Canto a Kant
SONETOS
En los mares del tiempo y el espacio,
un hombre con el nombre equivocado
se lanzó a navegar la nada a nado,
para dejar escrito en su epitafio:
Solo sé que no sé nada del hado,
no se puede nadar en mar helado.
Se enterró con su brújula de mano,
por si el cielo final fuera estrellado.
Cántales tus razones, cantaor
de palos de ida y vuelta abandonados,
cántales las cuarenta. ¡Por favor,
que se enteren los dioses –y hasta Dios–
de lo que son los cánticos humanos!
Igualdad, pero como Kant no hay dos.
Guillermo Sánchez Amador
Estupendo!!! Un placer