Semanario Cultural

No me cuentes tu vida… o sí

UNA LECTURA PARTICULAR DE SUPLEMENTOS LITERARIOS.

De la última entrega de suplementos literarios nos volvió a llamar la atención que no hay semana sin que salga a la palestra el término “autoficción”, bien para denostarlo, bien para defenderlo, un concepto procedente de los estudios académicos con el que referirse a aquellos relatos, principalmente en el género de la novela, que están basados en algún aspecto de la vida real de sus autores, aunque ficcionalizados.

En su último número, Babelia trae a su portada el tema, bajo el título Autoficción, de la nada al Nobel, con un reportaje que firma Alex Vicente. Viene a cuento por el premio Nobel que será entregado a Annie Ernaux el próximo sábado. 

Sostiene el autor del reportaje que “el Nobel para Ernaux podría serlo también para todo un género, la autoficción, que ha pasado de ser desdeñado como pura pornografía literaria a convertirse en el género de moda y en objeto de una rehabilitación cultural que pocos vieron venir”. Se sostiene en el reportaje que su “evolución suele reflejar las circunstancias de grupos sociales que no siempre han tenido derecho a una representación literaria satisfactoria, como las mujeres y las distintas minorías…”. El inventor del término fue el crítico y profesor de literatura francés Serge Doubrovsky, que escribió algunos libros autobiográficos que calificó de “autoficción” al entender que la autobiografía estaba reservada a personajes destacados, mientras que, mediante la ficcionalización otras vidas menos destacadas pueden ser de interés para los lectores. 

Lo curioso del reportaje es que no cita voces que sostengan esa radical afirmación de que la autoficción es un género “desdeñado como pura pornografía literaria”, mientras que a la vez se afirma que “ningún autor asociado a esta variante literaria parece interesado en formar parte de ese club. Casi ninguno acepta la etiqueta de buen grado: Ernaux la detesta, prefiriendo hablar de ‘autobiografía impersonal’, de ‘autosociobiografía’ o incluso de ‘escritura de la vida (…)’. “Es una etiqueta a la que es mejor escapar”, asegura la escritora francoargelina Nina Bouraoui, otro de sus máximos exponentes, responsable de una obra que ha alternado la autoficción con la narrativa pura. Difícil por tanto que haya llegado a “convertirse en el género de moda y en objeto de una rehabilitación cultural que pocos vieron venir”, pensamos. ¿Qué tendrá la autoficción que nadie se quiere reconocer en tal género o subgénero? Y si no, basta con recordar las declaraciones de Enrique Vila-Matas a El periódico de España con motivo de la publicación de su última novela, Montevideo, cuando le preguntaban por qué huía del término autoficción para definir su escritura: «es una palabra que se ha devaluado y ha sido poco comprendida, porque es sabido que todo lo que se escribe sobre la realidad modifica esta realidad. Antes era un término muy moderno que imponía. Recuerdo que una vez di una charla en una ciudad de provincias con la presencia de una parte de la Familia Real y me advirtieron que no hablara de autoficción ni de cosas raras (ríe) pero ahora se emplea para igualar a todos. Hoy hasta el más tonto de los escritores ha hecho un libro sobre su padre o su madre».

Pues algo pasa en Noruega que la autoficción rompe familias. Si no, que se lo digan a la novelista Vigdis Hjorth, que, tras triunfar con La herencia, Nórdica publica ahora su última obra, ¿Ha muerto mamá?, en la que, como ocurría en la anterior, una mujer rompe con su familia para vivir su vida, textos ambos que sacan a la luz secretos familiares. Hjorth, entrevistada en La Lectura por Andrés Seoane, recuerda como su madre quiso demandarla y su hermana escribió un libro para desmentir y difamar su novela, La herencia, en la que se hace mención a un incesto, lo que causó cierta polémica por ser sus novelas de tinte autobiográfico. De toda su familia, solo se habla con un hermano. Con su hermana y su madre, la autora noruega explica que “se daba la interesante paradoja de que se identificaban con mis personajes al mismo tiempo que aseguraban que todo era mentira. Eso mismo defiendo yo, que la realidad y la ficción nunca son lo mismo (…) aun así, no fue la novela la que rompió la familia. La fractura ocurrió hace 30 años y por eso pude narrar mi verdad, porque ya estaba rota”, concluye.

De los dramas familiares llevados a la ficción en Noruega, quizá el más conocido en España sea el del escritor Karl Ove Knausgard, que tituló Mi lucha (ya el título resultó polémico por su resonancia hitleriana) una saga de novelas autobiográficas que también crearon controversia al tratar asuntos privados de familiares, amigos y su exesposa. Refiriéndose a él, Hjorth ironiza en la entrevista diciendo que “es una vieja tradición nacional, podríamos decir”, y recuerda que la primera frase que escribió la premio Nobel Sigrid Undset en su primer libro fue “le he sido infiel a mi marido”. Al ser un pequeño país, concluye, “eso provoca que todo el mundo esté siempre pendiente de los vecinos. Pero, además, aquí los escritores somos pocos, nos conocemos todos y nuestras miserias son portadas de los periódicos. En lugar de reality shows los noruegos siguen en libros y diarios el divorcio de Knausgard y Linda Bostrom o mis problemas familiares”. 

La entrevista de La Lectura comienza con una frase que no nos resistimos a reproducir: “Cuando en una familia nace un escritor, esa familia está acabada”. La escribió el polaco Czeslaw Milosz, y, dado que “no es menos cierto”, y así se explica en el reportaje de Babelia, “que los rastros de la autoficción han existido siempre, como demuestran nombres como Balzac, Diderot, Kafka, Joyce, Henry Miller, Borges o Nabokov”.

Nosotros, dándole vueltas una noche en el Patio, llegamos a la conclusión de que al final lo que vale es si la historia está bien contada o no, si nos seduce, y menos los trapos sucios. Que si responde o no a hechos ciertos de la vida del autor o de un acontecimiento histórico nos da un poco igual. Bien es cierto que era ya tarde cuando llegamos a esa conclusión, y que tampoco había entre nosotros académicos ni teóricos que pudieran corregirnos por lo que con eso nos quedamos.

¿Puede haber autoficción en el terror?

La escritora argentina Mariana Enriquez, maestra en el género de terror, Premio Herralde de novela (2019) con Nuestra parte de noche, publica en España nuevo libro, El otro lado, en el que se reúne su trabajo periodístico de artículos sobre música, literatura y cine. Con este motivo, el suplemento Abril la lleva a su portada y publica una entrevista que firma Mariana Sández, en la que Enriquez nos deja opiniones y reflexiones de sus dudas y herramientas creativas, de lo que piensa sobre la autoficción; de su poética, en definitiva. Destacamos algunas de sus respuestas:

Mariana Enriquez (Kaloian/Ministerio de Cultura de la Nación)

.- “Al principio creí que usar una narradora mujer iba a ser fácil por ser yo mujer, pero me di cuenta de que el lenguaje literario no tiene nada que ver con la experiencia. Que a lo sumo me serviría para aportar ciertos detalles concretos, como haber pasado por una mamografía o tener la regla, pero de todas maneras hacía falta construir la escena literariamente”. 

.- “Quizás también hay en este momento una sobreoferta de ficción autobiográfica y ciertos lectores buscan esa literatura que te dice cosas serias y densas, pero no desde la primera persona. No lo digo mal, pero el texto escrito desde el yo impone una visión, deja menos lugar a la participación del lector”.

.- “En la obra de otros autores me interesa lo autobiográfico; en la mía no, porque hablar de mí en primera persona me da pudor y me causa risa”.

.- “Si existe una conquista como escritora, me parece, es la de poder hablar de lo que cada una tenga ganas, pero que sea una obligación es un problema. Así como es un problema tener que pensar tanto en cuestiones identitarias, o en lo que ofende y lo que no ofende. No veo como algo sano que eso esté dentro de la conversación literaria”.

.- “No estoy de acuerdo con reprobar la obra de un escritor porque su ideología sea distinta de la mía. Me encanta Flannery O’Connor a pesar de que ella era muy racista. (…) Céline era sumamente nazi y si lees Viaje al fin de la noche, lo que se nota es una profunda misantropía, que en su caso derivó hacia el nazismo (…) soy de una generación anterior a este tema de la cancelación actual. Siempre supe que William Burroughs había matado a su mujer y me parecía fatal, pero no por eso dejé de leerlo”. 

Lejos quedaron las vanguardias

“En el año del centenario de Ulises de James Joyce es imposible no preguntarse qué ha sido de las vanguardias para que se haya impuesto la narrativa tradicional y realista. ¿Han perdido audacia los escritores?”. Bajo este epígrafe, El Cultural publica dos textos, uno del novelista y crítico literario Andrés Ibáñez y el otro de la novelista y editora Sabina Urraca, en los que tratan de dar respuesta a la pregunta. 

Ibáñez declara adorar a los modernistas, Joyce, Proust, Virginia (Woolf), Faulkner, Conrad, Stevens, Rilke, “están entre mis escritores favoritos”, y entre sus obras, el Ulises, pero advierte a renglón seguido de que “por creer que Joyce hizo esas cosas raras y maravillosas con las palabras todos los que venimos detrás tenemos que hacer lo mismo sería igual (exactamente igual, vaya), que suponer que Joyce debería haber hecho lo mismo que Flaubert y las cosas raras y maravillosas que Flaubert hizo con las palabras”. 

“¡Viejos, maravillosos modernistas, estáis muertos, y lleváis muertos mucho tiempo!”, exclama Ibáñez, para, acto seguido, reconocerles la revolución que llevaron a cabo en el arte, pero recordando a la par que hubo otras revoluciones después, y entre ellas la posmoderna, de la que Jorge Luis Borges, “un gigante universal”, fue heraldo y cuya influencia sigue percibiéndose. Y otros vinieron después: Cortázar, Perec, Pynchon, Bolaño, DeLillo… y Mircea Catarescu, “poeta de la cuarta dimensión y la explosión de la conciencia, un nuevo sol en el firmamento de la literatura”, le define Ibáñez. 

Sabina Urraca, por su parte, centra su respuesta en una reivindicación de la literatura como lo contrario a un lugar de confort. Cita como anécdota una captura de un frase en una red social en la que alguien declaraba estar leyendo “un libro que parece estar hablándome a mí, poniendo por escrito lo que pienso, subrayándome como persona”.  Dice la editora que al leerla sintió “verdadera inquietud ante esa visión de la literatura como lugar plácido, como espejo en el que verse guapo”. Y confiesa: “A cien años de la publicación del paseo más incómodo de la literatura, el Ulises de Joyce, siento que el riesgo literario se asfixia, se minimiza”. Recuerda la expresión de Bertolt Brecht de que el arte no es un espejo, sino un martillo, y si no sería más sensato por parte del lector identificarse con la confusión, tramas no del todo comprensibles (como la vida misma, añadimos nosotros) pues “¿No es la vida una trama intrincada, pura vanguardia?”. Y concluye Sabina Urraca con un diagnóstico pesimista: “Tristemente, la tendencia general parece apostar por ayudar al lector a quedarse muy en su sitio, o en el que cree que es su sitio, junto al personaje que se parece a él, o a la imagen idealizada que tiene de sí mismo, o a la persona que le gustaría ser, pero no es, o a quien cree que es, pero sin serlo, exigiendo el camino más sencillo: pasear a sol por un Dublín libre de tropiezos”. 

Podemos concluir que deberíamos enmendarnos como lectores, no ser presa fácil para los escritores. Que no nos cuenten su vida (o sí) pero… ¡Obliguémosles a esforzarse! 

                                                                                           E. Huilson

(P.D. El espacio nos impide un resumen más amplio. Seguro que hay temas de su interés que se quedan fuera por lo que animamos a que se acerquen a los suplementos culturales, allí hay menos ruido y muchas nueces.)

Un comentario en «No me cuentes tu vida… o sí»

  • Es una gozado leerle, E. Huilson. Y qué interesantísima lectura y análisis de los suplementos literarios. Admiro su forma de escribir, que da más calidad a la escritura de los otros.

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