Relatos con música

Los Delibes

Escena del ballet de Coppélia

Los buenos aficionados a la música, melómanos o no, reconocen el nombre de Leo Delibes por sus óperas  o sus ballets, algunos de ellos considerados como los máximos representantes del romanticismo francés. 

Casi todos los españoles, sean aficionados a la literatura o no, saben quién era Miguel Delibes. ¿Es casualidad que ambos compartieran apellido? Pues no. Hay una relación familiar curiosa, vinculada al mundo de la escena, toda vez que gran cantidad de obras del escritor vallisoletano se han llevado al cine o al teatro.

Leo Delibes

Leo Delibes había nacido en Saint Germain du Val, una localidad del departamento de Sarthe, en el valle del Loira, en 1836. La afición a la música le vino de familia: su madre era una reconocida cantante de ópera y hermana de un organista. El joven Leo recibió lecciones de música a cargo de los dos desde muy temprana edad. Su padre aceptaba de buen grado la formación musical de su hijo desde la caseta de correos de la localidad, pues era funcionario de la Poste.

A la muerte del cartero, la familia se trasladó a París, y Delibes ya pudo completar su formación musical de forma más ordenada y académica, pues ingresó en el conservatorio de la capital, especializándose en música coral. Sus dotes para la música de voces pronto le granjearon sus primeros destinos importantes. En el teatro Lyrique de París trabajó en la preparación de coros para óperas tan importantes como el Fausto, de Gounod, Los Pescadores de Perlas, de Bizet o Los Troyanos, de Héctor Berlioz, obras todas ellas, como los aficionados a la ópera saben muy bien, en las que el coro tiene un protagonismo especial.  Tanto reconocimiento obtuvo preparando las voces para tan magníficas representaciones que en el año 1864 fue nombrado director del coro de la Ópera de París. 

Pero Leo Delibes ha pasado a la historia de la música, alcanzando un puesto destacado en el podio de los autores de ballet romántico francés, por sus composiciones. La más famosa de todas, el ballet de Coppélia, una obra estrenada en 1870. Basada en un cuento de Hoffmann, el argumento trata de una muñeca de tamaño real, propiedad del doctor Coppélius que baila y se mueve como joven de carne y hueso. Tanto es así, que Franz, un pueblerino, se enamora pérdidamente de la muñeca, dejando de lado su verdadero amor, una joven de la localidad. La mazurka es, tal vez, el número más representativo del romanticismo francés y ha pasado a la historia de la música como una de las piezas para ballet más bellas jamás escritas.

En 1871 Delibes dejó su puesto como director del coro de la Ópera de Paris y se dedicó a componer. Pero antes de tomar esta decisión se casó con la joven Leontine Estelle Denain. Ese mismo año, su hermano Michel abandonó Francia y se trasladó a España. Y aquí viene lo que verdaderamente interesa en cuanto al parentesco.

Miguel Delibes

Michel era ingeniero y llegó a España con la intención de participar en las obras de la vía férrea que unía Alar del Rey, en la provincia de Palencia, con la ciudad del Santander. Se trataba de crear un vínculo que uniera Castilla con el puerto cántabro para la exportación de los minerales que yacían en tierras castellanas.

Michel tuvo un hijo, Frederic quien se dedicó a la mecánica. Se trasladó a Valladolid y fundó la Carpintería de Federico Delibes. Su trabajo más importante consistió en crear un piso móvil de madera en el teatro Calderón de la capital castellana. A través de un sistema de poleas, el patio de butacas podía elevarse hasta la altura del escenario y los palcos y crear un amplio espacio para los ballets y las representaciones operísticas que requerían de amplitud de escena. 

Federico tuvo descendencia y en la segunda generación nació Miguel. Así pues, Miguel y Federico eran nieto y abuelo, ambos vinculados a la escena, como Leo, como Coppélia, como todo lo bello que es aún más bello si se representa en grandes espacios, ya sea en el teatro de Federico o en los campos castellanos de Miguel. A fin de cuentas, todo queda en casa.

Gabriel Sánchez

La Mazurca del acto I de Coppélia, interpretada por el Ballet Bolshoi (2011):

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