Invierno
Fue compromiso de este relator, situado en una esquina del Patio, dar cuenta de la época del año en la que nos encontramos, vinculándola musicalmente a las partituras que, sobre las estaciones que conforman el año meteorológico, escribió Antonio Vivaldi allá por 1721. Y aunque el invierno entró el 21 de diciembre, en vísperas de la Navidad, y este Patio estaba sombrío, porque el frio comenzaba a arreciar por los cuatro costados, el portón de la portada se había hinchado porque la madera no aguante la humedad que se filtra desde el callejón que va a dar a la plazuela, hay que cumplir lo prometido, y aquí vamos a explicar, ahora, lo que significa el invierno vivaldiano.
Las cuatro estaciones es el nombre moderno que se le da a la partitura que contiene las cuatro composiciones. El titulo original era Concierto para violín, opus 8. Sin más, así de sencillo. Fueron dedicados al conde Marzin, que era quien daba el dinero para que Vivaldi pudiera dedicarse a la composición, pues su puesto como consejero espiritual del orfanato La Pietà de Venecia no daba para mucho.
Cada una de las partituras iba acompañada de un poema. Ese era el trato. Había que plasmar, tanto en un texto como en una partitura musical, lo que representaban cada una de las estaciones y los cambios que se producían cuando se abandonaba una y se recibía a la otra; cambios emocionales y artísticos.
No se sabe quién fue el autor de los poemas, si es que lo hubo. Los estudiosos se inclinan a pensar que fue el propio Vivaldi quien los escribió, pues el lenguaje, las rimas y el estilo no son propios de los poetas italianos del siglo XVIII. Vivaldi era músico, no poeta.
El invierno es, quizá, la partitura más conocida de las cuatro que componen los Conciertos para violín Opus 8, seguramente por la calidad de lo que se plasma en el pentagrama y la popularidad de muchos de sus acordes que han sido utilizados en cantidad de bandas sonoras y jingles publicitarios.
Las primeras notas nos describen con un ritmo suave y persistente la lenta caída de los copos de nieve y en el trino rápido de los violines el castañear de dientes provocado por el intenso frío. Escuchamos una ráfaga de viento que agita la caída de los copos de nieve en el primer solo del violín. Poco a poco, aumenta la fuerza de la música para desembocar en un tema grandioso.
El segundo movimiento se llama La Lluvia. Nos habla de un hombre que se encuentra feliz a salvo del intenso frío junto al calor de su chimenea mientras observa cómo los cristales de su ventana son golpeados por las gotitas de una lluvia de invierno. Escuchamos el rítmico golpeteo y, sobre este ritmo, el violín solista canta una bella melodía que describe la felicidad y el calor del hogar.
En el tercer movimiento, después de un primer solo de violín, aparece la orquesta imitando una suave ráfaga de viento que crece poco a poco hasta alcanzar gran fuerza. Al terminar, llega la terrible tempestad invernal donde el choque de los vientos del Mediterráneo y las ventiscas del Norte son interpretados por el violín solista y la orquesta que terminan en un final grandioso.
“Tal es el invierno pero tiene también grandes bellezas.” Con estas palabras termina Antonio Vivaldi su gran creación el ciclo de las Cuatro Estaciones. Amén.
Gabriel Sánchez
El Invierno, de Vivaldi, con Cynthia Miller Freivogel al violín barroco y Voices of NMusic: