Cinco líneas

Barnes, Marías y Mendoza: sus óperas primas leídas a destiempo

METROLANDIA

Julian Barnes

Anagrama 1989. 238 páginas

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Rondábamos mercados y tribunales, merodeábamos por la entrada de tabernas y lencerías. Visitábamos la catedral de San Pablo armados con los prismáticos, aparentemente para examinar los frescos mosaicos de la cúpula, pero en realidad para mirar a los que rezaban. Buscábamos prostitutas…

Comentario

Dos chavales, Christopher y Toni, de la clase media londinense practican el callejeo (flâneur), y sobre todo se burlan y provocan a los oficinistas de la City y a los dependientes de Oxford Street y alrededores. Al correr de los años Christopher (trasunto literario del joven afrancesado Julian Barnes) va a París donde por primera vez conoce hembra a la vez que escribe su tesis sobre la presencia de actores británicos en el teatro francés. Es mayo del 68, pero él de lo de la revolución estudiantil ni se entera. Una novela primeriza, publicada en 1980 en Inglaterra, premiada y llevada al cine, antesala de una gran carrera literaria dentro de la narrativa británica.  

LOS DOMINIOS DEL LOBO

Javier Marías

Planeta 1987. 249 páginas

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Tuvieron a un tipo invitado en la casa, un tal Bernie, amigo del señor Wainscott. No se sabe a ciencia cierta si la mujer le fue infiel o no, pero el caso es que un día el tipo, Bernie, apareció con un tiro en la cabeza, en la nuca, mejor dicho. Todas las sospechas, por supuesto, cayeron sobre el señor Wainscott, y se le juzgó. No pudieron probar que fue él.

Comentario

Escrita en 1969/70, publicada en 1971 y reeditada con mínimos retoques en 1987, según explicó en su momento el propio Javier Marías. El jovencísimo, casi adolescente Marías, sitúa esta joya caótica de Los dominios del lobo en la turbulenta sociedad estadounidense del primer tercio del siglo XX. La novela, escrita en el estupendo piso parisino de su tío el cineasta Jesús Franco, está poblada de múltiples y variados personajes, y a menudo parece un preámbulo inconsciente del cine desencadenado y ultraviolento de Tarantino con retrogusto lejano a las novelas de vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía.

EL MISTERIO DE LA CRIPTA EMBRUJADA

Eduardo Mendoza

Seix Barral 1979. 204 páginas

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La pensión a la que me dirigí estaba cómodamente ubicada en un recoveco de la calle de las Tapias y se anunciaba así: HOTEL CUPIDO, todo confort, bidet en todas las habitaciones. El encargado roncaba a pierna suelta y se despertó furioso. Era tuerto y propenso a la blasfemia.

Comentario

En El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza desgrana las investigaciones de un detective salido del manicomio para aclarar las desapariciones de niñas de un colegio bien de monjas de Barcelona. Sátira y burla a raudales que entronca con lo mejor de la omnipresente picaresca española.

Confiesa Mendoza que esta es de todas sus novelas “a la que tiene más cariño” ya que la escribió e improvisó un verano de 1977; y mientras aquí en España hervía la cosa política ante las expectativas de libertad y democracia, él se aburría en su apartamento de Nueva York donde acababa de empezar a trabajar de traductor en Naciones Unidas. Bendito aburrimiento.

                                                                Paco Pérez Galán

Un comentario en «Barnes, Marías y Mendoza: sus óperas primas leídas a destiempo»

  • Marcial Lafuente Estefanía, que recuerdo, el que leíamos a escondidas, porque nuestros padres decían que era perder el tiempo y había que estudiar.

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