Semanario Cultural

Minimosca, la novela de Faverón sube al pódium “a puñetazos” 

Por imperativo vacacional esta será la última entrega de 2024 de nuestros particulares resúmenes de suplementos literarios. Llevamos algunas semanas haciéndonos eco de listas interminables de títulos de libros para regalar o para ordenar por calidad, según criterio de los críticos, que vienen publicando dichos suplementos, pero el baile no termina de cerrarse. Babelia y Abc Cultural reinciden con más listas una semana más, ésta de libros infantiles y juveniles. Abril y Cultura/s, rezagados del resto, llenan sus páginas con listados de libros para ayudarles a ustedes en sus compras navideñas. Listados en los que, para evitar la saturación, no nos detendremos.

Y tanta lista para que ninguna haya recogido (al menos no recordamos haberla visto citada) la que podría ser “la mejor obra de narrativa publicada en español en 2024”. Se trata de Minimosca, la última novela del peruano Gustavo Faverón Patriau. El entrecomillado se lo hemos copiado a Juan Marqués, de la reseña de la novela que firma para La Lectura. Que no aparezca Minimoscas en las listas puede haber sido porque no se publicó en España hasta el mes pasado, “ya casi sobre la bocina”, por lo que no le dio tiempo a las revistas culturales a meterla en sus listas de los mejores (o no). Sostiene Marqués que la novela es “grandiosa en su ambición y fantástica en sus resultados”. La mejor de las 110 que han pasado por sus manos. Advierte que es recomendable haber leído previamente la anterior del autor, Vivir abajo, porque hay “personajes de aquélla que saltan a ésta, del mismo modo que todos los sujetos importantes de Minimosca van moviéndose extrañamente por el libro…”. Apunta como influencias a Vallejo, Rulfo, Borges y Sábato, “aunque ninguno de esos análisis o esas relecturas eclipsan lo que Minimosca tiene claramente de gozosa celebración de la pura ficción, de la invención extrema, de la fe profunda en la capacidad extraordinaria que tienen, cuando se alían, la imaginación y el lenguaje”. Y concluye, volviendo sobre el principio, convencido de que ésta será una novela que dará que hablar: “Cuando parecía que se iba a cerrar 2024 sin ninguna obra maestra realmente convincente, Faverón ha puesto sobre la mesa una novela destinada a perdurar”.

Gustavo Faverón (Bowdoin College)

Tratando de encontrar más información sobre este “acontecimiento llamado a perdurar”, damos con la revista digital El Salto, que se hacía eco el 14 de este mes del lanzamiento y presentación de la novela en España, y aprovechaba para entrevistar a su autor. Por la entrevista que le hizo José Durán Rodríguez nos enteramos de que Faverón pretendía inicialmente escribir una novela corta, de pocos personajes: “pero me equivoqué, quedó diez veces más larga de lo que había planeado [risas]. Era la historia de un boxeador, un muchacho joven que ha migrado a Lima después de una historia traumática en su infancia, que está tratando de reconstruir sus defensas frente a ese trauma de la niñez. Lo hace por dos caminos: la literatura y, sorpresivamente incluso para él, el boxeo. Era un boxeador que no sabía boxear, pero tumbaba a sus rivales recitándoles al oído versos de César Vallejo. Esa era la idea original, después se extendió en muchas direcciones”.

Cree el escritor peruano que seguimos precisando de ficciones, pues son intrínsecas a la especie humana, “que necesita no solamente habitar el mundo y entenderlo sino hacer otros, crear mundos alternativos, hipotéticos, abrir espacios y ver qué pasaría si el mundo fuera de otra forma, llamar la atención acerca de las cosas en las que el mundo se puede convertir si seguimos yendo en ciertas direcciones”. Considera que la novela es un instrumento de conocimiento que sirve para entender la diferencia entre realidad y ficción, entre historia e ideal político, entre discurso y hechos, entre hechos y mentiras: “El espacio donde más nos hemos preguntado dónde están los límites, incluyendo el límite entre verdad y mentira, ha sido la novela. Eso ya está en Cervantes, al escribir la primera novela moderna ya está esa pregunta”. Actualmente lidiamos con esto a diario, tratamos de diferenciar la realidad de la ficción: “ahora, cada vez que escuchas una noticia o enciendes el móvil, lo primero que piensas es si esto ha pasado y lo segundo si es verdad o alguien se lo acaba de inventar”.

Faverón, para su escritura, utiliza la consulta en Google, le es fundamental, como lo era la Enciclopedia Británica para Borges: Está abierto todo el tiempo (Google) detrás del documento de Word cuando estoy escribiendo, para buscar información, coincidencias, datos, nombres… Es un instrumento genial. Para mí, Borges es una marca fundamental, en mi literatura y en la manera en la que pienso. En el fondo, él trataba la Enciclopedia Británica de la manera en que tratamos Google, Wikipedia. No escribía nada si no estaba cerca la edición número 11 de la Enciclopedia Británica y consultaba constantemente. Aunque fuera más trabajoso, tiene más glamur hacerlo así que con Google, pero el ejercicio es el mismo. De hecho, uno de los motivos por los que su estilo se simplificó tanto y las referencias culturales bajaron cuando se quedó ciego fue porque ya no podía usar la enciclopedia”. 

Influencia de Vargas Llosa (pero no tratar de imitarlo)

Y cuenta que leer de adolescente a Vargas Llosa fue lo que le hizo escritor: “Pasé varios años escribiendo novelas que no publiqué, algunas ni las terminé, en las que la huella de Vargas Llosa era muy fuerte. La estructura de sus novelas era la vara con la que quería medir el éxito, en el sentido artístico, de lo que escribía. Y la estructura de sus novelas, desde La ciudad y los perros hasta La fiesta del chivo, es algo que él sabe hacer, pero nadie más en el planeta sabe hacerlo”. 

No era su estilo. Tampoco imitar a Bolaño, al que elogia y estudió a fondo: “No todo Bolaño me gusta (…) Me fascina 2666, no así Los detectives salvajes. Me apabulla la absoluta perfección, en su imperfección, de Estrella distante y Nocturno de Chile. Esos dos libros me parecen magníficos. Seguro que en mis libros hay un montón de cosas de Bolaño de manera inconsciente, igual que sí sé qué cosas hay de Vargas Llosa o de Borges en mis ficciones”. 

Nos mantendremos atentos a ver si perdura Minimosca, y en próximos suplementos la reseñan.

Breve repaso de sorpresas para terminar el año

Han Kang (Noticias de Coimbra)

Siguen llegando las traducciones de las novelas de la premio Nobel Han Kang a nuestras librerías. La última, Imposible decir adiós, que nos sumerge en un tornado de dolor físico y psicológico, en palabras de Lourdes Ventura, en El Cultural. Relatada entre lo onírico y el testimonio de unos gastados cuadernos del pasado, el centro de la historia se basa en “una vieja tragedia: la masacre de la isla de Jeju, en 1948. Más de 30.000 habitantes, entre ellos ancianos y niños, sospechosos de rebeldía fueron asesinados, y muchas aldeas campesinas arrasadas por las fuerzas del gobierno de Seúl”. 

En la novela hay una narradora en primera persona, Gyeongha, con muchas similitudes con la autora, de la que se desconoce su vida anterior, pero sabemos que ha alquilado un viejo apartamento en las afueras de Seúl, “en una especie de autoencierro voluntario y asfixiante para poder escribir”. Un ejemplo del paralelismo entre la narradora y la propia Kang lo vemos cuando Gyeongha habla de que ha publicado un libro sobre la masacre de Gwangju. Han Kang, por su parte, dedicó su novela Actos humanos a reflexionar sobre la rebelión contra el Gobierno dictatorial de Chun Doo-hwan, liderada por estudiantes en la ciudad de Gwangju, en mayo de 1980, y la brutal represión que siguió con cientos de muertos civiles asesinados. Un círculo parece enlazar estas dos novelas-testimonio, según Ventura. 

La novela parte de un sueño y lo onírico y lo espectral van configurando una aventura pesadillesca que condensa en “dos partes finales sin que el público llegue a desentrañar si se trata de una pesadilla o de las visiones de la protagonista, que se pregunta varias veces en su delirio si está soñando…”

Elogia “las imágenes plásticas” de Imposible decir adiós: Una gran nevada y un jeroglífico del camino perdido de Gyeongha, cotorras enterradas en la nieve, y termina advirtiendo al lector que las ficciones de Han Kang tienen un contenido complejo y exigen un esfuerzo por parte del público, o quizás más bien, un dejarse llevar por una prosa de un esteticismo intenso, para penetrar en el sentido último y llegar a descifrar sus visionarios simbolismos”. 

Barquinero, crítica literaria

(Más esfuerzos, querido lector)

En Babelia leemos una reseña de la novela Aliens y anorexia, de la escritora Chris Kraus, que firma Sara Barquinero, la autora de una de las novelas más aplaudidas del año, Los escorpiones (5ª para Babelia), que debuta (salvo despiste nuestro) en el suplemento de El País en la función de crítica literaria.

Chris Kraus (F: Carissa Gallo/AnOther)

La reseña la abre presentándonos a Chris Kraus: “es una escritora de hambre y rabia. Ya lo sabíamos desde Amo a Dick, donde el deseo se transformaba en un motor incandescente capaz de convertir la carencia en un lenguaje nuevo”. Estamos ante una narración que se mueve entre la novela y el ensayo, poco convencional, afirma, con una temática que podría dividirse en cuatro grandes hilos. Uno: El relato en que se cuenta los avatares de la producción de su película experimental Gravity & Grace en Nueva Zelanda, Berlín y Los Ángeles, “narrado de forma discontinua y fragmentaria, esta parte es probablemente la más legible del texto, o en la que resulta más sencillo reconocerse”, explica Barquinero. Dos: A partir del título de su película fracasada, Gravity & Grace, que remite a una de las obras de la filósofa francesa Simone Weil, fallecida a los 34 años, en parte por la desnutrición tras negarse a comer con normalidad mientras vivía en el exilio durante la Segunda Guerra Mundial, lo que “ofrece una lectura interesante y provocadora de la anorexia” que intenta rescatar “la anorexia femenina de la interpretación psicoanalítica clásica, que la considera como un acto de resistencia contra el mandato de género o una forma de lidiar con la falta de autoestima”. Para Kraus –escribe Barquinero–, la anorexia no es una cosa “de chicas”, sino que puede verse como una rebelión contra lo establecido, una rebelión que no es personal, sino pública, pues “ni Simone Weil ni las místicas eran jóvenes rebeldes que se matasen de hambre porque se odiasen a sí mismas; su postura ante la comida partía de un asco existencial por ciertos aspectos de la cultura humana”. 

Tres: Hilo narrativo basado en el análisis de ciertas obras de arte, artistas y activistas, como Ulrike Meinhof y Paul Thek, que según Barquinero sería “el espacio de los aliens, (…) agentes que desdibujan las fronteras entre el yo y el otro; parásitos que cuestionan la relación entre lo interior y lo exterior, actuando como recordatorios de nuestra interdependencia radical”. 

Y Cuatro: Kraus relata otro de sus fracasos: “una relación telefónica sadomasoquista con un tal África. En esta última trama, como en las demás, la autora nos recuerda que la derrota no es algo que deba evitarse o superarse, sino un estado a habitar y que no tiene por qué enseñarnos nada”. 

Estamos pues, concluye, ante “una autobiografía experimental, un híbrido desconcertante que desarma las categorías tradicionales. Su propuesta desafía las expectativas del lector, empujándolo hacia reflexiones complejas y sin respuestas fáciles. Kraus nos invita a asumir el riesgo de ser “alienígenas” en un mundo que no admite la diferencia”

Y nota final: “No todos disfrutarán el viaje, pero quienes lo emprendan encontrarán en este libro una voz radical, incómoda y profundamente original, que convierte el fracaso en una nueva forma de vida”.

Coda 

Volvamos en este punto sobre lo que decía Faverón: la especie humana necesita no solamente habitar el mundo y entenderlo sino hacer otros, crear mundos alternativos, hipotéticos, abrir espacios y ver qué pasaría si el mundo fuera de otra forma, llamar la atención acerca de las cosas en las que el mundo se puede convertir si seguimos yendo en ciertas direcciones. Es también función de la ficción “noquear al púgil contrario a versos” o “morir de hambre para rechazar la guerra”. Mundos ficticios, mundos reales.

E. Huilson

Un comentario en «Minimosca, la novela de Faverón sube al pódium “a puñetazos” »

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