Judas Priest – Screaming For Vengeance
1982, el año en el que el Heavy Metal se puso de moda
Este año se cumplen 40 del lanzamiento de ‘Screaming For Vengeance’ de Judas Priest, uno de los discos canónicos del heavy metal. Ese mismo año salió a la luz otro superventas de sus compatriotas Iron Maiden y también considerado canónico: ‘The Number of the Beast’. Para ambas bandas supuso su consolidación y reconocimiento en EEUU, lo cual hizo del género a lo largo de la década un fenómeno de masas, incluso reciclado por algunas modas tanto estéticas como musicales (véase el glam metal).
A nivel compositivo, la música que suena a lo largo de las diez canciones que forman el álbum no se diferencia mucho de lo que ya venían haciendo grupos como Black Sabbath –curiosamente, también originarios de Birmingham– años atrás. El protagonismo de los riffs de guitarra heredados del rock de los 70, la teatralidad de la voz masculina en su registro más alto y una sección rítmica que recuerda a las fábricas de metal de la ciudad inglesa donde nació el estilo son rasgos musicales que Judas Priest no inventó. Sin embargo, fueron ellos los que mejor supieron empaquetarlo para el público de masas.
A diferencia de otras bandas de heavy metal –que tiran mucho de literatura de terror y épica fantástica en sus letras– “los Judas” escribían por entonces muchas de sus canciones desde un punto de vista personal. El amor, la venganza o el sentimiento de vigilancia constante por parte de la tecnología son algunos de los temas que aparecen a lo largo del disco, el cual fue producido por Tom Allom: el ingeniero de sonido de los tres primeros discos de Black Sabbath. Cabe decir que el uso de efectos en la voz, el sonido punzante –como de sintetizador– del bajo y algunos momentos de reverb en la batería no hacen más que potenciar la exuberancia de un estilo que dominaría gran parte de la industria hasta la llegada de los 90.
Con una portada entre el pop art y lo que hoy llamaríamos arte digital de Doug Johnson, Judas Priest consiguió vender más copias que nunca y no solo posicionarse en lo más alto del género sino posicionar el género en lo más alto. Las chupas de cuero, las tachuelas y otros elementos que formaban parte de la identidad estética del grupo comenzaron a popularizarse sin mucha conciencia de su origen LGTB, ya que Rob Halford se había inspirado en la estética gay sadomasoquista. Sería a finales de la siguiente década, cuando el cantante hiciera pública su homosexualidad en la MTV… pero eso ya es (otra) historia.
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Probablemente uno de los mejores albums de heavy de la historia. ¡Grandes!