Relatos con música

El cielo de Mallorca, musa de una gran obra

Los planetas y Gustav Holst

La moda no es nueva: a los británicos les ha fascinado siempre las islas Baleares como lugar de retiro vacacional, o simplemente descanso. Pero desconocíamos que también el cielo mallorquín hubiera sido motivo de inspiración para grandes obras de la música de todos los tiempos. Y a los hechos hay que remitirse.

Gustav Holst (británico, 1874-1934) acudió a Mallorca en la primavera de 1913, acompañado de varios amigos, entre ellos, Henry Balfour Gardiner, su mentor, y los hermanos Arnold y Clifford Bax, éste último escritor, para pasar unas vacaciones. En el transcurso de una velada nocturna, los hermanos Bax tuvieron una agradable discusión sobre astrología, atraídos por el cielo mallorquín. Hablaron sobre planetas, constelaciones, estrellas… La conversación fascinó a Holst que comenzó a interesarse por la astrología. De regreso a Londres leyó y leyó y se especializó en algunas disciplinas relacionadas con la materia hasta tal punto que, según confesó su amigo Clifford Bax, se hizo un verdadero especialista en el horóscopo, siendo capaz de interpretar de forma notable y hábil las cualidades de cada uno de los astros. El mismo compositor justificaba esta afición, convertida desde su estancia en Mallorca en una verdadera vocación, diciendo que “sólo estudio cosas que me sugieren música. El carácter de cada planeta me sugiere muchas cosas y he estudiado astrología”.

H. Balfour Gardiner y los hermanos Clifford y Arnold Bax

Y así surgió la idea de componer una suite orquestal dedicada a los planetas. Holst no se veía capaz de componer una sinfonía, pero sí piezas musicales suelas, dedicadas cada una de ellas a un planeta del sistema solar. En 1914 comenzó la composición de Los planetas. La suite terminó de componerse en 1917. Consta de siete piezas, cada una de ellas dedicada a un planeta:

1 – Marte, el que trae la guerra

2 – Venus, el que trae la paz

3 – Mercurio, el mensajero alado

4 – Júpiter, el que trae la alegría

5 – Saturno, el que trae la vejez

6 – Urano, el mago

7 – Neptuno, el místico

Holst dio a cada una de las piezas el nombre del planeta y el carácter astrológico que le sugería cada uno de ellos. El primero, Marte, el que trae la guerra fue compuesto en el año 1914 y los analistas quisieron ver tanto en el título de la obra como en el orden en que fue escrita la suite una premonición de lo que ocurriría en Europa a partir del verano de ese mismo año: el desencadenamiento de la Gran Guerra. Esta interpretación fue desmentida por el propio Holst, quien alegó que la composición había sido concebida mucho antes de que acaecieran los primeros síntomas de conflicto bélico. Sea como fuere, la obra no vio la luz hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Fue estrenada en el Queen’s Hall de Londres el 29 de septiembre de 1918. Al estreno sólo asistieron 250 personas. El compositor no estaba seguro de la acogida de la obra. La crítica no entendió bien las innovaciones que el autor había introducido en la partitura y fue severa.

Albert Coates

Hubo que esperar dos años para volver a poner Los planetas en el repertorio de una gran orquesta. En noviembre de 1920, la obra fue interpretada por la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección de Albert Coates. A partir de ese momento, crítica y público comenzaron a entender la nueva aportación de Gustav Holst a la música de todos los tiempos, aunque el compositor nunca se mostró especialmente contento con el éxito de Los planetas. He escrito cosas mejores –llegó a decir—y nunca han sido tan reconocidas. 

Y, ¿la Tierra?, ¿por qué no está el planeta en el que habitamos? El propio autor justificó esta ausencia alegando que nuestro planeta no tiene influencia  astrológica a pesar de que es bastante evidente que el planeta que más influye en la vida de los humanos sea el nuestro.

¿Y Plutón? El planeta fue descubierto en 1930. Para completar la serie, Holst podría haber escrito una pieza adicional una vez descubierto. Justificó la ausencia de partitura para el joven planeta con el mismo argumento: el valor astrológico de Plutón es nulo. Bueno, la ciencia terminaría dándole la razón al considerar Plutón un planeta enano en 2006. Total, que nos tendremos que conformar con siete piezas. De entre todas ellas, Júpiter es la más popular por su belleza, ritmo y significado. 

Gabriel Sánchez

Un flashmob de Jupiter, el que trae la alegría de Gustav Holst, a cargo de la Berklee Contemporary Symphonic Orchestra (BCSO) dirigida por Bernard Duc, que se desarrolló en el Prudential Center de Boston en 2006:

Aquí se puede escuchar la pieza completa a cargo de la Orquesta Sinfónica BBC bajo la batuta de la directora Susanna Mälkki:

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