Los poemas del patio

La ciudad

Old Tbilisi, obra de la pintora georgiana Natalia Palavandishvili (Georgian Museum of Fine Arts)

Dices: “Iré a otra tierra, hacia otro mar, 
y una ciudad mejor con certeza hallaré. 
Pues cada esfuerzo mío es aquí un fracaso 
y sepultado está mi corazón. 
¿Hasta cuándo este abismo mi alma cercará? 
Dondequiera que vuelvo mis ojos veo solo 
las oscuras ruinas de mi vida y los días 
que aquí gasté, perdí o destruí.” 

No hallarás otra tierra ni otro mar. 
La ciudad ha de ir siempre en pos de ti. En las mismas callejas 
errarás. En los mismos suburbios llegará tu vejez. 
Bajo los mismos techos encanecerás. 
Pues la ciudad te espera siempre. Otra no busques. 
No hay barco ni camino para ti. 
En todo el universo destruiste cuanto has destruido 
en esta angosta esquina de la tierra. 

Kostantínos Kaváfis
(Traducción de José Ángel Valente y Elena Vidal)

Esa ciudad que irá contigo
Éramos aún jóvenes cuando el poeta griego Konstantínos Kaváfis nos advertía de que lo mejor no era alcanzar Ítaca, sino el camino por recorrer hasta ella, y que, mientras nos justificábamos esperando a que llegaran los bárbaros, olvidábamos nuestra responsabilidad de vivir, porque, además, aquellos bárbaros no iban a aparecer. Y nos previno de que no buscáramos en otra ciudad lo que no encontrabas allí donde habitabas.
La suya fue Alejandría, la real y la poética, y en ella vivió su vida. Su biografía muestra que no fantaseó con perseguir la felicidad en otros lugares. Pero sí fue materia de su poesía, en la que sintetiza lo personal en el espacio y el tiempo. Por un lado, ese espacio donde se encuentran tres continentes alrededor del Mediterráneo. Por otro, el tiempo incierto coincidente con la decadencia de una civilización gloriosa. Sus palabras navegan por los recuerdos de esa historia y la vinculan con la angustia humana y el deseo, pues la Alejandría griega conoce ya un decaer que viene a manifestarse después de la muerte de quien resucitó su gloria literaria. Pareciera que el poeta se la hubiera llevado en la mirada, recordando aquella expresión árabe de “si no hay para ti un lugar en el mundo, yo te llevaré en mis ojos”.
Como nosotros llevamos a Kaváfis grabado en el recuerdo desde cuando éramos aún jóvenes.
A.S.

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