Retiro espiritual
Tras un invierno duro, decidí encontrarme a mí misma en un retiro espiritual. Me reciben con una bebida espesa de color “para qué ducharse si existe la lluvia” que trago con dificultad. Yo venía a relajarme, pero resultan ser unos días muy ajetreados. Hay actividades de todo tipo: bailes de introspección durante los que me acuerdo que se me olvidó sacar la ropa de la secadora, lluvias astrológicas que sigo sin entender del todo, talleres vagino-emocionales en los que aprendo las quinientas formas de referirse a la vagina… Creo que la espiritualidad no es lo mío, a seguir buscando.
PAULA