La alargada sombra del editor, ¿una figura en decadencia?
UNA LECTURA PARTICULAR DE SUPLEMENTOS LITERARIOS.
Trabajan en la sombra. Son la sombra del escritor. El lector los desconoce, pero su rastro invisible quedó en el libro que tiene ahora en sus manos. Hablamos del editor, no tanto desde la labor del que publica libros asumiendo su coste y dirige una empresa editorial, sino la de aquel que trabaja mano a mano con el escritor y le acompaña en el recorrido que va desde el texto inicial del autor hasta convertirlo en libro para su venta, es decir, quien corrige y reelabora mano a mano con el escritor para que resulte lo más atractivo posible a un público receptor, potencialmente predispuesto a comprar dicho libro. No vamos a decir que sea tan decisiva su labor en la calidad de la obra literaria como lo es la del autor, pero sí para que llegue corregido y en las mejores condiciones de ser apreciado, es un intermediario indispensable. Hay más de un caso en el que un editor ha moldeado el estilo de un escritor de forma radical y como ejemplo clásico suele citarse el de Gordon Lish, editor de una parte de la obra del norteamericano Raymond Carver. Diez años después de la muerte de éste, y tras aparecer documentos con las correcciones de Lish a sus borradores, se comprobó que aquellos cambios eran tan relevantes que modificaban por completo la idea original de Carver. Lish, basándose en la economía de palabras, con atención especial en la redacción y excluyendo muchas de las descripciones en las que se alargaba Carver, conformó todo un estilo. En la edición de sus cuentos, recogidos en De qué hablamos cuando hablamos de amor, Lish realizó muchos cambios, empezando por el título elegido por Carver, Principiantes. Con sus correcciones, decisivas, el editor Lish delineó ese tono con el que Carver deslumbró a críticos y lectores.
Sirva lo anterior como ejemplo para contextualizar la conversación que publica en su último número ABRIL con las editoras Sigrid Kraus (Salamandra) y Valeria Ciompi (Alianza), con motivo de su retirada, al menos parcial según cuentan. La entrevista, que firma Inés Martín Rodrigo, lleva por título “Lo peor que hacemos en el mundo editorial es engañar”. Son palabras pronunciadas por Kraus en un momento de la entrevista, al hablar de la relación entre editor y escritor: “Cuando un autor en el que crees te da un libro flojo, lo deberías publicar, pero tienes que saber que eso va a hacer daño a tu marca, el coste es muy alto, pero lo haces pensando que en el futuro habrá una novela mejor. Por otro lado, cuando un autor salta mucho de editorial en editorial, está súper comprobado que eso arruina su carrera, es malísimo para su carrera, porque el público ya no sabe dónde encontrarlo, el librero tampoco… A mí me pasa que cuando un autor ha estado en muchas editoriales, aunque el libro me guste, muchas veces tengo que decir que no, porque, después de haber hecho todo eso, es imposible que ahora sea un éxito. Pero es un drama para los autores.”
En algunos casos, apunta por su parte Ciompi, “el autor es consciente de que es un libro pequeño, y le das una dimensión que no dañe el resto de la trayectoria, pero no es nada fácil”; lo corrobora Kraus: “No, porque también al autor le va a decepcionar. Pero, si lo haces, lo que no debes hacer jamás es mentir. Si tú consideras que es un libro menor, lo tienes que publicar como un libro menor. Lo peor que hacemos en el mundo editorial es engañar y engañar y engañar. No podemos engañar al lector y al librero y a los medios… y tampoco al autor”, concluyen.
El marketing del ‘no podrás dejar de leer‘
La entrevista aborda muchas facetas interesantes sobre la publicación de libros, una labor desconocida para el lector, y algunas reflexiones muy oportunas sobre los tiempos que corren, como cuando la entrevistadora se pregunta si no hay cierta tendencia a pensar que “si un libro vende mucho es malo”. Ciompi contesta: “en eso tenemos la culpa todos. En algún momento se ha confundido a los lectores (…) presentando como literatura lo que simplemente es una narración de oficio que puede ser muy entretenida. Eso ha llevado a la percepción de los lectores más críticos, más exigentes, de que lo que se vende es malo. Pero, ¿le echamos la culpa a los responsables de marketing, también?”.
Y es que sostienen que la aparición del marketing ha venido a profesionalizar algo que el editor automáticamente ya venía haciendo, pero el problema surge cuando “esta persona se disocia demasiado de lo que es la edición, no conoce el libro y no sabe muy bien lo que tiene que hacer”. Y es entonces cuando aparece la “uniformización. Al decir `no podrás dejar de leer´, `una lectura indispensable´, ¿qué le estás contando al lector? Y esas son las grandes apuestas de marketing”, se lamenta Ciompi.
Y Kraus abunda en otro problema. “Hay una presión muy grande sobre el proceso editorial para simplificarlo y eliminar pasos. Por eso el momento actual es peligroso (…) que digas: una corrección menos, nadie lo va a notar, este libro es muy largo, vamos a dejarlo, total, si hay cuatro erratas tampoco pasa nada… Que gente que piensa así gane sobre gente que piensa lo contrario. Es una batalla dura a medida que esto se hace más grande y más comercial y haya cada vez menos margen.”
A nosotros no nos gusta mucho Nosotros…
Es lo que parecen decirnos en sus reseñas de la última novela de Manuel Vilas, Nosotros, premio Nadal 2023, los críticos Domingo Ródenas de Moya en Babelia, y Santos Sanz Villanueva en El Cultural. ¿Tuvo editor la novela de Vilas? ¿Hay edición previa en un texto que se presenta a un premio literario como el Nadal? Lo desconocemos.
Afirma Ródenas de Moya que está fuera de dudas la solvencia literaria de Vilas, pero ninguna de sus últimas entregas novelescas, ni Alegría (finalista del premio Planeta) ni Los besos, igualaron en equilibrio de construcción e intensidad a Ordesa, con la que cosechó un gran éxito de ventas. Y continúa: “Tampoco Nosotros, una novela de amor de concepción original, pero estropeada por varios achaques: una escritura que parece apresurada y resulta autoindulgente; una estructura reiterativa, sin apenas progresión (y no me refiero solo a la trama, que aquí es legítimamente secundaria), y una fractura interna entre lo que empieza siendo la novela y lo que acaba por ser.”
En el resumen del argumento se nos informa que el epicentro del relato es Irene, una viuda de 50 años que inicia un viaje por la costa mediterránea, con paradas en paradores y hoteles de lujo, que constituyen los jalones de la historia. “Sin tardanza se advierte que esta señora sigue enamorada de Marce, su difunto esposo, o más bien de la adoración que él le tributaba; que su visión materialista de la realidad se expresa en el culto al lujo (…) y que su lealtad amorosa se expresa mediante el pintoresco ritual de acostarse con desconocidos para alcanzar, en el instante del orgasmo, la visión celestial de Marce al final de una escalera”. Valora el crítico que aquí es donde estriba el mayor acierto de la obra: en ir transformando a esta viuda leída y fantasiosa, que cautiva y empalaga a partes iguales, en un caso de narcisismo morboso, marcado por la crueldad sádica y un refinado masoquismo, aunque advierte que “la inmersión en la conciencia delirante de esta mujer impregna la prosa de Vilas de su idiosincrasia y su estilo hasta hacer difícil discernir a quién imputar la afectación o las ocurrencias, si a Irene o al narrador”, amén de perder cierta consistencia cuando, mediante “una omnisciencia inoportuna, se aleja de Irene para informar sobre el pasado de Marce o sobre sus amantes de turno”.
Con motivo de la puesta a la venta de la novela premiada, le dedica varias páginas El Cultural a Vilas, con entrevista de Nuria Azancot y la correspondiente crítica firmada por Santos Sanz Villanueva. Bajo un ladillo que reza Premios y goles, le pregunta la entrevistadora al escritor qué gana y qué pierde como autor al concurrir a los premios. Responde Vilas que “suponen lectores” y que se alegren amigos y familiares. Aunque no se cita en la entrevista la parte crematística de los premios, los 30.000 euros del Nadal y los 150.250 como finalista del Planeta, no debe ser asunto baladí al menos para amenizar la labor, piensa uno. No es un secreto para nadie que muchos de estos premios forman parte del negocio editorial, y ya escribía hace una semanas en ABRIL Pere Sureda (ex editor), que “la empresa que promociona sus libros mediante premios se gasta el dinero en lo que considera conveniente”. Nada que objetar. Precisamente a la importancia del dinero en su narrativa se refiere Vilas en la entrevista: “Mis novelas intentan describir y narrar el capitalismo, es mi obsesión literaria. Casi todo lo que sale en la novela viene acompañado de su precio en dinero. La literatura es el lugar donde la hipocresía está desterrada, por eso mis novelas siempre hablan de dinero.” Nada que objetar, tampoco. Por qué no aprovechar las contradicciones del sistema, que se decía antaño…
Y también nos llamó la atención…
… la buena crítica que leemos en ABRIL sobre la última publicación en España de la escritora Maryse Condé, quien a sus 86 años, anciana y enferma, está teniendo un reconocimiento mundial por “su incontestable obra literaria, fruto de un talento para contar historias que quizá su lejana procedencia (la isla de Guadalupe) ha supuesto descubrir con tardanza. De ese tesoro siguen apareciendo joyas, como El evangelio del Nuevo Mundo”, escribe Javier García Recio.
Una novela que tiene su origen en otros escritores que reescribieron la vida de Jesús, según Condé: “Hace mucho tiempo leí la relectura de la Biblia de José Saramago. Quería hacer como él, pero no me atrevía. Después de él, J. M. Coetzee y Amélie Nothomb escribieron ficciones que son reescrituras de la vida de Jesús. Así que me sentí liberada”.
Su héroe, su nuevo Jesús, es Pascal, nacido en Martinica, un domingo de Pascua. Aunque “no se trata de parodiar el Evangelio, ni de reescribirlo desde una perspectiva poscolonial. Su texto es una variación de la Sagrada Escritura que, al encarnarla en estas tierras y hoy en día, ofrece una actualización y renovación de la misma, adaptada al siglo XXI. Por eso ocurre que Pascal se actualiza como un mesías antiglobalización y feminista, que duda, pero se rebela contra la explotación de los trabajadores, las desigualdades en la Sudáfrica post apartheid y el destino de los intocables en la India”, leemos en la reseña. “Sumergidos en una prosa viva y abundante, sus lectores se divertirán, abandonarán y alentarán ante una escritura espiritual llevada por la esperanza. La historia, concluye García Recio, “recoge con un realismo dramático y muy honesto las verdades y desigualdades de un mundo que Condé conoce desde niña. La autora, que en 2018 recibió el Nobel de Literatura alternativo, es sin duda la gran escritora de la literatura francófona”.
Y en La Lectura, Marta Rebón nos recuerda un clásico, el Jadzhí Murat, obra póstuma de Lev Tolstói, que ahora publica Nórdica, y que califica de “bello y feroz alegato a favor de la libertad”. Se pregunta Rebón si siendo aún Tolstoi uno de los escritores más vendidos en Rusia ocurrirá lo mismo con esta novela “que nos transporta con maestría a la brutalidad de las guerras de conquista”, y concluye que no pues contiene frases como esta: “El sentimiento que embargaba a todos los chechenos era más fuerte que el odio. Estaban convencidos de que esos perros rusos no eran seres humanos, y su repugnancia, aversión y estupor ante su encarnizada crueldad eran tan grandes que el deseo de exterminarlas se antojaba tan natural como el instinto de salvación.”
E. Huilson