La Oreja de Von Gogh – El viaje de Copperpot
Después de ganar en 1997 el Concurso Pop-Rock Ciudad de San Sebastián y grabar su primer disco con Epic Records, La Oreja de Van Gogh se enfrentaba al reto de repetir el éxito que habían cosechado con su debut. Los segundos discos de las bandas que dan el pelotazo son interesantes porque suelen cargar con la responsabilidad de la consolidación y, bajo esa presión, muchas veces representan la explotación máxima del potencial de sus integrantes.
‘El viaje de Copperpot’ se puso a la venta el 11 de Septiembre del año 2000 –justo un año antes de que el atentado en el World Trade Center nos lanzara de cabeza contra el siglo XXI– en el contexto norteño de lo que luego se denominó el “Donosti sound”. Es interesante escuchar a algunas de las formaciones que dieron pie a acuñar aquel término para comprender el tipo de pop que hizo de La Oreja de Van Gogh una de las puntas de lanza de este género en nuestro país. Aventuras de Kirlian, Le Mans, Family o La Buena Vida son algunos de los nombres que nos ayudan a entender la clase de sofisticación que había alcanzado el estilo en tierras euskaldunas.
El segundo disco de los donostiarras no es tan minimalista como algunos de los exponentes del “sonido de San Sebastián”, pero contiene muchas trazas de ese pop adulto sin miedo a la experimentación. Es quizás la producción a cargo de Nigel Walker, productor inglés afincado en España, lo que hace de este álbum un compendio de composiciones que trascienden el contexto musical del que nació la banda. Walker había trabajado de ingeniero de sonido con Pink Floyd, Paul McCartney, Elton John y otras leyendas y, una vez asentado en España, terminó produciendo los discos más vendidos de Pereza y El Canto del Loco.
Las canciones, compuestas en su mayoría por Xabi San Martín y Amaia Montero, pueden parecer naïves en una primera escucha debido quizás a unas letras que sí lo son. Sin embargo, la selección de la instrumentación según el tema, los arreglos en segunda línea, la adición de coros sobre melodías sencillas pero muy pegadizas, el buen gusto en el ritmo armónico y la variedad de estilos a los que se acercan –al menos en la primera mitad del disco– demuestran que La Oreja de Van Gogh contaba, a finales de siglo, con la capacidad de transmutar lo sencillo en memorable. Así pues, no es de extrañar que la mayoría de los temas que han colado en el imaginario popular del pop español pertenezcan a este lanzamiento.
Cabe mencionar que, en la edición física del disco, la última canción contiene un hidden track que no aparece en la versión que está subida a Spotify. Cuando termina “Desde el puerto”, aparece una atmósfera creada con sintetizadores modulares y, al cabo de unos minutos, suena una canción de despedida al más puro estilo Barrio Sésamo. Es interesante reflexionar acerca de por qué, en la era de las plataformas de streaming, este tipo de experimentos o bromas musicales que antes se permitían ya no tienen tanta cabida.
GUILLERMO S.A.
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Fuente de la portada: La Oreja de Van Goh