Clases de yoga

He descubierto un estudio al lado de mi casa donde ofrecen clases de yoga a un precio razonable. La moderación no es mi punto fuerte, por lo que me he apuntado a clases casi todos los días.
La sala tiene paneles en el techo para calentar el espacio. Hay colchonetas de yoga, bloques, almohadas y mantas. Siempre huele a una mezcla de aceites esenciales, spray de lavanda y sudor. Es el espacio perfecto para entrar en un estado de relajación y meditación profundo.
En un momento, casi sin darme cuenta, tengo la cabeza donde tendrían que estar los pies, estoy sudando en partes del cuerpo que no sabía que podían sudar y encima la profesora me dice que relaje los hombros y que respire. Muchacha, así no hay quien se relaje, pienso yo. Pero oye, debe ser algo medio mágico, porque al final de la clase entramos en savasana (mi asana favorita) y de repente todo tiene sentido.
Así que lo dicho, relaja los hombros y respira. Y hasta la próxima, o namaste.
PAULA