La vidalita del controvertido Marchena
Hace ya algunos años, Teo Sánchez, director del programa de Radio 3 Flamencos y pelícanos, entrevistó a Estrella Morente, hija de Enrique Morente, y por entonces valor en alza de una nueva generación de cantaoras. A la pregunta sobre sus inicios en el flamenco, me sorprendió que comentara que de niña no le gustaba tanto, o casi nada, que prefería la música pop o el rock. Y contó una curiosa anécdota. Cuando viajaban de Madrid a Granada en el coche familiar su padre monopolizaba el radiocasete y principalmente era Pepe Marchena el elegido para amenizar el viaje. Relataba Estrella que con la complicidad de su hermana Soleá, hartas de tanto fandango, especialidad de Marchena, hacían desaparecer las cintas así que se les presentaba la ocasión, incluso alguna llegó a salir por la ventana del coche en marcha. Lo malo es que duraba poco la merma porque en la primera gasolinera que paraban Enrique aprovechaba para comprar nuevas cintas de Marchena, rey absoluto durante tiempo de aquellos expositores giratorios.
Esta anécdota, verídica, aunque no textual, pues la rescato de la memoria, viene a ilustrar el aprecio que Morente siempre tuvo por Marchena. Tiene su miga y riesgo, porque hablar de Pepe Marchena en el mundillo flamenco provocó siempre agrias polémicas entre los que lo consideraban un dios del cante y los que le acusaban de su deterioro y desprestigio. “Para unos, Pepe Marchena es la primera mentira del cante; para otros, su última verdad”, dejó escrito el flamencólogo Manuel Barrios. “Lo de Marchena no es en ningún modo cante jondo. Lo que hizo fue poner al alcance de todos las modalidades del cante grande, haciéndolo más comprensible, bonito y meloso. Es un cante prefabricado para gustar a las señoras”. De esta forma lo despachaba la cantaora La Niña de la Puebla. A otros les gustaba lo indecible. Concha Piquer hablaba de que en Marchena “anidaron los duendes y el lucerío del cante”, y Manuel de Falla sentenció que era “pureza cristalina de manantial serrano”. Estos testimonios, recogidos por Ángel Álvarez Caballero, durante muchos años crítico del diario El País, nos dan muestra del desacuerdo en torno a la figura de Marchena. El propio Álvarez Caballero dejaba clara su opinión al considerar que “A fuerza de suavizar y dulcificar el cante, Pepe Marchena lo hizo superficial, puro artificio (…) impuso el cante bonito a base de gorgoritos y falsete, y filigranas…”
Fandangos, fandanguillos, y cantes de vuelta, los cantes influenciados por el folclore de América, eran el principal repertorio de Marchena. Famosa fue su vidalita, que podemos escuchar a partir de los enlaces insertados más abajo. Primero en la voz de Marchena, luego la recreación de Enrique Morente y por último la interpretación de Estrella, la hija de Enrique, la que tiraba las cintas de Marchena por la ventanilla del coche. Cosas del flamenco. Escuchen y saquen su propia conclusión.
ALFONSO SÁNCHEZ
Desde la lejanía de la cultura flamenca escuchar a Estrella Morente me ha dado escalofríos.
¡Gracias por este gran artículo! Creo que te perdiste una evolución importante de esta canción en “Negro Benbom” de Enrique Morente de 1992. Una mezcla audaz de esta vieja canción.
Muchas gracias por la aportación. Lo escuchamos.