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Premios raros y divertidos

Trofeo del Premio Turnip, que consiste en un nabo clavado en una madera

El sentido del humor, esa incongruencia lúdica y transgresora que nos hace sonreír y reír, es una capacidad única del ser humano desde que a algún homo erectus le cayó un coco en la cabeza y a otro que lo vio le hizo gracia. Contar o hacer cosas ingeniosamente graciosas, incluso en los peores momentos, va en nuestro adn. Así, no es de extrañar que cualquier situación tenga su contrapunto humorístico.

¿La mejor obra de arte moderno? Pues también existe el premio a la obra más absurda y menos trabajada; ¿Premio al más sesudo de los estudios de la lengua de reputados académicos? Otros premian la palabra más absurda o disparatada del año; ¿estudios científicos? Hay quien se pregunta cuál es la chorrada pseudocientífica de los últimos doce meses. ¿Libros que se publican cada año? Pues también existe el premio al título disparatado. Por no hablar de los premios Darwin, que premian las muertes más absurdas, y de los que ya dimos cuenta en el Patio.

He aquí una pequeña crónica de tres premios creados con gran sentido del humor.

Premio al título de libro más raro

El Bookseller/Diagram Prize for Oddest Title of the Year, conocido como Diagram Prize, es un premio literario humorístico que se concede anualmente a un libro con un título extraño e inusual. Comenzó como una broma durante la Feria del Libro de Fráncfort de 1978, y a partir de 1982 lo concede la revista The Bookseller. Al principio, el ganador era elegido por un jurado, pero desde el año 2000 lo elige el público a través de la página web de la revista.

Porque las reglas son las reglas. Así, los editores no pueden nominar sus propios libros, no vaya a ser que titulen con nombres deliberadamente raros para llevarse el premio. El título del libro debe de estar en inglés, aunque la obra esté escrita en otra lengua. ¡Y se desaconseja leer el libro!, no vaya a ser que “se acerque uno demasiado a la obra y se le pueda nublar el buen juicio a la hora de votar. Además de la publicidad que conlleva el Diagram, el ganador se va a su casa con una botella de clarete.

Títulos de algunos de los libros premiados con el Diagram Prize

El premio tiene su fieles seguidores. En 2008, votaron el galardón casi mil personas más que por el original Premio al Mejor Libro (The Best of Booker Prize). Y en dos ocasiones, en 1987 y 1991, no se concedió el premio: lógico, pues no se encontraron títulos lo suficientemente estrambóticos para merecer tal honor.

Algunos de los títulos ganadores son increíblemente originales. En 1978 se llevó el premio el libro titulado Proceedings of the Second International Workshop on Nude Mice, cuya traducción sería más o menos: “Actas del segundo taller internacional sobre ratones desnudos”. Se trataba de un trabajo de investigación publicado por la Universidad de Tokio.

En 1985, el premio recayó en Natural Bust Enlargement with Total Mind Power: How to Use the Other 90% of Your Mind to Increase the Size of Your Breasts, que en español podría ser “Aumento natural del busto con el poder total de la mente: cómo utilizar el otro 90% de su mente para aumentar el tamaño de sus pechos”, de Donald L Wilson. Y sí, por extraño que parezca, todavía se puede comprar en alguna plataforma que venden de todo por internet.

También es de premio (se lo llevó en 1989) el titulado How to shit in the Woods: An Environmentally Sound Approach to a Lost Art, que, castellanizado viene a decir “Cómo cagar en el bosque: una aproximación ecológica a un arte perdido”, escrito por Kathleen Meyer, y que se ocupa del tratamiento responsable de los propios residuos en los espacios naturales. Texto interesante, seguramente, para un título desternillante.

También los caballos han dado mucho juego. Una obra llevaba por título The Big Book os Lesbian Horse Stories, cuya traducción da lugar a cierta confusión, ¿El gran libro de las historias de caballos lesbianos o El gran libro de lesbianas y caballos? Sea como fuere, se llevó su botella de clarete. Incluía novelas de diez centavos de diferentes épocas, donde siempre había un romance lésbico en un entorno con caballos. Y hablando de estos animales, en 2004, el premio lo obtuvo Boomproof Your Horse (Caballo a prueba de bombas), título que se completaba con la frase “Enseñe a su caballo a ser confiado, obediente y seguro, independientemente de lo que ocurra”.

Premio cuchara doblada

Un nombre ridículo para premiar algo de igual calibre. Desde 1982, un grupo que se autodenomina “escépticos australianos”, investiga, y cuestiona científicamente, la pseudociencia y lo paranormal, decidió conceder el Pigasus Award (antes Bent Spoon Awards o Premio Cuchara Doblada) al «autor de la chorrada paranormal o pseudocientífica más absurda». El premio fue creado en honor al mentalista Uri Geller al que si los más jóvenes no conocen, seguro que sus padres sí.

El ilusionista Uri Geller (derecha) muestra al presentador José María Íñigo como doblar una cuchara con la mente (1975)

El trofeo es una cuchara “que podría haber sido utilizada en la Última Cena, unida a un trozo de madera, supuestamente del Arca de Noé”. Se supone que la cuchara fue doblada por fuerzas desconocidas y bañada en oro mediante un proceso hoy perdido junto con la ciudad sumergida de la Atlántida. Tan ‘maravilloso y extraordinario’ trofeo, sin embargo, no se ha entregado a los ganadores, pues este solo se consigue a través de «medios paranormales», lo que hasta la fecha nadie habría logrado.

El galardón se otorga el día 1 de abril, fecha de los inocentes para los anglosajones, nuestro 28 de diciembre, vamos. Y los ganadores deben enterarse del premio telepáticamente, por lo que se desconoce si alguno se ha percatado de ello. E igual se premia al científico que haya hecho o dicho la mayor estupidez relacionada con la parapsicología que a la organización que subvencione el estudio más inútil o al medio de comunicación que haya dado por cierta la idea más descabellada.

Aunque los estudios premiados muevan a la risa, no son ninguna broma.

En 1985 el premio fue a parar a la Fundación Findhorn por patrocinar a Willard Fuller, un autoproclamado dentista psíquico que jamás pisó una Facultad de Odontología, que afirmaba que podía hacer desaparecer caries y convertir empastes de amalgama en oro mediante la oración. En 2012, lo obtuvo Fran Sheffield, de Homeopathy Plus, por afirmar que la vacuna contra la tos ferina era ineficaz y que, en su lugar, la gente debería utilizar remedios homeopáticos.

Otros premiados, por citar algunos que nos han hecho sonreír, fueron, en 2008, el psiquiatra Colin A. Ross (Texas) que defendía ser capaz de emitir rayos electromagnéticos con sus ojos, o el ayuntamiento de Auckland, que hizo una costosa donación a la Fundation for Spiritualist Mediums para que enseñara a la gente a comunicarse con los muertos.

Quizá menos graciosos, pero premiados al fin y al cabo, fueron en 1999 la junta educativa de Kansas por eliminar del programa escolar el estudio de la teoría de la evolución, o el Pentágono, que lo fue en 1981 por un estudio para comprobar si la quema de una foto de un misil soviético podría provocar la destrucción del propio misil. La broma costó 6 millones de dólares.

Especialmente simpático fue el premio concedido a Sheldan Nidle por predecir el fin del mundo para el 17 de diciembre de 1996. No se produjo, aunque el autor aseguró que el fin del mundo sí había ocurrido, solo que no éramos conscientes de ello.

Premio Nabo a la peor obra de arte

El Turnip Prize (Premio Nabo) es una parodia del prestigioso galardón Turner Prize de la Tate Gallery británica, y recompensa también a su modo el arte moderno, pero el deliberadamente malo. Acorde a la calidad de las obras, el premio consiste en un nabo sujeto con un clavo sobre un bloque de madera. A la hora de evaluar las obras, las que demuestran «demasiado esfuerzo» o proeza artística son descalificadas de inmediato.

Mi Cama, de Tracey Emin, finalista del premio Turner de la Tate Gallery y primer Premio Turnip

El premio celebró en diciembre de 2023 sus 25 años de existencia y lo hizo en The New Inn, un pub de Somerset, cerca de Bristol, donde, desde hace años, se encargan de este espectáculo, que comenzó como una broma en 1999 en respuesta a la obra My Bed (Mi cama) de Tracey Emin, que recibió este primer premio Nabo. Obra la de Emin, por cierto, que fue adquirida por la Saatchi Gallery por 150.000 libras y que se ha convertido en la cama más famosa del arte contemporáneo, e hizo de su autora una artista conceptual internacionalmente reconocida.

Se confundieran o no (yo creo que sí) los creadores de aquel primer premio, la realidad es que el galardón ha seguido su propio camino y ahora son artistas y autores de todo tipo los que participan en este cada vez más absurdo concurso. En la última edición se presentaron hasta 193 obras. Ganó un tal Sr. Keep Calm con la obra «Party Gate», un cabecero con una corona de fiesta en la parte superior. Él mismo explicaba cómo se le ocurrió la idea: «Me daba pereza llevar la puerta al vertedero de reciclaje y decidí inscribirla en el Premio Nabo».

Anteriormente se habían premiado obras tan esperpénticas como “Alfred a la parrilla”, que consistía en una parrilla de fuego con dos panes quemados; “Pissed and broke” un pistón roto en varias partes; “Tea P”, consistente en bolsitas de té formando una P; aunque mi preferido es el elegido en 2001, una obra de Chloe Wilson titulada Nada, que era, literalmente, ¡nada en absoluto!

Ana Amador

Posdata: Los niños de 7-10 años se ríen alrededor de 300 veces al día, mientras que los adultos que aún ríen lo hacen menos de 80 veces diarias. Incluso hay algunos que raramente se ríen, y otros que no sienten la necesidad de hacerlo, según la revista digital Pediatría Integral. Los expertos concluyen que reír no solamente hace sentir bien a una persona, sino que mejora tanto su estado físico como psicológico, además de otros efectos beneficiosos (contribuye a aplacar la ira, libera del temor, favorece la digestión, aumenta el ritmo cardíaco, ayuda a reducir la glucosa en sangre); en fin, que es lo mejor que podemos hacer, a pesar de los pesares.

Un comentario en «Premios raros y divertidos»

  • Ciencia insólita. Me gusta y adoro tus buceos por un mundo donde las personas y sus rarezas.

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