Artistas

59 Bienal de Venecia – La Leche de los Sueños (4) – Georgiana Houghton

Un crítico dijo de la única exposición de Georgina Houghton (New British Gallery, Londres, 1871): “Imaginen algo parecido a una madeja de lanas (…) blancas y de colores, todas enredadas en una masa aplastada, enmarcadas y colgadas en una galería, y se harán una idea de esta extrañísima exposición”. Otro contempló con horror lo que calificó como “obras fruto de extrañas alucinaciones, una locura”. Y con desprecio y desconcierto, un tercero las definió como “imágenes ridículas”. La artista no se inmutó y achacó los ataques a “burlas ignorantes”. “Mis obras no tienen parangón en el mundo”, zanjó. Y no le faltaba razón.

Inspirándose este año en una temática mágica, La leche de los sueños, y en las vanguardias del siglo XX, la Bienal de Venecia rescata la obra de esta artista, una mujer peculiar que, como Josefa Torà -otra de las elegidas-, creía firmemente que los espíritus dirigían sus pasos artísticos. Algo difícil de entender, antes y ahora, y que tal vez sea una de las causas de su olvido.

Hay que retrotraerse a la época en que vivió Georgina Houghton para poder entender ese entusiasmo por el espiritismo. El siglo XIX fue la edad de oro de la comunión con el mundo espiritista. La muerte se imaginaba como un espacio en el más allá donde los espíritus seguían «viviendo» y, si se daba el caso y había suerte, comunicándose con algunos afortunados. Por el contrario, para escépticos en estos asuntos los médiums eran personas perturbadas, enfermas de los nervios, a las que no hacer mucho caso.

Esta es la historia de Georgiana Houghton (1814-1884), incluida en el grupo de artistas españolas para la muestra de Venecia, aunque nuestra protagonista solo tiene de español el lugar de nacimiento, Las Palmas de Gran Canaria, donde vivía la familia entonces. Siendo niña, los Houghton se trasladan a Londres donde vivirá Georgiana hasta su muerte. Los hermanos –diez- reciben educación y conocimientos básicos de formación artística, siendo la más pequeña de la familia, Zilla, quien despunta en el manejo del lápiz y el pincel.

Antes de cumplir los 37, Georgiana, que no llegó a casarse, había perdido a cuatro hermanos:  Cecil, con el que se lleva solo un año y que muere muy joven, a los 13; Warrand, que fallece al cumplir 30; su hermano menor Sidney, que se suicida con 25; y su querida hermana pequeña, Zilla, que pierde la vida con 26 años al dar a luz a su cuarto hijo. Es este el golpe más duro para ella, que queda desolada y deprimida por su ausencia. Se suceden los meses, no se hace a la idea de su desaparición y trata de buscar una explicación a su muerte, sin resultado.

Georgiana Houghton

Han pasado varios años, tiene ya 45, y continúa sumida en la tristeza cuando un día, de repente, su vida queda trastocada para siempre. La fecha exacta se desconoce, el tiempo en Londres podemos imaginarlo gris y nublado y no nos equivocaríamos mucho. Acompaña ese día a su prima a una sesión de espiritismo en el salón de la por aquel entonces famosa médium Mary Marshall. Ese encuentro la deja fascinada porque escucha golpes que vienen del más allá y porque la médium responde correctamente a preguntas que desconocía, y en ese estado atónito, Georgiana se siente capaz de conectar ella también con los muertos y, sobre todo, con su hermana Zilla. Durante meses, con la ayuda siempre importante –para lo bueno y para lo malo- de su madre, se entrena para esas sesiones como médium.

Y es así como acaba siendo una espiritista importante y reconocida, pero, ante todo, es así como esta mujer victoriana y seria entra de lleno en el arte pictórico.

Nuestra Georgina se considera ya médium y a las sesiones celebradas en el salón de su casa acuden hombres y mujeres que contemplan asombrados como su lápiz traza extraños dibujos utilizando para ello una plancheta*. “Los espíritus conducen mi mano”, asegura. Con el tiempo, pasa de dibujar con la plancheta a la acuarela, siempre en formatos pequeños. Y, ya sea gracias a los espíritus, las musas o a la inspiración y la buena mano, esta mujer empieza a valorar sus creaciones no solo como imágenes del más allá sino como verdaderas obras de arte. Desde ese momento su meta es dar a conocer su arte al mundo, con escaso resultado como se verá, ya que la sociedad siempre ha ido lenta en cuanto a aceptar novedades artísticas.

Georgiana busca con constante insistencia una galería de arte que exponga su obra en Londres. Tiene 57 años. Es rechazada por varias hasta que por fin la londinense New British Gallery le ofrece su espacio. La artista no depara en gastos: anuncios en los periódicos, carteles y posters. Le dedica todo su tiempo y sus ahorros. Enmarca y cuelga ella misma los cuadros, un total de 155 obras realizadas en diez años. Adquiere pequeñas lupas para poder observar el detalle de las obras. La exposición se inaugura en verano de 1871 y se mantiene en la sala cuatro meses. Solo vende un cuadro. El fracaso la dejó arruinada.

A las negativas críticas recibidas, debemos celebrar una, perpleja, pero positiva. Fue la reseña aparecida en una revista de sociedad llamada Queen, en la que el autor escribía: «Los dibujos en acuarela (…) tienen un carácter tan extraordinario y son tan opuestos a las ideas que uno tiene del arte, antiguo o moderno, que la crítica a la manera ordinaria se hace difícil, por no decir imposible». Y añadía: «Muchos de los dibujos pueden parecer garabatos singulares y confusos, pero son elegantemente minuciosos en su trazado, a menudo bellos en su forma, y atrevidos en sus contrastes con colores nunca discordantes». Había visto algo.

Hoy se explica que sus dibujos en acuarela, un poco más grandes que un A4, “son composiciones abstractas, intrincadas y detalladas, llenas de espirales sinuosas, puntos frenéticos y líneas amplias. Amarillos, verdes, azules y rojos luchan entre sí por el espacio en el papel. Las imágenes, densamente estratificadas, parecen no tener forma, ni principio ni fin”. Eran extraños para la época porque “no había un tema mitológico que interpretar, ni una narrativa moral que leer, ni un indicio de retrato o paisaje que escudriñar. En su lugar, cada obra iba acompañada de un texto detallado, escrito con su letra de araña, que describía su significado espiritualista”.

Georgiana murió pobre en Londres en 1884. Ella y su obra fueron muy pronto olvidadas y hubo de pasar más de un siglo para que, en 2016, la galería Courtauld recuperara su obra y fuera de nuevo motivo de estudio. Poco menos de medio centenar de sus dibujos han sobrevivido y la mayoría de ellos forman parte de la colección Victorian Spiritualist Union de Melbourne (Australia). Una de sus pinturas tiene el honor de pertenecer a la Colección ABCD** del Centro Pompidou de París y, como hemos mencionado, otras serán expuestas este año en la que tal vez sea la exhibición más importante de arte, la Bienal de Venecia.

Imágenes del libro de Houghton y Hudson

Por cierto, a pesar de creer en la calidad artística de sus dibujos, Georgiana siguió toda su vida confiando en los espíritus y poco después de aquel descalabro en la New British Gallery, se asoció con el fotógrafo Frederick Hudson que utilizaba la fotografía para conectar con el pasado. Georgiana publicó con él un libro titulado Crónicas de las Fotografías de Fenómenos y Seres Espirituales Invisibles al Ojo Material. El resultado fueron unas falsas y mentirosas imágenes realizadas con métodos fraudulentos por un pillo y una ingenua. En resumen, lo que hoy llamaríamos fake news. Pero esto es otra historia.

ANA AMADOR

Nota: The Milk of Dreams (La leche de los sueños) es el tema elegido para La Bienal de Venecia de 2022. El título está inspirado en el libro homónimo de la artista surrealista Leonora Carrington, que describe un mundo mágico en el que la vida puede cambiar y transformarse. En su pabellón central se mostrarán obras de las pintoras españolas ya fallecidas Maruja Mallo Remedios VaroJosefa Tolrá y la británica nacida en Las Palmas de Gran Canaria Georgina Houghton.  También han sido seleccionadas piezas de las artistas contemporáneas June Crespo y Teresa Solar. Este artículo es el cuarto de un pequeño homenaje a todas ellas.

*Plancheta: pieza de madera equipada con ruedas y una abertura para sujetar el lápiz que, apuntando hacia abajo, produce dibujos mecánicos o, en este caso, misteriosos mensajes que llegaban de los espíritus con los que Georgiana se comunicaba.

**ABCD: Art Brut Conocimiento y Difusión

Algunas fuentes y enlaces de interés:

Obras de arte sin parangón en el mundo: El espíritu de Georgiana Houghton, por Grant S y Pasi M (Universidad de Amsterdam).

Biografía de Georgiana Houghton

Sobre su obra

Sobre su creencia en los espíritus fotografiados

Un comentario en «59 Bienal de Venecia – La Leche de los Sueños (4) – Georgiana Houghton»

  • Me gustan las pinturas de esta fantasiosa mujer, es cierto que consigue mezclar bien las finas líneas y los colores. Una historia interesante, una manera genial de intentar superar las numerosas pérdidas que tuvo.

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