Millicent, su hermana Elizabeth y su hija Philippa
El inglés Nelson Garrett (1812-1893) no fue una ‘lumbrera’ en los estudios, que abandonó pronto, y se lamentó siempre por ello. Fue un hombre emprendedor y con olfato para los negocios, que le fueron bien, pero nunca se olvidó de que la educación enriquece a las personas y hace progresar el mundo. Ese espíritu caló en sus once hijos, que tuvieron la oportunidad de crecer en un entorno familiar proclive al estudio, al aprendizaje, a la libertad de pensamiento y a la igualdad. Los once, siete chicas y cuatro chicos, recibieron una excelente formación, sin distinción. En ese ambiente, no es de extrañar que dos de sus hijas, Elizabeth y Millicent, estudiaran medicina y economía y se convirtieran en destacadas activistas por los derechos de la mujer. Su lucha por la igualdad, por el voto femenino y por el ejercicio de profesiones vetadas hasta entonces a las mujeres fue seguida con notable éxito por sus hijas Louisa y Philippa. Una familia especial, sin duda.
De estas cuatro excepcionales mujeres, hay una que ha pasado a ocupar en 2018 un lugar de honor reservado a brillantes personajes de la historia. Nos referimos a las estatuas que ocupan en Londres la plaza del Parlamento. Efigies de reconocidas personalidades como Nelson Mandela, Gandhi, Abraham Lincoln, Winston Churchill, y así hasta 12, todos ellos hombres, se pueden contemplar frente al ala noroeste del palacio de Westminster. Desde hace tres años también se erige la figura de Millicent Fawcett.
MILLICENT
Millicent Garrett Fawcett nació en 1847 en Alderburgh, una pequeña población de Suffolk, al este de Inglaterra, de la que su padre llegó a ser alcalde. Fue la séptima de los once hijos de Nelson Garrett y Louisa Dunnell. En casa leían, hacían deporte y hablaban de política, y Milly, así la llamaban, pronto destacó por su inteligencia y conversación. Como ya habían hecho con sus hermanos mayores, a los 12 años fue enviada a Londres a estudiar en un internado privado. Su hermana Elizabeth, 11 años mayor que ella, vivía en Londres, decidida a estudiar Medicina costase lo que costase (y costó mucho).
Esos primeros años en Londres fueron importantes para Milly porque tuvo la oportunidad de visitar a su hermana Elizabeth, muy relacionada con el movimiento feminista. Gracias a ella, frecuentó ambientes sufragistas y conoció a Emily Davies, legendaria defensora del derecho de las mujeres a los estudios universitarios, cuyos consejos y opiniones fueron decisivos para las dos hermanas.
La lucha por la igualdad había arraigado en Milly muy joven, pero, como ella misma diría tiempo después, fue un discurso de John Stuart Mill, que escuchó a los 17 años, lo que “multiplicó por diez mi entusiasmo por el sufragio femenino”. Stuart Mill se había embarcado en una defensa a ultranza del voto femenino y en 1866, junto al también diputado liberal Henry Fawcett, presentó en el Parlamento una petición para obtener el voto sin distinción de sexo firmada por 1.499 mujeres. La iniciativa fracasó, pero el sufragismo como movimiento social comenzó a cobrar fuerza y pasó a un primer plano.
Durante aquella campaña por el sufragio femenino, Elizabeth había conocido al diputado Henry Fawcett, de 33 años, que se había quedado ciego ocho años antes por un disparo fortuito de su propio padre en un día de caza. Henry, enamorado de Elizabeth, le pidió en matrimonio obteniendo un no como respuesta, pues Elizabeth solo tenía ojos para su carrera de Medicina. Poco después, Henry insistió en el matrimonio, esta vez con Millecent, y con ella se casó en 1867.
La carrera de Fawcett, catedrático de Economía Política por la Universidad de Cambridge, se vio truncada por su muerte prematura a los 51 años. Milly se quedó viuda con 36 años y una hija, Philippa, de 14.
Tras la muerte de su esposo, Millicent Garrett Fawcett se dedicó de lleno al movimiento sufragista británico y en 1897 se convirtió en presidenta de la principal organización de este movimiento, la Unión Nacional de Sociedades del Sufragio Femenino (NUWSS), un colectivo que se basaba en el respeto a la ley y los métodos pacifistas para conseguir sus objetivos, a diferencia de la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU), organización que lideraba Emmeline Pankhurst, de perfil más militante que, bajo el lema de “hechos, no palabras”, no descartaba actos de violencia y huelgas de hambre para conseguir su fines.
La moderada Fawcett frente a la combativa Pankhurst. Sufragistas frente a suffragettes. Al principio, Fawcett apoyó a la WSPU. “Lejos de haber perjudicado al movimiento, han hecho más durante los últimos doce meses para llevarlo al terreno de la política práctica que lo que nosotras hemos podido lograr en el mismo número de años”, defendió en una carta dirigida a The Times. Pero tras el asalto al parlamento por parte de militantes sufraggettes en 1909 y los incendios y atentados con bombas, poco después, la brecha entre ambos movimientos fue total.
Milly asistió a la histórica sesión del Parlamento del 6 de febrero de 1918, día de la votación y aprobación del sufragio, en que se concedió el voto a las mujeres “propietarias y arrendatarias mayores de 30 años”. Esa noche recordaría en su diario el discurso que tanto la marcó en su juventud: «Hace casi exactamente 51 años que oí a John Stuart Mill presentar su enmienda al proyecto de ley de reforma sobre el sufragio, el 20 de mayo de 1867. Así que he tenido la extraordinaria suerte de haber visto la lucha desde el principio», dejó escrito.
Millicent Fawcett dejó el cargo en la NUWSS en 1919, un año después de la obtención del derecho de voto para las mujeres mayores de 30 años. Sufragistas y suffragette fueron necesarias y complementarias. Diez años después, el Parlamento británico aprobaría la ley que garantizaba el sufragio universal para todas las personas mayores de 21 años en el Reino Unido.
Como escritora, Millicent publicó a lo largo de su vida numerosos artículos y libros, en los que denunció las barreras de entrada al mercado laboral que sufren las mujeres y reclamó igualdad de oportunidades a todos los niveles. También su novela, Janet Doncaster, que narra la lucha de una joven por su independencia, tuvo un cierto éxito en su momento. En 1925 se le concedió el rango de Dama de la Orden del Imperio Británico y falleció en 1929. Hoy su nombre es recordado a través de la organización feminista Fawcett Society.
ELIZABETH
La influencia de Elizabeth (1836-1917) en Millicent parece evidente. Elizabeth fue la primera mujer médica británica. Era once años mayor que Milly y desde muy joven sintió un enorme interés por la ciencia. Su decisión de convertirse en médica, tras escuchar una conferencia de la doctora estadounidense Elizabeth Blackwell, no fue nada fácil, a pesar del apoyo de la familia.
Comenzó como enfermera en el Hospital Middlesex de Londres e intentó inscribirse sin éxito en la Escuela de Medicina del Hospital donde llegó a recibir clases, previa donación económica de su padre al centro. Los estudiantes, todos hombres, nunca la aceptaron, y algunos de ellos llegaron a pedir su expulsión. Elizabeth buscó todas las fórmulas posibles para conseguir el título, con clases particulares incluidas, y en 1865 se presentó a los exámenes para ejercer la Medicina. Aprobó. The Lancet, desde un asombro machista, publicó un artículo que puso en relieve la proeza, matizando: “Sin duda, los examinadores tuvieron en cuenta su sexo y omitieron todos los temas de examen que serían impactantes para la mente femenina”.
Abrió consulta en Londres, mientras compaginaba su profesión con su apoyo al movimiento sufragista, rechazaba la proposición del que luego sería su cuñado, y pensaba como llegar más allá. La oportunidad surgió cuando se enteró que en Francia La Sorbona había admitido a una mujer para hacer el doctorado. Presentó su tesis “Sobre la migraña”, obtuvo el título y se convirtió en la primera mujer doctora en Medicina de Francia y en la primera mujer inglesa con dicho título.
Cuando se retiró volvió al pueblo de su infancia, a Aldeburgh, e hizo historia de nuevo al ser elegida alcaldesa de la localidad: primera mujer en ocupar ese cargo en el país, y Alderburgh, primera ciudad de Inglaterra con una mujer al mando.
La hija de Elizabeth, Louisa, siguió los pasos de su madre y se graduó en Medicina. Como su familia, fue feminista, si bien apoyó el movimiento de Pankhurst, aunque el acto violento más grave que cometió, y que se sepa, fue romper una ventana con un ladrillo. Eso sí, tuvo un castigo desmesurado: cuatro semanas de trabajos forzados.
PHILIPPA
Millicent y Henry tuvieron una única hija, pero qué hija! Philippa (1868-1948) fue la primera mujer que obtuvo la máxima puntuación en los exámenes conocidos como Tripos Matemáticos de Cambridge. Para hacerse una idea de la importancia de estas calificaciones, señalar que el exigente y complicadísimo tripos matemático contaba con tres categorías y obtener un wrangler, la más difícil, era la más alta distinción intelectual que se podía conseguir. Pues bien, en 1890, Philippa, con 22 años, la obtuvo, con una puntuación superior en un 13% sobre el segundo clasificado. Sin embargo, no recibió el título de «Senior Wrangler», ya que entonces sólo se clasificaba así a los hombres. Las mujeres aparecían por separado. Cuando se anunció la lista de mujeres, se describió a Fawcett como «por encima del wrangler mayor», hubo pataleos en el aula, pero fue recibida en su residencia femenina con vítores y aplausos. Tuvo que pasar más de un siglo hasta que otra mujer, Ruth Hendry, consiguiera de nuevo un primer puesto (1992).
La hazaña de Fawcett tuvo una gran repercusión en los medios y suscitó un gran debate sobre las capacidades y los derechos de las mujeres. El artículo principal del Telegraph del día siguiente decía: “Una vez más, la mujer ha demostrado su superioridad frente a un mundo incrédulo y poco comprensivo…” Y tanto.
Dedicó toda su vida a la actividad académica y murió el 10 de junio de 1948, un mes después de que la ley permitiese a las mujeres obtener la licenciatura de Cambridge.
LA ESTATUA
¿Cómo llegó la figura de Millicent hasta la londinense plaza del Parlamento? Hace cinco años, una activista llamada Carolina Criado lanzó una campaña para incluir a una mujer en esta plaza copada por insignes figuras masculinas. Poco después, una petición donde se proponía a Millicent Fawcett, firmada por 74.000 personas, fue respaldada por el alcalde de la ciudad, Sadiq Khan.
La estatua, inaugurada el 24 de abril de 2018, coincidiendo el centenario del derecho de voto a las mujeres en 1918, es una obra de la artista Gillian Wearing. La escultura muestra a Fawcett sosteniendo una pancarta en donde se lee “courage calls to courage everywhere”, una frase del discurso que pronunció tras la muerte de la sufragista militante Emily Davison, mártir del movimiento al lanzarse y ser arrollada por un caballo en el Derby de Epsom en 1913.
Milly comparte ahora espacio con algunos de los que fueron grandes detractores del voto femenino, entre ellos Winston Churchil, que llegó a opinar que las mujeres que se casaban y tenían hijos ya contaban con la «adecuada representación» de sus respectivos maridos, opinión que cambió tras la Primera Guerra Mundial. Ya lo dijo uno de sus mejores amigos, lord Birkenhead: «Cuando Winston tiene razón, es único. Pero cuando se equivoca… ¡Ay, Dios mío!».
ANA AMADOR
Postdata: En 2023 está previsto que se estrene en los teatros londinenses Ladies First , un musical que llevará a escena la complicada vida de Elizabeth Garrett Anderson, la primera mujer médico de Gran Bretaña. Con música y letra originales de Alice Johnstone, en el proyecto participan también la compositora Georgia Denham y la dramaturga Kitty Ball, según cuenta la revista Musical Theatre. Más información sobre el Musical aquí.
Las biografías de personas que propician el avance de la humanidad son siempre interesantes. Muestran una convicción y una fuerza para defender sus ideas que no es común. Nacer en una familia de las características de la de Milly, sin duda es el mejor comienzo.