Periplo español convertido en rapsodia

ESPAÑA COMO INSPIRACIÓN (2)
Todo estaba preparado para iniciar el viaje. Había oído hablar tanto de España y de lo que este fronterizo país inspiraba a los músicos, que estaba deseando vivir la experiencia. Además, París se había convertido, paradójicamente, en la meca de lo español: costumbres, expresiones, manifestaciones artísticas y música, mucha música inspirada en una tierra que parece que atraía a los compositores. Y Emmanuel Chabrier, ciertamente un músico que no gozaba de extraordinaria fama y reconocimiento, no quería quedarse atrás. Es cierto que frecuentaba los círculos más exquisitos de la sociedad culta parisina. Presumía de su amistad con Renoir, Monet, Manet…Incluso poseía alguna obra de los jóvenes pintores de vanguardia que formarían parte del movimiento impresionista. Pero había que reconocer que en el top diez de los músicos europeos, Chabrier no estaba en la lista. La visita a España podría ser el espaldarazo.
El viaje con su esposa comenzó en julio de 1882 y se prolongó por espacio de seis meses, hasta las navidades. Durante ese tiempo, el matrimonio recorrió San Sebastián, Burgos, Toledo, Sevilla, Granada, Málaga, Cádiz, Córdoba, Valencia, Zaragoza y Barcelona.

En algunas de las ciudades, Chabrier hacía un alto y dedicaba dos o tres días a escribir cartas a los amigos que había dejado en París. En ellas podría observarse el buen humor del compositor, las agudas observaciones que hacía a las costumbres y modas españolas, las descripciones precisas de los paisajes que le sorprendían y las reacciones que el compositor manifestaba cuando se encontraba con músicas y danzas populares a lo largo de su periplo. La redacción de las cartas denotaban, además, un extraordinario don literario del músico, para muchos receptores de las misivas, hasta el momento desconocido. Todo eran buenos augurios. Es más, en una carta dirigida a su amigo, el director de orquesta Charles Lamoureux, le indica: Voy a componer una obra que incitará a la audiencia a saltar de emoción y el director se verá obligado a abrazar al concertino de la orquesta”.

De regreso a París, Chabrier comenzó a desarrollar sus notas. En principio, la obra iba a ser un dúo para piano, pero luego, consciente de las posibilidades que tenía la partitura, decidió orquestarla. Trabajó en la obra que le había inspirado su viaje a España entre enero y agosto de 1883. Primero pensó en llamarla “Jota española”, pero más adelante decidió cambiar el título y denominar a la partitura Rapsodia española.
Fue estrenada en el Theatre du Chateau d’ Eau de la Sociedad de Nuevos Conciertos de París el 4 de noviembre de 1883. El director, como no podía ser menos, fue su amigo Charles Lamoureux. Las crónicas no indican si al final, tal y como había vaticinado Chabrier, el director abrazó al concertino. Lo que sí indican es que la orquesta tuvo que hacer un bis e interpretarla dos veces a petición del público que asistió al estreno.
De la Rapsodia española han dicho voces autorizadas:
“Es el inicio de la música moderna”, frase pronunciada por Gustav Mahler a los músicos de la orquesta filarmónica de Nueva York.
“Ningún español hubiera compuesto una jota tan genuina”, Manuel de Falla, que de jotas y música española sabía bastante.
“Es una pieza compuesta en Fa y nada más”… Frase pronunciada por Enmanuel Chabrier. Todo un gesto de humildad, aunque era consciente del valor de su Rapsodia y de lo que la obra supuso para ser catapultado a la cima de los compositores de la época.
Al tratarse de una rapsodia no hay movimientos ni partes definidas. Su duración es de siete minutos. Pero qué siete minutos…..
Gabriel Sánchez
John Eliot Gardiner dirige a la Orquesta Filarmónica de Radio Francia que interpreta la Rapsodia española de Chabrier: