Kubrick y sus bandas sonoras
Qué grandes bandas sonoras se han compuesto para grandes películas. Y qué grandes compositores han exprimido todo su talento para llevar la música a la pantalla de cine de tal forma que, a veces, sólo con escuchar la banda sonora, ya se reconoce el film. Sin embargo, ha habido otros genios de la cinematografía que han preferido el camino andado y han recurrido a los clásicos para acompañar las escenas más fascinantes que el espectador pueda ver y quedar prendado de tan sugestiva mezcla que nos proporcionan los sentidos de la vista y el oído.
Stanley Kubrick fue uno de ellos. Siempre pensó que componer un cuadro cinematográfico a raíz de grandes músicas contribuiría a la realización de una gran escena. Por eso recurrió a la música clásica para ambientar algunas de sus grandes obras. ¿Quién no relaciona la obertura de Así habló Zaratustra, de Richard Straus, con los primeros minutos de su obra mítica 2001: una odisea del espacio? Para este fragmento del film, Kubrick eligió la grabación de la obra del autor alemán que había realizado la orquesta filarmónica de Viena, a las órdenes de Karajan. Antes de decantarse por El Danubio azul para las escenas del viaje interplanetario de la nave en la que viajan los doctores David Bowman y Frank Poole, acompañados por la computadora Hal 9000, Kubrick escuchó a Mendelssohn, concretamente su scherzo de El sueño de una noche de verano y algún fragmento de la Carmina Burana de Carl Orff. Al final, Strauss se llevó la gloria sideral.
Y es que Staley Kubrick consideraba que las partituras compuestas ex profeso para una determinada película no tenían la repercusión efectiva de los autores clásicos, ya conocidos por el público. Tal era su compromiso con la banda sonora que para encontrar aquella que le sedujera verdaderamente con el fin de introducirla en su película Barry Lyndon estuvo trabajando 42 días y escuchó todas las grabaciones de música disponibles de los siglos XVII y XVIII. Adquirió miles de discos hasta encontrar la versión de la Zarabanda de Händel que suena en varios momentos trascendentales. Concretamente este fragmento forma parte de la suite número 4 en re menor. Igual ocurrió con la otra pieza que se escucha en el film: el trío para violín, cello y piano de Franz Schubert.
El director de cine pensó en contratar al compositor Nino Rota para que le compusiera la banda sonora de la historia del irlandés descarado y manirroto que interpreta Ryan O Neil. Pero al final descartó la idea. No obstante, recurrió al compositor Leonard Rosenman para que adaptase las piezas musicales de Händel y Schubert a sus intenciones, pues consideraba que las obras originales carecían, en algunos casos, del dramatismo que Kubrick quería dar a la escena a través de la música.
Según el actor Jack Nicholson, la obsesión por la música era una constante en el director de cine. Escuchaba y escuchaba versiones hasta que encontraba una que le emocionaba de la forma adecuada para la escena que estaba pergeñando en su mente. Así, en el viaje que el protagonista de El Resplandor realiza en coche hasta el hotel Olverlook, la cámara sigue a Nicholson mientras se escucha el Dies/Irae de la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
Más ejemplos. Se puede escuchar un fragmento de la Polonesa en re mayor número 1 de Chopín en la película Lolita. Peter Sellers la toca el piano en una fiesta mientras una pistola apunta a su cabeza. O podemos oír la 4º Marcha de Pompa y Circunstancia de Elgar en el bar en el que los protagonistas de La Naranja Mecánica planean sus fechorías nocturnas.
Todo un lujo para el cine de Kubrick. Y para nosotros, claro.
GABRIEL SÁNCHEZ
Trío para violín, cello y piano, de Franz Schubert, acompañando a las imágenes del film Barry Lyndon, de Kubrick
Una música de grandes clásicos que, por obra y gracia de Stanley Kubrick, asociamos al cine, al mejor cine, para siempre. Reconocía las películas solo con escuchar la música y, gracias a este artículo, podré reconocer a los autores.