Una mala disposición
Quizás tuvo la culpa
una mala disposición de mi esqueleto.
Seguramente me falló la osamenta.
Debo de tener la tráquea demasiado estrecha
y cualquier cosa le molesta
se irrita y trago mal.
El caso es que aquel hombre
estaba hecho una furia y todo le estorbaba:
los mendigos los chinos los rumanos.
Estaba hasta los pelos de las quejas de las mujeres.
Y se puso a decir que
lo que hacía falta era una mano dura como antes.
Y a mí me dio por toser
y terminé escupiéndole.
Francisca Aguirre
La voz de Penélope
Francisca Aguirre se dio a conocer con Ítaca, un poemario publicado en 1971 (con el que obtuvo el premio Leopoldo Panero) cuando la poeta alicantina había cumplido ya los 42 años. Llevaba escribiendo desde los 16, pero según contaba, leer al poeta griego Constantinos Kavafis fue para ella una revelación. Se ha dicho de Ítaca que reformula la tradición poética que nos llega de la Odisea, para, desde su voz íntima, hacer que la mujer ya no sea el objeto deseado, sino que se hace protagonista del poema: es Penélope quien habla como alter ego de la artista. A partir de ahí, lo cotidiano, la precisión del lenguaje, lo hondo de su mirada, son rasgos que configuran su poesía.
En el poema que hoy traemos al Patio, la Penélope que nos habla se nos hace actual, y dueña de una ironía cercana al sarcasmo frente a la estupidez, tan cercana y cotidiana desgraciadamente. El poema se incluye en Historia de una anatomía, publicada en 2010.
Aguirre falleció en 2019. Un año después de haber sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas.
A.S.
Bueno, bueno. Actual, empoderada y rebelde.