Relatos con música

La obra más triste jamás compuesta

Escena de la película Platoon, de Oliver Stone

El sentimiento que los melómanos sienten por la música es verdaderamente indescriptible. Y no siempre tiene que ir revestido de felicidad. La música es, ante todo, una forma de afrontar la vida, con sus momentos álgidos y con el desmoronamiento que un determinado acontecimiento nos puede producir. Hay músicas que se interpretan o se escuchan en momentos felices para certificar ese estado de ánimo y otras que se programan para acontecimientos desgraciados. Porque la vida es eso, una mezcla constante y continua de fracaso y gloria, de efervescencia y amargura, de alegría y de dolor. Y la música está ahí, acompañándonos en todo momento. No podemos desechar la que nos produce aflicción y quedarnos sólo con los acordes más agradables. Porque el compositor, cuando se pone delante de la partitura en blanco, quiere transmitir a través de sus notas su estado de ánimo y compartirlo con los demás. Escuchar música triste, estemos o  no en ese estado de ánimo, es una forma de valorar y admirar la obra de un artista, de un genio, en algunos casos.

En el año 2004, la BBC hizo partícipes a sus oyentes de una iniciativa original: encontrar la música más triste que se había compuesto en toda la historia. Los oyentes aceptaron de buen grado tal reto y cada uno propuso una composición que les suscitaba tal estado de ánimo. El 52 por 100 de los encuestados coincidieron en un título: El adagio para cuerda de Samuel Barber. ¿Hay que despreciar esta partitura por ser la más triste que jamás se haya compuesto? Naturalmente que no. 

Samuel Barber

Barber había nacido en Pensilvania en 1910. Niño prodigio, comenzó a tocar el piano a los seis años y a los siete ya componía sus propias obras. Acreditado estudiante de distintos conservatorios norteamericanos, el músico consiguió el premio Pulitzer de estudiantes en 1935. Al año siguiente viajó a Roma con una beca para ampliar estudios bajo las órdenes del maestro Arturo Toscanini. En su maleta llevaba una obra que había compuesto antes de partir para la capital italiana: el cuarteto para cuerda en si menor. Cuando Toscanini escuchó el segundo movimiento pidió al estudiante norteamericano que ampliara la partitura y escribiera un arreglo para orquesta de cuerda. Así nació en 1938 el Adagio para cuerda, la obra más triste, a juzgar por los oyentes de la BBC.

Barber hizo los arreglos necesarios, orquestó la partitura y se la envió a Toscanini. El maestro italiano se la devolvió sin una sola corrección. El músico norteamericano quedó algo desencantado –triste, si aquí se puede admitir el adjetivo con el que ha sido calificada su obra-, pues el silencio de su protector podía significar que la obra no le había gustado y no merecía ningún comentario ni corrección. Nada más lejos de la realidad: Toscanini la había memorizado y había comenzado los ensayos de la obra trágica. Fue estrenada en Nueva York el 5 de noviembrede1938 por la orquesta NBC Studio, bajo la batuta del propio Toscanini. 

Para los que no son aficionados a la música, decirles que esta obra llegó al gran público a través del cine: es la banda sonora que se escucha en los momentos más trágicos de la película Platoon, de Oliver Stone. Ya lo recuerdan, ¿verdad? Pues ésa.

Y para los curiosos, aquí está el pódium de la BBC en cuanto a tristeza musical:

Medalla de plata, el Adagietto de la 5ª Sinfonía de Malher. También para los cinéfilos decir que es la que se escucha en la película Muerte en Venecia de Luchino Visconti.

El bronce lo consiguió Richard Strauss con su Metamorphosen, una obra escrita por el compositor alemán para describir los horrores de la Segunda Guerra Mundial y en concreto la destrucción de su Munich natal. 

Gabriel Sánchez

La Filarmónica de Viena interpreta Adagio para Cuerda, de Barber, bajo la batuta de Gustavo Dudamel (2019)

Escuchando la música de Barber se comprende porqué fue la elección de Oliver Stone para Platoon:

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