Relatos con música

La cabeza de Haydn (I)

¡Aquí van a rodar cabezas! La frase se utiliza para amenazar, anunciando que se impondrán sanciones severas a las personas que han participado en algún acto lesivo para terceros, ya sea a título personal, empresarial, institucional o vaya usted a saber quién tiene la perversa idea de cortar cabezas para que vayan rondando por los suelos, como si de cacahuetes salidos de un bol se tratara.

Tiene la cabeza en su sitio. Usamos esta frase para alabar las bondades intelectuales, organizativas, imaginativas de alguna persona de la que pensamos bien, embelesados por esa cordura y ese talante propio de quien estamos juzgando tan positivamente.

Ha perdido la cabeza. Todo lo contrario. El loco que no sabe lo que hace o que quiere fingir cierta dosis de enajenación para confundir. Si la persona a la que nos referimos con esta frase insiste en sus planteamientos, malo. Ya está degradado.

¡Cuántas frases tienen la cabeza como protagonista de lo que queremos representar con nuestras palabras! La cabeza como cúspide, como la parte de nuestro cuerpo más preciada y la que encierra todos los encantos ocultos del ser humano y forja la verdadera personalidad.

¿Qué pasa si un ciudadano honrado, siempre al servicio del orden y la ley, sin intríngulis políticas que le señalen o le persigan y pueda ser objeto de pena de muerte por decapitación, pierde la cabeza? Y si además ese ciudadano honrado genera admiración en el mundo entero y su fama traspasa fronteras por su buen hacer en la rama profesional que ha elegido y para la que está sobradamente dotado?

Joseph Haydn

Pues eso, que genera una gran discusión. Y a las pruebas hay que remitirse.

Joshep Haydn murió el 31 de mayo de 1809 en Viena. Su desaparición supuso una de las mayores pérdidas de la música austriaca de todos los tiempos. Maestro de Mozart o Beethoven, Haydn firmó nada menos que 104 sinfonías, todas ellas de una magnífica calidad. Podría pensarse que la proliferación de su obra llevaría consigo altibajos en cuanto a la potencia de sus partituras. Nada de eso. Todo lo que escribía era de gran valor para la tendencia de la época. A la lista de sinfonías hay que añadir música de cámara, conciertos para instrumentos solistas, misas, óperas, divertimentos y el famoso Deutschland über Alles, el himno de Alemania desde 1922.

Su muerte conmocionó al mundo de la música desde Viena hasta Londres e incluso traspasó el Atlántico, pues en las reuniones musicales que se desarrollaban en los Estados Unidos, ya liberados de la bandera británica, la música de Haydn era respetada y admirada.

Tal era su calidad como compositor que algo tenía que albergar en su cabeza para ser capaz de producir una obra tan extensa y tan magnífica.

Joseph Carl Rosenbaum

Cuando murió Haydn, Austria estaba bajo dominio napoleónico. El país no estaba para celebrar ningún tipo de acontecimiento. Así que el compositor fue enterrado sin la pompa y el boato que le serían propios, dada su personalidad y fama. Un entierro sencillo, sin relumbrón. 

Por aquella época, había una ciencia que hacía furor entre los aspirantes a científicos de pacotilla: la frenología. Se trataba de una disciplina científica que se dedicaba a estudiar la localización exacta de las diferentes funciones cerebrales para determinar los rasgos de la personalidad y el carácter de cada individuo estudiado según sus características individuales. Hoy en día es considerada una pseudociencia,  aunque se le reconocen ciertas aportaciones en el estudio del cerebro humano.

Johann Nepomuk Peter

Frenólogos eran dos amigos de Haydn que estaban obsesionados con la ciencia que hacía furor, y que habían visto en el compositor el prototipo ideal para ser examinado una vez abandonado el mundo terrenal. Se trataba de Joseph Carl Rosenbaum y Johann Nepomuk Peter. El día del entierro no dudaron en sobornar al enterrador para que cortara la cabeza de Haydn y se la entregara. Las crónicas de la época relatan que en aquel mayo vienes, el calor se había hecho sentir con fuerza en toda la ciudad y el cuerpo comenzaba a descomponerse antes del entierro. A pesar de estas dificultades, el enterrador cumplió su compromiso y entregó a Rosernbaum y a Peter la cabeza de Haydn. El cuerpo fue enterrado decapitado.

Los dos ladrones de la cabeza, que, lejos de considerarse delincuentes, creían que habían obrado con verdadero celo científico, pues someterían el cráneo del compositor a severas pruebas para conocer el auténtico valor de la masa gris y el cráneo que la envolvía, declararon que habían encontrado “el origen de su genio musical”, aunque nunca demostraron ni explicaron en qué consistía, y se dedicaron a exhibir el cráneo del compositor a todo aquel que quería admirarlo, como si de un trofeo se tratara.

(Continuará)

Gabriel Sánchez

Sinfonía del Reloj, a cargo de la Camerata de Ginebra y dirigida por David Greilsammer:

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