Artistas

El ghanés El Anatsui instala su obra en la Turbina de la Tate

La impresionante Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres acoge este otoño, y hasta el 14 de abril de 2024, la instalación Tras la luna roja del artista ghanés El Anatsui, “tejida” con sus enormes y vibrantes tapices de pared, construidos con cientos de miles de tapones de botellas reciclados y alambres de cobre.

El Anatsui (Anyako, Ghana, 1944) está considerado como uno de los artistas más influyentes de África y es conocido por sus obras de grandes dimensiones que recuerdan grandes tapices luminosos, maleables y meticulosamente fabricados a mano con miles de piezas de desecho. Catedrático de Escultura y profesor durante cuarenta años en la Universidad de Bellas Artes de Nsukka, en Nigeria, donde tiene su taller, sus singulares e inolvidables esculturas forman parte de las colecciones de los museos e instituciones más importantes del mundo: el Museo Británico de Londres, el Centro Pompidou de París, el Metropolitano de Arte de Nueva York, el Guggenheim de Abu Dhabi, la Fundación Cultural de Osaka…, en fin, la lista es larga. Galardonado también con múltiples premios, como el León de Oro a su Trayectoria en la 59 Bienal de Venecia o el nombramiento de doctor Honoris Causa de la Universidad de Harvard, por citar solo dos. Este año la revista TIME le ha incluido entre las 100 personas más influyentes del planeta.

Pero, ¿cuáles son las claves de este artista?

La chatarra como obra

Lo que consigue hacer El Anatsui es crear una obra de arte monumental con un material muy simple: la chatarra. El artista, especializado en escultura, empezó a utilizar este material por casualidad en 1999. Y así lo ha explicado en varias ocasiones: “La primera bolsa con tapones de botella la encontré paseando por el monte y me la llevé al estudio con la idea de trabajar con ello”. Cuando necesitó más tapones, volvió al lugar y descubrió una pequeña destilería que recogía los precintos de botellas y los vendía a la gente de la zona, que a su vez lo fundían para hacer recipientes de cocina y de uso casero. Anatsui le propuso ser su suministrador y compró enormes bolsas de estos elementos de aluminio. A las tapas de botellas de licor ha ido añadiendo latas, ralladores de yuca y planchas de impresión de periódicos, para crear sus esculturas.

Y así se empezaron a gestar sus impresionantes obras.

En una entrevista concedida a October Gallery, El Anatsui señaló: «Lo sorprendente de trabajar con estos «tejidos» metálicos es que la pobreza de los materiales utilizados no impide en absoluto contar historias ricas y maravillosas.»

Trabajo en equipo

En un principio, El Anatsui consideraba que la obra de arte tenía que ser algo que se hiciera con las propias manos del artista, pero, a la vista de las gigantescas obras que le han hecho célebre, reconoce que ahora su trabajo como artista es generar ideas, no necesariamente realizarlas.

Pasó de trabajar con un ayudante a necesitar 20, 30 y hasta 40 personas a su lado porque el trabajo requería mucha mano de obra. En una entrevista para la Universidad de Michigan explicaba hace unos años que sus ayudantes son jóvenes que viven en los alrededores de la ciudad, que han terminado el bachillerato y están esperando para entrar en la Universidad. En Nigeria hay pocas universidades y son muchos alumnos los que terminan el bachillerato cada año. Así que pueden pasar de dos a cinco años esperando antes de poder ingresar en una. “Mientras esperan, me ayudan en el estudio”. Se les paga por lo que hacen y muchos vuelven en vacaciones incluso cuando ya cursan sus estudios universitarios.

Dobla, arruga y aplasta

En su película Fold Crumple Crush: Art of El Anatsui (2011), la experta en arte africano Susan Vogel muestra el proceso de creación de las obras de Anatsui. Requieren mucho tiempo; durante más de dos o tres meses, una treintena de jóvenes de la comunidad local se dedican a cortar, martillar y doblar las tapas de las botellas. Con hilo de cobre las unen formando bloques flexibles con unos 200 tapones. Luego llega el momento de crear su composición. Se colocan en el suelo las diferentes piezas y se mueven, se intercalan, se juega con ellas, a veces durante días, hasta que el proyecto toma forma. Entonces Anatsui fotografía el conjunto para evaluar el resultado, hasta que finalmente queda satisfecho.

Arrugándolos, aplastándolos y cosiéndolos en diferentes composiciones, grandes paneles se unen para formar enormes campos abstractos de color, forma y línea. Los gigantescos tapices son flexibles por lo que explican la idea de Anatsui de “la forma no fija” en su arte abstracto. “Creo en el elemento del cambio. La vida siempre está en un estado de cambio. Mis obras de arte deberían reflejar esto”. Así, uno de los fundamentos conceptuales de gran parte de la obra de Anatsui es que las esculturas adoptan formas diferentes cada vez que se instalan en diferentes lugares.

Anatsui concibe su obra como una combinación de escultura y pintura. Todos los colores proceden de las propias etiquetas y, si se observa con detenimiento, se pueden leer los nombres de las marcas. El proceso es laborioso y se tardan varios meses en terminar cada obra, a veces cerca de un año. Obras que pueden medir unos 10 metros de largo por 6 o más de alto.

Huella en el medio ambiente

Conversando con el comisario de la Tate Modern Osei Bonsu, el artista ghanés mostró otra de sus preocupaciones, el respeto por el medio ambiente. “Obtengo mi material del medio ambiente, pero no quiero dejar una gran huella ecológica. Que algo sea reutilizable y se pueda mover fácilmente es importante para mí”. Y explica que el impacto medioambiental en el desplazamiento de su obra por todo el mundo es menor ya que los trozos de tapas de botellas se pueden plegar y ocupar un pequeño volumen, y luego al desplegarlas cubrir grandes áreas.

Significado de su obra

Anatsui explora las posibilidades poéticas de sus materiales. Materiales que han pasado por muchas manos. “Cuando los hombres tocan algo dejan una energía y esa energía acompaña su obra”, explica el artista, “cada material tiene sus propiedades, físicas e incluso espirituales”.

Más allá del poderoso impacto visual de las obras, las esculturas de Anatsui abren innumerables posibilidades de interpretación. Se refiere al comercio entre África, Europa y América para recrear la historia de los materiales que le rodean. Las botellas de licor, por ejemplo, eran las unidades monetarias preferidas por los comerciantes europeos que pretendían adquirir esclavos y marfil en la costa occidental africana o el licor y el ron se intercambiaban con grandes beneficios para los comerciantes europeos. La obra de Anatsui nos alerta sutilmente sobre estas historias.

Una dimensión personal

Su obra, a base de fragmentos que se ensamblan en un todo, también tiene una motivación personal. Anatsui perdió a su madre siendo un bebé y fue criado por sus tíos. Cuando descubrió que no eran sus padres, sufrió un shock, como se recuerda en la película de Susan Vogel. Su verdadero padre, supo después, tenía treinta y dos hijos de cinco esposas diferentes. Él era uno de esos niños. “¿Quién era yo?”, se preguntó. En busca de su identidad, decidió elegir su propio nombre: El Anatsui. “Utilizo piezas rotas debido a mi historia familiar, porque no vivo en mi familia nuclear ni en mi país natal”, cuenta en el documental.

Mar creciente en Bilbao

Quien haya visitado el Museo Guggenheim Bilbao habrá tenido la oportunidad de ver una de las obras de El Anatsui, titulada Mar creciente (2019), una bellísima composición de 14 metros de largo por 8 metros de altura realizada, a lo largo de un año, con tapones de botellas de licor. La franja de la parte superior, de tono plateado, evoca un cielo interrumpido por olas de un blanco mate que cubre casi todo el tapiz, dejando una mínima parte inferior que sugiere un horizonte urbano. “La gran escala de la obra es una metáfora de la enormidad del cambio climático”, explica el museo.

Tal vez haya sido la conservadora norteamericana Christine Mullen Kreamer quien mejor haya definido la impresión que causa la obra de El Anatsui al decir que “el arte debería pararte en seco, y eso es exactamente lo que hace la escultura de El”.

Ana Amador

Pequeño tráiler de la película Fold Crumple Crush: Art of El Anatsui (2011), dirigido por la experta en arte africano Susan Vogel que muestra el trabajo en el estudio:

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