Presionándolo, el eje provocaba que los platos, los tarros o los vasos dieran vueltas. El músico sólo tenía que rozar ligeramente los bordes con los dedos húmedos para obtener el sonido. Cada uno de los elementos dispuestos horizontalmente generaba una nota. Era cuestión de ir siguiendo la partitura y ejecutar las notas. El invento de Franklin se asemejaba a una vieja máquina de coser, para entendernos.
La armónica de cristal, que así se llama a este instrumento idiófono, es decir que tiene sonido propio porque usa su cuerpo como materia sonora, atrajo la atención de compositores como Mozart, Beethoven o Carl Philipp Bach. Pero a principios del siglo XIX se prohibió su uso. Había músicos que interpretaban piezas con este instrumento que enfermaban de forma más o menos rápida. Comenzó a tenerse en cuenta que el plomo con el que se fabricaban algunos cristales para ser incorporados a la armónica generaban en los que practicaban el instrumento con cierta frecuencia una especie de envenenamiento. Sólo cuando se retiró el plomo de la fabricación de los elementos que formaban parte de la armónica, ésta comenzó a fabricarse de nuevo.
El arpa de cristal es otra variedad. Es mucho más frecuente encontrarnos con este otro instrumento que tiene el cristal como elemento fundamental, en las calles, tañido por músicos callejeros. Consiste en reunir distintos vasos que contienen proporcionalmente agua, se les introduce en una caja y se los coloca según las notas musicales. El músico pasa suavemente los dedos ligeramente húmedos por el borde de los recipientes y se obtiene un sonido muy suave y melódico.
Benjamín Franklin llegó a decir que este tipo de instrumentos producían un sonido celestial, porque era como meter un querubín dentro de una caja. Lo del sonido celestial está bien, pero mejor que el querubín cante fuera de la caja, sobre todo para no ahogarse….
Gabriel Sánchez
El músico y compositor norteamericano William Zeitler toca su arreglo de la Danza del Hada de Azúcar del Cascanueces de Tchaikowsky con la armónica de cristal inventada por Benjamin Franklin. Le acompañan un arpa y un clarinete bajo:
Aquí, Tocata y fuga en re menor de J. S. Bach interpretada en arpa de cristal por el músico británico-italiano Robert Tiso: