Buscando piso
Buscar piso en Londres es una mezcla de deporte de riesgo y película de terror. No pido demasiado: una habitación, una cocina con un salón pequeño y un baño decente. Me encantaría un balconcito y que la lavadora fuera secadora también. Por soñar, pediría incluso un lavavajillas. Pero me mantengo realista, no voy a ponerlo más difícil.
A medida que veo pisos, noto una sensación de calor recorrer mi cuerpo. A las descripciones de “piso luminoso”, “espacio acogedor”, “maravilloso apartamento”, las acompañan imágenes de cocinas con moqueta, camas que rozan el fregadero, retretes pegados a la nevera y habitaciones sin ventana.
Busco de manera obsesiva. Lloro. Me abro una cerveza. Busco un poco más. Llamo. Lloro. Vuelvo a llamar. Tengo un impulso de quemarle la casa a los caseros y agentes inmobiliarios londinenses. Lloro. Respiro. Me abro otra cerveza.
Dejo la búsqueda por hoy. Mañana habrá más suerte, y, si no, tengo el mechero a mano.
PAULA